martes, 19 de noviembre de 2013

Capitulo 66 Porque te vas

Las ramas de los árboles del jardín se agitaban con el viento furioso de la tormenta y golpeaban las persianas cerradas de las ventanas. Las luces de los relámpagos se filtraban, iluminando por apenas instantes la habitación. Eva se giró por enésima vez y se quedó mirando el techo, ¿a quién engañaba? pese  a su edad seguía teniéndole miedo a esas tormentas que parecían que no tenían fin. Suspiró y cerró los ojos tratando de dormir, no ya por la tormenta sino por lo que pasaba en su cabeza, una tormenta sin dudas peor. Había resuelto hacerle caso a su corazón, por más que fuera doloroso. Si, después de tanto tiempo, su eterna pregunta de “¿Cuál? ¿Cuál de todos?” tenía respuesta. Ya se había cansado de pensar y de darle vueltas al asunto, pero no era una decisión producto del hartazgo o de la premura, no, no, era una decisión meditada, pero que sabía que le costaría quizás más dolor que todo el que venía sintiendo por esa situación ya insostenible que vivía día a día. Pese a eso, se iba a animar, quizás por última vez se jugaría todo a una carta que podía ser la ganadora o la total perdedora.
-Vamos Eva, por una vez en tu vida, dejá de pensar si vas a sufrir. Es ahora o nunca. –se dijo en el silencio interrumpido sólo por la lluvia que comenzaba a arreciar.
Sin querer sonrió y se tapó hasta la cabeza, dispuesta a dormir.  




Bajó las escaleras y vio a John, leyendo el periódico y silbando, alegre. Su comportamiento la desconcertaba, el día anterior había estado depresivo y amargado, casi intratable, y ni sabía porqué. Tampoco sabía a qué se debían sus cambios de humor, si al clima que se vivía dentro del grupo, o a la droga que consumía, o a…ella.
-Ey, te abrigaste. –dijo él ni bien la vio.
-Hace un frío horrible, y a esto le llaman primavera. Buen día.
-Ben día. ¿Y cuándo era que se estrena la película?
-John…el 4 de junio. Te lo dije seis veces.
Soltó una risita entre dientes y se encogió de hombros, cerrando el periódico.
-Es que me olvido. –se excusó.
-¿Vas a ir?
-Claro que sí, eso ni se pregunta. –palmeó el sofá y ella se sentó junto a él, recostando su cabeza en su pecho. –Ey muñeca…¿pasa algo?
-No…
-¿Segura? Vicky, te conozco, parecés preocupada.
-Es que…bueno, ya sabés.
-No, no sé, sino no preguntaría.
-Es por Ringo.
-Ah..¿qué le pasa?
-John, eso no me lo niegues, sabés lo que le pasa.
-Es cierto.
Se quedaron en silencio, cada cual en su mundo, él acariciándole el pelo y ella sólo allí, acurrucada, ansiando protección. Había elegido a John, a él era a quien amaba, al  que quizás era al único que había amado, y el resto eran todas confusiones. Apretó los párpados y los labios. No, amar, los había amado a todos, de eso no tenía dudas, aunque siguiera pensando que eso era imposible. Si se lo hubieran contado, jamás lo habría creído, nadie podía estar enamorado de cuatro personas, pero ella sí. Se había resignado a perderlos a todos, pero a John no. A él nunca lo hubiera dejado ir, pero antes tenía que hablar con Ringo. A él…a él tenía que dejarlo, aunque ya no hubiera casi nada entre los dos.  Por eso tenía que hablar para aclarar cosas y ponerle, por fin, un rumbo a su vida y a su corazón.



