miércoles, 15 de agosto de 2012

Capitulo 41 Set Fire to the Rain


-Buen díaaa! –canturreó Paul, entrando a la habitación de Eva con una bandeja en las manos. Pero se llevó una gran sorpresa cuando vio que de entre las sábanas, en vez de Eva, apareció George.
-Hola Macca, gracias por el desayuno.
-¿¿¿GEORGE QUE HACÉS ACÁ???
-A la vista está –respondió muerto de risa.
-Cállense, quiero dormir –rezongó Eva tapándose hasta la cabeza.
-Mejor será que me vaya –Paul dio media vuelta, algo ofendido
-¡No, volvé! –gritaron Eva y George
-Lo hacen sólo por la comida....
-¡Paulie no te enojes! ¡Vení!
Se giró y la vio, se le hacía imposible resistirse a una súplica de ella, y mas si la veía así, toda despeinada, y con cara de sueño.
-Está bien....-se acercó nuevamente –Pero este desayuno es sólo para vos, que este enano se lo prepare solo.
-Ufa! –se quejó George, cruzándose de brazos, pero luego le robó una tostada a Eva.
-Te odio maldito Harrison, nos ganaste a todos.
-Eso les pasa por tontos
-¡Pero...!
-Oigan, oigan –interrumpió Eva –Si todas las mañanas va a pasar esto, entonces restringiré la entrada a ésta habitación. O si no, me voy.
-¡No, no, no!
-Bueno, entonces no peleen –dijo seriamente
Paul y George sólo bajaron la mirada, hasta que Paul sacó cualquier tema banal y comenzaron a charlar animadamente.
-¡HOLA! –gritó John, antes de lanzarse sobre la cama como si de una piscina se tratara.
-¡Ey, volcarás todo! –gritaron.
-Ay, no se quejen tanto...
-Veo que llego tarde –Ringo entró restregándose los ojos y bostezando.
-Nadie llegó tarde a nada –dijo Eva sonriendo –Oigan.....es domingo, pero el día está horrible ¿qué hacemos?
Todos la miraron, casi con perversión.
-¡Ey! ¡No sean degenerados!
Los cuatro largaron una carcajada, mas que nada de ver la cara de ella.
-Bueno, entonces ¿qué hacemos?
-Yo tengo que terminar una canción....-Paul se rascó la cabeza.
-Vamos Paul, es domingo, terminala otro día –se quejó George -¡Juguemos Monopoly!
-¿Todo el día? Me aburro.....-dijo Ringo –Mejor miremos películas.
-Tengo algo mejor –John se puso de pie y se ató la bata –Ya vuelvo.
Salió en silencio y con parcimonia, ante la mirada extrañada de todos. Volvió casi enseguida, se notaba que en las manos escondía algo. Se sentó junto a Eva, y abrió las manos.
-¿Qué es? –preguntó ella.
-Oh no....-George miró a John
-¿Estás seguro? –preguntó Ringo
Eva los miró, no entendía nada. Sólo veía en las manos de John cinco pequeños cuadraditos, de algo que podría ser cartón, con dibujos animados.
-Es ácido –dijo John, al verla desorientada.
-¿Qué....?
-LSD.
-John...yo...-dijo al cabo de unos segundos. La verdad era que tenía dudas respecto a ese famoso ácido del que muchos hablaban.
-No te preocupes –dijo Ringo sonriendo –Es genial.
-Si. Es otro mundo –agregó George.
-Yo no creo que sea conveniente....
-Vamos Paul ¿otra vez? –John lo miró –Tardaste muchísimo en probarlo, cuando lo hiciste te gustó. ¿Qué te pasa ahora?
Paul sólo suspiró, mirado a otro lado.
-¿Y?- preguntó John mirándola -¿Te animarías?
-Déjenme pensar.
-De acuerdo. Nos vamos a  desayunar –John guardó las dosis en un bolsillo y se fue, junto con Ringo y Paul.
-yo también me voy –George se destapó y comenzó a buscar su ropa desparramada. Cuando la juntó, se acercó a Eva y le dio un sueve beso –Te quiero bonita –le dijo con una sonrisa y se fue.
Mordió una tostada, pensativa. No sabía si era el momento o no de entrar en “ese otro mundo” que supuestamente se abría al pasar por el LSD. Le asustaba bastante, aunque sabía que se sentiría cuidada porque estaba con los chicos. Sus miedos dieron paso a una sonrisa. Había comenzado el día en la casa que compartiría con ellos, por mucho tiempo. Pese al enojo de Paul con George, que por suerte se disipó enseguida, todo iba bien. Lo que menos quería era que se pusieran rabiosamente celosos, aunque sabía que sería una tarea muy difícil para ellos.
-Vaya Eva... en que lío te metiste....-sonrió, auque antes lo podría haber dicho llena de tristeza o bronca. Eso le dio la pauta de que estaba empezando a disfrutar de la aventura a la que se había subido.




