jueves, 13 de junio de 2013

Capitulo 58 Boulevard of Broken Dreams

-Les dije que esa chica traería problemas. Pensé que ya eran demasiados, pero veo que sigue.
-Brian, tu opinión no cuenta.
-Sabía que dirías eso John.
-¿Ahora van a pelear ustedes? –George se veía exasperado –Ya cansan...
-Yo sólo dije lo que pienso –se excusó Brian -¿Qué tenés para decir Paul?
-¿Yo? Yo nada, ¿qué quieren que diga? Me miran como si fuera un jodido traidor.
-Paul tiene razón, no es su culpa, son cosas que pasan. –dijo Ringo, que también se veía cansado por la situación.
-Al fin alguien que me apoya.
-Bien muchachos, ya están grandecitos, así que arreglen ustedes mismos sus líos de alcoba. –Brian se puso de pie y luego de darles un escueto saludo, salió del estudio.
John sólo hizo una mueca, negó con la cabeza y miró a Paul.
-¿Qué?
-Tranquilo Macca, sólo te miraba.
-Últimamente me mirás como si fueras a matarme.
-Ganas no me faltan....




Miraba todo con profunda tristeza. Paul, su Paul, se iba. Ella ya no significaba nada en su vida y era inútil tratar de buscar una solución, porque no la había. Lo único que le quedaba era resignarse. Resignarse, qué palabra tan...cansada. Sí, era una palabra cansada, como ella, que estaba cansada de sufrir.
Suspiró, mirando una vez mas el cuarto de Paul, el cuarto que éldejaría esa misma noche, cuando volviera del estudio para recoger las dos maletas que estaban sobre su cama e irse para comenzar una nueva vida. Una vida con otra mujer.
Tomó su cámara, que había quedado abandonada en el sillón de su habitación. En aquellos momentos, su única escapatoria era tomar fotografías o encerrarse a fumarse todo lo fumable. Optó por lo mas sano. Tomar fotografías, aunque fueran de cualquier cosa, pero tratando de transmitir el dolor que sentía, en cierto modo la liberaba. De paso, se despejaría y continuaría pensando si era correcto o no algo que había ya decidido. Algo que garantizaría que Paul fuera feliz.



George dio una vuelta mas a la manzana con su coche, mirando a todos lados. Al fin la vio y frenó casi en seco, y le quitó el seguro a la puerta del acompañante. Vio que ella corría hacia su auto, agarrando con firmeza un bolsito marrón.
-Pattie, te estaba buscando –dijo él, ni bien ella abrió la puerta.
-Lo supuse, perdón –entró al auto –Pero me pareció poco prudente esperarte afuera del estudio, con todas las fans.
-Tenés razón ¡qué tonto! –George se golpeó la frente con la palma de la mano –Si te veían subiendo a mi auto te hubieran despellejado. Perdón por no pensar antes.
-Está bien, de todos modos me encontraste.
-Sí, y eso es una suerte. Bien, ¿qué te gustaría? ¿Tomar algo, ir al cine?
-Ehh...George...me llamaste para invitarme al cine.
-¡Pero mierda! Ay, perdón por decir eso. ¡Pero es que me había olvidado! No sé qué tengo, hoy estoy muy estúpido.
Pattie sólo rió, negando con la cabeza.
-No te preocupes, todos tenemos días...despistados.
-Espero que no se repitan más. –rió George –Perfecto, entonces iremos al cine.





Con sigilo, se acercó al trío de palomas que parecían equilibristas en el borde de la fuente de la plaza. Estaba a punto de tomarles una foto cuando se sobresaltó con una voz que la saludó. Las palomas, espantadas, volaron rápidamente hacia otro sector de la plaza.
-Hola –volvió a decir –perdón por ahuyentar a tus palomas.
-Ah, hola Dave –dijo con desinterés, cuando se giró y comprobó que era Dave Davis. ¿Qué hacía ése ahí?
-Al final yo tenía razón. Salías con los cuatro.
-¿Me interrumpiste para eso?
-No...-Dave sacó un cigarrillo -¿Querés?
-No.
Lo prendió y la miró. Ella no supo interpretar bien qué significaba esa mirada.
-¿Sabés? Me gustan las chicas experimentadas, y vos con cuatro....
-¿Qué querés? –lo interrumpió.
-Vamos Eva, siempre me gustaste, eso no es novedad. Te propongo salir del infierno en el que vivís y ser sólo para mí.
-¿Pero qué te pensás que soy?
-Ay por favor, ¿qué pregunta es ésa? Todo el mundo sabe que sus una groupie. Te hiciste famosa por eso.
-Pues no lo soy.
-Eva, podés acrecentar tu fama. Pasás de The Beatles a The Kinks, después a los Rolling y así. El día de mañana te recordarán por eso.
-Prefiero que no me recuerden. Yo no soy una puta.
-Está bien, además yo no te dije eso. Pero te haré una última pregunta, y te dejo tranquila, y juro que para siempre. ¿No te gusto?
-No.
-¿Ni un poco?
-No.
-Ok, eso es raro, pero lo acepto. Pero tenés que saber que hay muchos tipos que se mueren por vos, no estés penando. Y ya sabés, si seguís con mal de amores, aquí está Mr. Dave para acabar con eso. Prometeme que si un día te quedás sola me llamarás.
-No.
-Por favor...
-Ay, está bien. Pero eso nunca pasará.
-Igual esperaré. Y ahora me voy, siento haberte interrumpido. Fue un gusto encontrarte. Adiós.
-Adiós Dave.
-Ah, una última cosa: triste te ves mas linda –le guiño un ojo y se fue silbando y casi bailando. Unos metros mas adelante lo interceptaron unos fans y se puso a firmar autógrafos.
Eva suspiró, negó con la cabeza y caminó hacia su casa, pensando en que aquella conversación había sido de la mas raras de su vida. Igualmente, poco le importaba que uno, dos, mil, o todos los hombres del mundo la amaran. Los que ella quería, no lo hacían.