Con mucho cuidado, envolvía sobre la cama el regalo con papel brillante. En poco tiempo sería el primer cumpleaños del bebé de Jenny, y ella, como buena madrina, tenía los obsequios listos. Estaba armando un moño con cinta verde cuando se asomó Ringo a su habitación.
-¿Puedo pasar? Creo que dejé aquí uno de mis relojes.
-Así es, está ahí arriba –señaló una de las mesas de noche y le corrió un escalofrío por el cuerpo. Estaban los dos solos en la casa, tranquilos. Antes hubiera pensado que ese era el momento perfecto para meterse en la cama con él, pero ahora pensaba que era el mejor momento para hablar.
-¿Qué hacés? ¿Ése regalo es para mí?
-Si te gusta la ropa de bebé, sí.
-Entonces mejor no me des nada. –rió- Eva, voy a…
-Rich, necesito hablar con vos.
-Pero tengo que…
-Por favor.
Miró el suelo, algo molesto. Luego se sentó junto a ella, y se puso a juguetear con la cinta verde entre los dedos. Sabía de qué se trataría la conversación y eso lo preocupaba.
-¿Y bien? –levantó la vista y se encontró con la mirada de ella llena de miedo.
-Eh...nada, nada, era una pavada, perdoname. Andá si querés. –intentó volver a tomar el paquete, pero Ringo se lo quitó de las manos con suavidad y lo dejó al otro lado de la cama.
-Eva…creo saber de qué me ibas a hablar. Hacelo ahora, vamos. Es sobre nosotros ,¿no?
Asintió con la cabeza, mirando hacia donde Ringo había dejo el regalo, incapaz de mirarlo a los ojos.
-¿Qué me ibas a decir? –insistió, acariciándole el rostro.
-Nada. Ya sabés todo, ¿para qué hablar?
-No, no sé, decim…
-Estás con Maureen, ¿no? –lo interrumpió. Ringo soltó un suspiro cansado.
-Sí, perdón.
-No hay nada que perdonar. La culpa fue mía.
-No, ¿qué decís? ¿Cuántas veces dijimos que en esto no había culpas?
-De verdad, ponete  a pensar: si analizás todo, la culpa es mía. La que tiene que pedir perdón soy yo y…
-Pará, pará  ahí. Nada de lo que decís es verdad, las cosas se dieron así. Y cada uno hizo lo que pudo.
No contestó, se limitó a mirar fijamente el piso.
-Eva..¿qué pasa con John?
-No tengo idea.
-Pero lo querés.
-A todos los quiero.
-Me refiero a…ya sabés…si al final lo vas a elegir a él.
-Si. Perdón Rich, yo…
-Ya está, no te preocupes, si los dos sabemos que esto no daba para más. Pero igual es muy doloroso.
-Lo sé. De verdad, lo siento mucho, no pensaba que llegaríamos a esto. Pero con la experiencia de George y Paul, aprendí que tengo que dejarlos libres, la trillada frase de…
-“Si amas algo déjalo ir.” –completó Ringo.
-Sí, exactamente esa cosa. ¿Para qué retenerte? ¿Para qué pelear con esa chica que ni conozco? Ya está , dejemos que todo sea como viene.
-O sea que te resignás.
-Y…sí.
-¿Y con John qué vas a hacer?
-No sé...No sé cómo decirle porque no sé qué le pasa.
-Supongo que tendrás que “reconquistarlo”.
-¿Ringo vos me estás dando consejos?
-Mmm…si querés tomalo así….
Se echó a reír aunque no tenía ganas, y lo abrazó. Aquello ya era delirante para ella, pensaba que la situación se caracterizaría por el llanterío.
-¿Y ahora qué vas a hacer? –le preguntó, soltándolo.
Se encogió de hombros y se rascó la cabeza.
-No sé muy bien qué…Supongo que mudarme con ella. Creo que le gustará vivir en Londres. A vos….¿te gustaría conocerla?
-Me da igual. Bueno sí, quiero conocerla, pero no ya mismo. Dejá que asimile todo esto.
-De acuerdo. Eva…yo te amé mucho, ¿sabías? Fuiste mi adoración.
-Gracias por eso, Rich. Yo también te amé mucho. Quizás todavía  lo haga, qué se yo.



-¿Qué tal? –saludó John. La mayoría de quienes estaban allí contestaron, menos la artista.
-Simpática, ¿eh? –dijo Paul.
-Es que es de la vanguardia.
-Es de la vanguardia y es maleducada.
-Paul, te la pasás quejándote con que estoy “alejado”, parecés mi novia,  te invito a algo y lo único que hacés es quejarte.
Paul resopló, mirando hacia todas partes, simulando interés.
-Mirá, ahí viene.
Hacia ellos se acercó la mujer que apenas esbozó una sonrisa al ver a John y no tuvo disimulo en ocultar su disgusto al ver a Paul.
-Gracias por venir, John. –dijo ignorando por completo a Paul.
-Me gusta mucho esto, eh. –John miró a Paul con mirada asesina, enojado por siu intervención. Paul hizo apenas una sonrisa de disculpa.
-¿Yoko podrías expliacarme esta obra?
-Claro –caminó hacia él y comenzó a hablarle.
Paul negó con la cabeza. Estaba incómodo y aquello no le gustaba nada. En su vida había visto a muchas mujeres acercase a su amigo, pero ninguna como esa.