El domingo seguía frío, gris y húmedo, pero dentro de la casa el clima era otro. Como si de un ritual religioso se tratara, los cinco estaban sentados en la alfombra, con las piernas cruzadas, frente al fuego crepitante de la chimenea.
John repartió las dosis y se sentó nuevamente.
-¿Listos? –preguntó
Todos asintieron con la cabeza y se colocaron la dosis en la lengua. Cerraron los ojos y se recostaron.
Eva era consciente de que el “viaje” duraría mas de diez horas, por lo tanto había decidido no pasárselas allí acostada. Quería experimentar, ver, recorrer todo pero desde la nueva perspectiva que ahora tenía.
Primero sintió que volaba. Era demasiado real, podría hasta verse con alas, sobrevolando lugares hermosos y llenos de colores. Abrió los ojos, pero ya la sala no era la misma. Las paredes, antes blancas, ahora estaban recubiertas de algo tornasolado, que se movía con el viento, aunque no lo había. Vio que George se había puesto de pie y miraba por la ventana. Ella también se puso de pie, pero su objetivo era tocar las paredes, que parecían suaves. Caminó sintiendo que flotaba, era una sensación mágica. Tocó las paredes, sí, eran suaves, porque lo tornasolado eran plumas. Ahí le pareció que aún tenía un poco de conciencia porque pensó, asombrada, que el LSD no sólo cambiaba, distorsionaba o generaba imágenes, sino también sensaciones hasta táctiles.
-¿Qué ves? –dijo acercándose a George, que ahora miraba sorprendido por la ventana.
-La calle.....-dijo alucinado –No es gris....
-Lo sé....-Eva quizás estaba teniendo las mismas visiones que él –Tiene colores y manchas....
-¡NO!
Ambos, sobresaltados, miraron a quien gritó. Paul, sentado en un sofá, miraba una pared, muy asustado.
-¡Mierda, está teniendo un mal viaje! –George corrió hacia él, que parecía casi ponerse  a llorar como un niño.
-Hay....hay algo ahí....-señaló con un dedo.
-Paulie, tranquilo –Eva lo tomó por los brazos y lo recostó –No hay nada, yo no veo nada.
Paul le sonrió agradecido, antes de que ella le diera un suave beso. Pareció calmarse, sus malas visiones habían finalizado de sólo verla a ella. Eva se quedó sentada en el suelo, con la espalda apoyada en el sofá en el que estaba Paul. Desde allí vio como John y Ringo se ponían de pie, los veía demasiado normales.....
Luego de un rato, que no pudo determinar cuánto tiempo era, comenzó a caminar por la casa, sorprendiéndose o asustándose de cosas totalmente comunes y cotidianas. Salió al jardín, alucinada con lo que podía sentir al caerle la lluvia, al tocar el césped o las flores empapadas, o simplemente al ver la nubosidad del cielo.