Llegó a su casa, ya plenamente decidida. Entró en el cuatro de Paul y comenzó a revisar entre sus cosas. Al fin encontró una libreta y allí también encontró el número que necesitaba. Con mano temblorosa, discó el número y esperó, impaciente. Estaba a punto de colgar, aunque sólo había sonado tres veces, cuando escuchó la voz de ella.
-Hola Linda, soy Eva. Necesito hablar con vos.





La película, pese a ser un estreno anunciado con bombos y platillos, no había resultado tan buena como esperaban. Por eso estaban entretenidos criticándola, en la casa de ella.
Aunque se sentía muy a gusto, no podía evitar recriminarse lo idiota que era. ¿Qué hacía él, allí, en su sofá, charlado y riendo con ella? ¿Qué seguía a eso?
¿Pattie qué estaría esperando que sucediera? Decidió tomar el toro por las astas y aclarar de una vez todo, antes de que se convirtiera en un desastre.
-Pattie, debo decirte algo.
-Claro, decime –la chica lo miró seria, evidentemente estaba extrañada por el cambio de George.
-Bueno...si te he llamado, y te he invitado a salir, y estamos ahora aquí es porque...bueno, no hay que ser muy despierto, somos adultos, así que te lo diré sin vueltas: me gustás. Me gustás mucho.
Pattie pestañeó rápido y pestañeó.
-Bueno...vos también me gustás a mí, es obvio, y creo que se me nota mucho.
-Así es –George rió apenas- Mirá, no sé qué pensarás de todo esto, pero a mí me gustaría que fuera algo serio. Pero antes quisiera conocerte mas.
-Está bien, entiendo. Podemos salir todas las veces que quieras.
-De acuerdo. Y...hay otra cosa que debo decirte, y es muy delicada. Seguramente estás enterada, pero quiero explicarte bien. Es sobre una chica.




Tocó timbre sin saber muy bien porqué estaba ahí. Temblaba de los nervios y quería huir de allí. Al fin, Linda abrió la puerta.
-Hola Eva –la saludó con una sonrisa, pero notó enseguida lo preocupada que estaba.
-Hola Linda –hubiera querido mostrarse pedante al ver la situación de “su enemiga”, pero optó por ser natural. De todos modos, ella estaba igual.
-Pasá. Perdón que esté todo desordenado, aún estoy terminando de pintar.
Eva entró mirando todo. El piso que Paul, por el momento, había alquilado, era grande y luminoso, pero no habían trasladado todos los muebles y todavía tenía olor a pintura fresca.
Linda la invitó a sentarse en uno de los sillones y le ofreció algo para tomar. Por el día que había tenido, le pidió un cognac. Se lo estaba sirviendo cuando apareció, saltando, Heather, la hija de Linda.
-Mamá, ¿dónde están mis témperas?
-Hija, saludá.
-Hola –Heather la saludó algo desconfiada y Eva le sonrió. Paul se haría cargo de esa niña, no sólo se iba con otra mujer, sino que también sería padre. No pudo evitar recordar la vez que pensó que estaba embarazada. Si hubiera sido de Paul, ¿cómo sería?
-Heather, ¿por qué no vas a jugar con la niña que vive en el piso de abajo?
-¿De verdad puedo ir?
-Claro, yo te miro hasta que bajes las escaleras.
La niña corrió por un pasillo e inmediatamente volvió con una muñeca, y se puso a saltar junto a la puerta.
-Perdón –le dijo Linda a Eva.
-No hay problema.
Linda se puso de pie y abrió la puerta, y se quedó allí parada hasta que los pasos de la niña en la escalera se dejaron de escuchar.
-Perdón por esto, pero es que con la niña acá, no podemos hablar tranquilas.
-Ya te dije, no hay problema. Bien, te diré a qué he venido. Linda, esto es difícil para mí. Amo a Paul, y ver que se va con otra mujer, y que ocupará el rol de padre...es duro. Pero sé que el no tiene la culpa. Nadie es culpable, y eso a veces desconcierta porque terminás preguntándote qué pasó para que todo acabe así. Pero ya está, no tiene sentido amargarse y empezar una guerra. Él...él te quiere a vos y nada puede cambiarlo.
-Eva yo...
-Esperá, dejame terminar. Primero que nada, quiero pedirte perdón por tratarte mal.
-Estás perdonada, aunque la que tiene que pedir perdón soy yo, aparecí para quitarte a quien amás, encima con una hija...
-No tenés la culpa, ya dije que nadie es culpable. Lo único que te pido es que lo cuides mucho. Están teniendo problemas entre ellos y eso lo pone mal. Y si necesitás algo, decime.
-Claro que sí. Sé que no hay nadie que lo conozca mejor que vos, y sé que necesitaré ayuda.
-Ya sabés, no tengas vergüenza ni temor. Bueno, sólo era eso –se puso de pie y con las manos trató de secar sus ojos, ya que unas lágrimas traicioneras querían aparecer –Les deseo mucha felicidad.
Linda sólo asintió, aún estaba desconcertada, y amagó para ir a abrirle la puerta, pero Eva, con un ademán, le dio a entender que podía sola.
Sólo cuando salió de ese departamento pudo dar rienda suelta a todo el llanto que se estaba tragando. Heather, que jugaba al pie de las escaleras, fue la única que la vio.