Llegó el ansiado día y Sir Andrew estaba mas alocado que nunca. Su película al fin se estrenaría y quería estar junto a todo el elenco. Como si de un profesor de escuela se tratara, pasaba lista comprobando que todos estuvieran presentes.
-¡Eva! ¡Eva!
-¡Acá estoy!
-¡Evita!
-¡Acá!
Se abrió paso entre todos y llegó a él, agitada y tocándose el cabello, preocupada por su peinado.
-Llegaste tarde.
-Me atrasé peinándome.
-Ay, estas mujeres…Bien, si vinieron con alguien siéntense con ese alguien, pero cerca mío.
Todos asintieron de mala gana y salieron hacia la sala del cine donde se exhibiría la película. Estaba lleno de gente, Sir Andrew había gastado mucho dinero en publicidad. Eva se sentó detrás  de él, y enseguida llegaron Ringo y George.
-Paul no pudo venir, la niña está enferma –le susurró George.
-¿Y John?
Ambos se encogieron de hombros.
-Cuando salí de casa ya no estaba, había ido a no sé dónde…Pero me aseguró que estaría acá.
-A lo mejor se le hizo algo tarde. –agregó George.
Asintió con la cabeza, tratando de olvidar eso y concentrándose en la película que recién estaba comenzando.
Como era de esperarse, la película era un delirio en su máxima expresión, pero a juzgar por las caras de muchos, les estaba gustando. Lo que faltaba, que fuera un éxito, sin dudas el menos esperado.
Eva representaba a una francesa abandonada por sus padres que se ganaba la vida en los subterráneos de Londres, hasta que decidía seguir haciéndolo pero cantando. Todo muy de novela barata según Eva, pero lo había representado muy bien.
Al fin apareció la escena donde ella cantaba por primera vez, con un marcado acento francés, la canción que a Sir Andrew le gustaba tanto.
“Todas las promesas de mi amor se irán contigo 
me olvidaras, me olvidaras. 
Junto a la estación lloraré igual que un niño 
por que te vas, por que te vas.” 
Tomó la mano de Ringo y lo miró de reojo. Él también se iba de su lado.



La función terminó y John no había aparecido. Lejos de estar enojada, estaba preocupada. George se despidió de ella y junto a Ringo caminaron hasta la salida del cine. Algunos periodistas le hacían preguntas que ella respondía, solícita, otros la felicitaban por su actuación y agradecía con una sonrisa.
-Hola Eva, sabia que te lucirías en la película.
Dave Davis la saludó con un beso en la mejilla.
-Gracias Dave, y gracias por recomendarme, la pasé muy bien filmando.
Dave saludó y se fue rápidamente, saludando a otras personas.
-¿Y éste? –dijo Ringo, mirándolo con desprecio.
-Es Dave Da…
-Sí, ya sé quién es –interrumpió-¿Por qué te habló así?
-Larga historia. Bueno, no tan larga.
-No me digas que vos y él…
-¡Rich!
-Bueno…
-Nunca le di lugar a nada. Además, ¿qué te pensás que soy?
-Perdón, perdón…Mejor vamos a casa.
-Tenés razón, será mejor.

Cuando llegaron no había ni rastros de John. Ringo se fue a dormir, despreocupado, y Eva se quedó sentada en la penumbra, esperando ya angustiada. Al fin llegó, chocándose los muebles debido a la oscuridad.
-John.
-¡Ayy qué susto!
Encendió una lámpara y lo vio: no estaba borracho ni desarreglado.
-¿Qué te pasó? ¿Dónde estabas?
-Eva, perdón, no pude ir.
-¿Pero por qué?
-Porque Yoko me invitó a…
-¿Quién?
-La artista que…
-Sí,ya sé quién es, ¿pero qué hacías con ella?
-Eso te iba a explicar, me invitó a la galería porque venían unos tipos que son colegas de ella y creyó que me podía interesar conocerlos…
-John, hoy se estrenaba mi película.
-Lo sé, perdón. Podemos verla otro día.
-¡John! ¡Era hoy! ¡Era algo importante para mí! ¡Me dijiste que estarías y no cumpliste!
-Paul tampoco fue.
-¡Pero él tiene una familia! ¡Vos te fuiste con ésa…ésa mujer!
-Es que pensé que llegaría a tiempo y cuando vi la hora ya era tardísimo. Igual no me cayeron bien los tipos.
-¡Qué me importa!
-Vicky…
-¡Dejá de mentirme!
-¡No te miento! ¡Y pará de gritar!
Sintió lágrimas de rabia pero se las secó con la manga de su blusa y lo miró con rencor.
-Me fallaste, y por una estupidez.
-Vicky, pará, yo...-quiso tomarla de un brazo.
-Dejame. –se zafó dándole un empujón y subió corriendo a su habitación.
Se juró que no lloraría por eso y no lo hizo. Había llegado el momento de ser fuerte.

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Hola hola! Bueno, acá les dejo el 66, siempre con retraso. disculpen si el texto se ve medio feo, Blogger enloqueció y me ponía las letras con fondo blanco y no se veía absolutamente nada, tuve que ponerlas como las ven. 
Les dejo, como siemrpe, la canción, es una que me gusta mucho, la cantante es francesa y la descubrí gracias a una pelicula de los '70 que se llama "Cría cuervos" (es  buena, si pueden véanla)

Ahora me despido hasta el próximo, adiós!