Abrió los ojos. No sabía si se había quedado dormida o si el viaje había terminado. Veía que era de día, aunque el clima siguiera igual. Trató de recordar qué había pasado como para amanecer sentada en el piso, apoyada en la pared, abrazada a Ringo. Notó que el chico estaba despierto, aunque seguía con la cabeza apoyada en su hombro.
-Ey, Ringo....
Él la miró, sonriendo.
-Qué hermosa estás....
Compendió que el viaje de Ringo aún no había terminado, pero se preguntaba si el suyo sí. Le parecía estar normal, aunque con la experiencia del dia anterior, dudaba acerca de qué era real o qué no. Se levantó, como pudo, y casi obligó a Ringo a hacerlo también, para luego recostarlo en su cama.
Miró el reloj: era increíblemente tarde. Mas de una hora de retraso en el trabajo.
Corrió a su habitación, se vistió con lo primero que encontró y bajó las escaleras. Vio a Paul dormido en el mismo sofá, se acercó y le dio un beso, pero él ni se movió. En la cocina, John y George desayunaban.
-¿Te gustó? –peguntó John sin siquiera saludarla, pero con una gran sonrisa.
-Fue....demasiado fantástico y genial.
-Mmm....creo que todavía te dura –rió George –Lo digo por tu cara.
-Es que no lo sé....No sé si ésto es real o qué.
-Mejor no salgas así a la calle –dijo John, preocupado.
-Tranquilo, estoy bien. Me voy porque es tardísimo.



Cuando salió a la calle, se dio cuenta que George tenía razón. Estaba viendo las cosas demasiado distintas, y eso le dio risa: aparte de llegar muy tarde, llegaría drogada. A veces, sentirse rebelde le gustaba mucho.
Luego de dos horas se dio cuenta que había vuelto a la normalidad, aunque estaba un poco mareada.


-¿Y qué se siente? –preguntó Jenny casi con la boca llena, mientras almorzaban.
-Todavía está todo bien, espero que siempre sea así.
-Seguro que sí. Aunque no entiendo....¿no se ponen celosos?
-Y...sí. Pero hacen el esfuerzo por controlarse, y valoro mucho eso.
-Eva.....-Jenny la miró pícara- Y.....¿en la cama?
-¡Jenny! –Eva le tiró con una servilleta, mientras Jenny se mataba de risa.
-¡Es que tengo curiosidad!
-¿Acaso yo te pregunto por Patrick?
-No.....Pero es distinto, yo sólo estoy con uno, no puedo establecer comparaciones, como vos que estás con cuatro....
-¡Jennifer! ¡Te puede escuchar alguien!
Jenny seguía riéndose de su amiga, y Eva no pudo evitar reírse también.
-Jenny....¿podrías acompañarme a un lugar?
-Tenemos que entrar a trabajar, y yo tengo que terminar mi helado.
-Ahora no. Cuando salgamos del trabajo.
-¿Y adónde?
-Quiero visitar a Bill.
-¡Volverás a cantar! –gritó casi arrojando helado por todas partes.
-No, no, sólo es una visita que le estoy debiendo.



Luego de revelar unas fotos, y de ir a tomar otras junto con los entrevistadores, el día de trabajo terminó. Estaba muy ansiosa por volver a casa, SU casa, pero quería realizar la visita.
Bajó hasta donde estaba Jenny, también finalizando su día, y abrió su bolso para buscar dinero para tomar el bus. Allí se encontró con algo extraño, hasta que vio bien: era un porro. Quien sabe cuál de los cuatro se lo habría dejado allí. Sonrió, pero a la vez sintió un cierto miedo, no sabía cuáles serían las consecuencias si seguía en ese camino. Para tranquilizarse, se dijo a sí misma que una joven como ella no debía pensar en consecuencias, mas en la época en la que estaba viviendo, donde al fin todo parecía estar permitido.
Mientras esperaba a Jenny, el Director pasó a su lado. Tembló de pensar qué le diría por su llegada tarde, pero el hombre no se dio cuenta que ella estaba ahí. Al parecer, tenía bastantes problemas como para preocuparse por una fotógrafa que llegaba tarde.
Cuando Jenny terminó con todo, salieron juntas a la calle.
-Creo que te esperan –dijo Jenny con una sonrisita.
Eva miró hacia el lugar donde Jenny miraba. De inmediato reconoció el auto de Paul.
-Vine a buscarte –dijo él abriendo la ventanilla ni bien Eva se acercó.
-Pero.....debo ir a otro lado.
-No importa, te llevo.
Eva miró a Jenny, y le indicó que subiera. La chica parecía sorprendida, y alucinada, y Eva lo sabía, Paul era el amor platónico de Jenny, y viajar en auto con él, podía producirle un ataque, por mas novio que tuviera. Sin embargo, Jenny se controló, porque entendió que era la “venganza” de su amiga por molestarla preguntando intimidades. Subió con tranquilidad, sentándose en el asiento trasero.
-¿Y adónde las llevo, hermosas damas? –preguntó Paul.
-Al bar donde trabajaba.
-¿Ahí?
-Quiero saludar a Bill.
-De acuerdo –Paul encendió el auto, poco convencido.