-¿Me estás hablando en serio?
-Claro que sí Pattie, nunca hablé tan en serio.
La chica desvió su mirada u respiró agitada. Escuchó que George se acomodaba mejor en el sofá. Se volvió hacia él.
-Yo pensé que todo eso fue inventado por las revistas, para vender.
-No. Eva Sheels existe, y todo lo que has leído en esas revistas, es cierto.
-Pero...
-Es así. Somos cuatro degenerados que vivimos con una chica.
-¿Y qué vas a hacer?
-No sé.
-¿La...la amás? –preguntó con temor.
-Tampoco lo sé. Sentí cosas muy fuertes por ella, me volvió loco. Pero ahora no lo sé, estoy muy mareado, no sé qué hacer. Perdón, la primera cita y mirá lo que te cuento.
-Está bien, hay que poner todas las cartas sobre la mesa.
-Yo no quiero engañarla, no quiero empezar nada con vos hasta saber qué me pasa. Y tampoco quiero lastimarte...¡Mierda, me siento Paul! Yo, que le dije de todo, y ahora estoy igual.
-George, no te preocupes. Yo te voy a ayudar. Prometo no precipitarme, no impacientarme, hasta que vos definas todo esto.
-Gracias Pattie, valés oro. Y perdón por meterte en esto.
-Haría cualquier cosa por vos.
George sonrió y le dio un beso en la mejilla. Nunca en su vida había estado entre dos mujeres que le partían la cabeza.


Paul entró a la casa, sintiendo como se le clavaban las miradas de sus amigos.
-Al fin no compartiremos casa.
-No es gracioso Ringo.
-Uy, no se puede decir nada...
-Ey Paul, ¿estás seguro? –John se veía preocupado. Paul sólo asintió. –Mirá que no hay vuelta atrás.
-Lo sé John, lo sé. –respondió en un susurro –Pero lo tengo que hacer.
El único que no dijo nada fue George. Para su desgracia, sabía qué estaba sintiendo su amigo.
Paul subió a su habitación, abrió unos cajones, sacó unos papeles y los metió en una de las maletas. Después, tomó una en cada mano y se dispuso a salir. Apoyada en el marco de la puerta, la vio.
-Eva...perdón.
-Está todo bien –trató de sonreír –Más que bien.
-Pero...
-Hoy hablé con Linda. Ya no hay más rencores, ya no hay nada. Quiero que estés bien.
-Gracias. Te voy a extrañar.
-Y yo a vos, no sabés cuánto.
Paul apretó los labios y asintió.
-Te quise mucho, ¿sabías?
-Sí, siempre lo supe, por eso no te guardo rencor. Sos...uno de los cuatro amores de mi vida –rió apenas, mientras se secaba una lágrima.
-Lo sé. Y quiero que sepas que siempre vas a estar en mi corazón, fuiste muy importante. Bueno, lo sos, y lo seguirás siendo.
-Es bueno saberlo.
Paul se acercó y le dio un beso en los labios, el último beso, lleno de tristeza, dolor, amargura....Eva se apartó casi enseguida.
-Andá  Paul.  Te están esperando.






*********************
Hola! Como siempre, con retraso, les dejo este capitulo. Espero no volver a atrasarme tanto, pero siempre digo lo mismo y no lo cumplo jajaja
Les dejo la song, es re conocida
Ahora sí, adiós y nos vemos, o nos leemos, o qué se yo!