Cuando llegaron, Eva se sorprendió: Patrick tenía razón, el bar había cambiado mucho. Era mas grande, mejor pintado y con buenas luces. Además, estaba abierto todas las noches de la semana.
Cuando entró, aún no había nadie, pero vio a Bill acomodando botellas detrás de la barra.
-¿Pero qué ven mis ojos? –dijo al darse vuelta y verla -¿Sos Eva?
-¡Si, si, lo soy! –respondió ella riendo y corriendo hacia él
-¿Volvés a cantar?
-No, no, sólo vine a visitarte, hace mucho que no sé nada de vos.
-Lo mismo puedo decir sobre vos. ¿Que tal tu vida?
-Mejor....imposible. Estoy muy bien. ¡Bill te quiero felicitar! ¡Me encanta el cambio del bar!
-Gracias Eva, costó mucho esfuerzo, pero valió la pena. ¿Ya viste el escenario?
-Si, está mas espacioso, mejor iluminado.
-Ese es tu lugar.
-Oh vamos Bill, el canto ya no es lo mío. Fue un sueño de pequeña, acá lo hice realidad, ya está.
-Si vos lo decís.....pero igual, te invito a que subas.
-No sé....
-Vamos, yo mientras preparo unas cervezas para que tomemos.
-No puedo, me están esperando.
-Bueno. Pero te subís igual.
Eva rió, y accedió a subir.
-¡Hola mundo! –dijo al micrófono, aunque el lugar seguía vacío –Ey Bill, ¡es mas grande de lo que parece!
Bajó riéndose, charlaron sobre otras cosas mas, lo saludó y prometió volver para tomar las cervezas.
Sin embargo, cuando salió de allí, sintió algo. Volver a ese lugar le había traído muchos recuerdos. No estaría mal volver pero....no, lo mejor sería dejar las cosas como estaban. Aquello había sido una etapa superada en su vida.

martes, 7 de agosto de 2012

Capitulo 40 My Dark Sweet Lady


Eva miró alucinada su habitación: la mas grande, la que estaba en medio de las otras, la mas importante de la casa.
-WOW! –fue lo único que pudo exclamar.
-¿Te gusta? –preguntó Paul
-¿Que si me gusta? ¡Me...me encanta! No sé qué decir jaja
-No digas nada, con saber que te gusta estamos contentos –dijo Ringo.
-Es hermosa....-entró y, dando una vuelta sobre sí misma, la miró: totalmente pintada de violeta, con muebles blancos, y cubrecama, almohadones, cortinas, y alfombras en lila, violeta y blanco. Sobre el tocador, un enorme ramo de flores, y también la gran ventana abierta; desde su balcón se podía ver el inmenso jardín.
-Me da ganas de dormir acá –dijo George riendo -¡todo en mi color favorito!
-¿Y quién te dijo que no vas a dormir acá? –replicó ella con una mirada y una sonrisa de los mas pícaras. George se acercó y, mirándola de la misma forma, le dio un rápido beso.
-Ey, ey, ey, no empiecen. –se quejó John.
-No te pongas celoso, tonto –Eva también le dio un beso a él.
-¿Sólo un beso?
- Sí, sólo eso.
-Ummhh....
Chicos, esto es hermoso, realmente no tendrían que haberse molestado.
-No nos molestamos, fue un placer decorarla entre todos –Paul acomodó un almohadón –Porque la decoramos entre nosotros, no llamamos a nadie mas.
-Esa no se las creo.
-¿Ah no? Que lástima que no nos creas –Ringo fingió ofenderse, pero enseguida relajó su expresión –De verdad, se nos ocurrió a nosotros, después llamamos a un lugar para que nos vendieran los muebles, y fuimos a otro por las alfombras, cortinas y eso.
Eva miró al resto, que afirmaba con la cabeza.
-¿Hablan en serio?
-¡Ay si, si, si, y si! –John la sacudió de los brazos, mientras reía -¿Tan raro te parece?
-Es que.....no sé....Sí, me parece raro. –rió.
-Ey Paul –dijo John –se viene a vivir con nosotros, tenemos una relación re loca ¡y se extraña porque decoramos una habitación!
Todos rieron, y Eva también, aunque le dio un golpecito en el hombro como venganza
-Gracias chicos, son unos genios. Los amo.
-Nosotros también.
-¿Vamos a almorzar? –preguntó Paul –Así después te ayudamos a traer tus cosas.


Jenny se abrazaba a Anne, feliz. Vivirían juntas, y estaba segura que se llevarían muy bien. Aparte, dejar lo último que la ataba a Joseph, el departamento, hacía que se sintiera al fin liberada.
-¿Esto es todo? –dijo Anne mirando las cajas que Jenny habia traído con ayuda de Patrick.
-No, aún faltan. ¡Ey, Dante! ¿Cómo estás?
-Hola –respondió el niño, y corrió enojado hacia el jardín.
-¿Está enojado? –preguntó Jenny sorprendida.
-Si, pero no con vos, es porque Eva se va.
-Ohh....¿creés que se le pasará?
-Si, pero conociéndolo, creo que será dentro de un tiempo. Por ahora sólo se la pasa sentado, encaprichado, y cruzado de brazos.
-Esto lo soluciono yo –Patrick le guiñó un ojo a Anne, y luego de dejar la última caja, corrió hacia el jardín.


-¡Ey, campeón! –Patrick se acercó a Dante, que estaba sentado en el suelo -¿Cómo estás?
-¿Y vos quién sos? –preguntó molesto el chico.
-Soy Patrick, el novio de Jenny. ¿Y vos cómo te llamás?
-Dante.
-Es un nombre lindo. Había un escritor que se llamaba así.
-Ya lo sé. “La Divina Comedia”.
Patrick miró sorprendido al nene, que  pareció no inmutarse.
-Yo no quiero ser escritor –continuó el chico –Quiero ser guitarrista.
-¿De verdad? ¡Yo soy guitarrista!
-¿Si?
-Si, y tengo una banda. Mirá, sé que Eva te enseñaba a tocar, pero ahora ella no va a vivir mas acá, y está ocupada. ¿Querés que te siga enseñando yo?
-¡¡¡Si!!!
Perfecto, traé tu guitarra que empezamos.


-Chicos, la comida está genial, ¿Dónde la compraron?
-¿Comprar? ¡La hicimos nosotros!
-Si claro George, y yo creo en Santa Claus.
-¿No creés? –preguntó John
-No, no creo en cosas que no existen.
-Buaaaa!!! ¡Santa Claus no existe! –John imitaba el llanto de un niño y se abrazó a Ringo, que no paraba de reír.
-Y tampoco existen los Reyes Magos –agregó con malicia.
-Noooo!!!! No existen los reyes!!!! –John seguía con su pantomima, mientras Paul le lanzaba bolitas de pan.
Cuando se cansó de hacerse el payaso, adoptó un aire serio, pero que igual le quedaba gracioso.
-¿El lunes vas a trabajar?
-Y...sí.
-Ufa.
-Chicos, no empiecen, hoy es sábado, tenemos todo hoy, mañana domingo....y los demás días seguiremos juntitos.
-“Juntitos” Que bien suena –dijo Ringo.
-Da para canción –rió Paul.
-Bueno amores, me voy a buscar algunas cosas y....a hablar con alguien importante, muy importante.



Cuando llegó, se encontró con Anne, Jenny y Patrick tomado té.
-¡Eva! –exclamaron ni bien la vieron.
-¡Hola! ¿Cómo le va a la chica nueva?
-Por ahora, muy bien –respondió Jenny sonriendo.
-Anne, tené cuidado, que ésta chica no traiga a su Patrick a dormir acá –le guiñó un ojo.
-Tranquila ya le dije, tendrá que cuidarse mi –rió.
-Me parece bien, ahora, hablando en serio. ¿cómo va la banda? –dijo dirigiéndose a Patrick.
-Excelente, quizás consigamos un contrato para grabar un simple.
-¡Pero eso es genial! ¡Te felicito!
-Gracias, ojalá se nos dé.
-Seguro, son muy buenos, y se lo merecen. ¿Siguen en el Chester Bar?
-Si, pero también vamos otro, que es mas importante. Aunque el Chester creció muchísimo, Bill está muy contento.
-Ohh, Bill....le debo una visita. Decile que pronto voy a ir, no me olvidé de él. Anne, ¿dónde está Dante?
-Jugando en su habitación, pero....no creo que te quiera ver.
-Eso es seguro. Pero vine principalmente a eso, para hablar con él.


Golpeó suavemente la puerta y abrió. Dante jugaba con unos autitos, sobre una alfombra con dibujos de autopistas, por donde deslizaba los coches.
-Hola Dante.
-Hola Eva –respondió de manera cortante.
Sonrió y entró a la habitación. Se sentó en el suelo, frente a él.
-¿Sabés Dante? Las personas adultas, cuando se ponen serias, dicen una frase que hace que todos tiemblen: “Tenemos que hablar”. Y hoy te la digo a vos.
-Yo no soy persona adulta. Aún voy al jardín de infantes.
-Lo sé....pero como sos mi amigo, igual quiero hablar con vos. Porque somos amigos, ¿no?
-No sé.
-A ver –se acomodó mejor –te voy a explicar. A veces.....pasan cosas en la vida de las personas. Algunas son buenas, otras son malas, y otras, buenísimas. Las que a mí me están pasando ahora son buenísimas. Por ejemplo, tengo un trabajo muy bueno, algún día voy a pedir permiso para llevarte, así ves....
-¿Y por qué te vas? –cortó.
-A eso iba. Entre las cosas buenísimas hay algo mas. Me voy a vivir con...
-¿Con tu novio?
-Con unos amigos.
-¿Con unos amigos? ¡Ya sé! ¡Con The Beatles!
Tragó saliva. De alguna forma el chiquito se había dado cuenta.
-¿Qué te hace pensar eso?
-Siempre dijiste que ellos son tus amigos.
Ahí se debatió entre decirle o no. No quería mentirle, pero si le decía, el nene podría meter la pata contándoselo a cualquiera, y lo que menos quería era que se enterara la gente; las únicas que lo sabían eran Anne y Jenny., y ésta última había jurado no decirle nada a Patrick. Así que optó no por mentir, sino por omitir información.
-Son unos amigos, no te puedo decir nada mas.
-Ah, no deber ser The Beatles, porque ellos tienen novias y esas cosas....
-Claro –sonrió –Como yo quiero mucho a estos amigos, me voy a vivir con ellos, porque me lo ofrecieron. ¿Me perdonás?
-Está bien.
-Lo malo es que no podré seguir enseñándote a tocar.
-Patrick me dijo que él me dará clases.
-Veo que ya me reemplazaste –se hizo la enojada,  él chico la miró confundido, hasta que ella rió -¡Te estoy gastando una broma! Genial que te enseñe Patrick, él es muy muy bueno. Entonces...¿amigos? –le extendió su mano.
-¡Amigos! –respondió el chiquito estrechándosela –Vas a venir a visitarme,.¿no?
-¡Claro que sí! Cada vez que tenga tiempo vendré, y también podríamos ir a  alguna plaza, a jugar.
-Si, ¡plaza, plaza! –gritó.
Eva sonrió, y luego de darle un abrazo, le dio un sonoro beso en la frente.
-Sos mi angelito, Dante.


Después de juntar algunas pertenencias y ayudar a Jenny a acomodar las suyas, Eva se apareció en la casa de los chicos con algunas bolsas y cajas.
-¡Llegué! –gritó, mientras empujaba la puerta con un pie para cerrarla, ya que tenía las manos ocupadas con una gran caja.
Como nadie contestó, se dirigió al comedor, con una gran sonrisa. Pero se frenó en seco cuando vio quién estaba allí.
-Brian....Hola –saludó estupefacta.
-Hola –respondió mirándola extrañado -¿Y vos sos.....?
-Eva –trató de articular una sonrisa y miró a los chicos, casi desesperada.
-Eva....pasá –Paul se puso de pie y la acompañó hasta las escaleras.
-Paul....-susurró cuando ya estaban llegando a las mismas.
-Tranquila, vamos a decirle, vos no te preocupes.
-Yo también tendría que estar....
-No, no. Vos quedate acá. Esta es una charla entre nosotros y él. –le sonrió de manera tranquilizadora, y ella trató de corresponderle la sonrisa, pero subió muy nerviosa.


Cuando Paul se sentó nuevamente frente a la mesa, le dirigió una mirada significativa a John, quien cruzó las manos y se aclaró la garganta.
-Verás Brian, no te esperábamos...
-Lo sé –lo interrumpió –pero ya saben, debíamos arreglar el último destino de la gira, les dije, tenemos que resolverlo pronto y...
-Si, si, te dijimos que te daremos nuestro parecer mañana.
-Perfecto, entonces me voy.
-No, no. Tenemos que hablarte.
A Brian le pareció que John hablaba demasiado serio, y eso le trajo un mal presentimiento.
-¿Pasó algo grave?
-No –interrumpió Ringo –No es grave, sólo...pasó algo. Está pasando.
-Mmm....no entiendo.
-Tenemos novia –dijo John.
-Ahh....-respondió Brian luego de un largo suspiro –Bueno...supongo que esto iba a suceder....ya les he dicho, no se enreden con cualquier chica, muchas pueden resultar unas cazafortunas....
Los miró, todos asintieron con al cabeza, pero parecía que algo ocultaban. Hubo unos instantes de silencio, que decidió cortar.
-Bueno y....¿quiénes son? ¿Las conozco? ¿Me las presentarán?
Vio que todos se miraban, con rostro tenso. George parecía que iba a decir algo, pero calló, y entonces miraron a Paul, el mas “diplomático” para hablar. El chico comprendió, y se dispuso a hablar, tratando de encontrar las palabras correctas.
-Brian.....no tendrías que decir “¿Quiénes son?”. Mas bien, tendrías que decir “¿Quién es?”. Y si, la conocés.
-¿Cómo? Entonces, ¿solamente vos tenés novia? Pensé que todos...
-Sí, todos.
Los miró extrañado, tratando de comprender.
-Ustedes están drogados, ¿no? Porque si es así, entonces vine a hablarles completamente en vano, mañana ya no recordarán nada...
-No estamos drogados, estamos en condiciones normales.
-Pero Paul, entonces no entiendo qué me querés decir.
-Los cuatro estamos con la misma chica –todos miraron a George, que aún no había dicho nada y ahora hablaba, yendo al grano y con determinación.
-¿Qué? –preguntó el manager, mirándolo como si se hubiera vuelto loco.
-Lo que escuchaste. Los cuatro estamos con la misma chica
-Sí, ustedes está drogados. Volveré mañana –amagó ponerse de pie, pero escuchó a John y se detuvo.
-Estamos enamorados. Y de la misma chica.
-A ver...-se acomodó otra vez frente a los cuatro –aunque no lo quieran creer, es común que un grupo de amigos se sientan atraídos por misma mujer. Pero de ahí, a decir que es la novia de todos...
-Es que lo es –cortó Ringo –Ella también nos quiere, y aunque suene raro, aceptó nuestra propuesta, ser nuestra novia.
-Pero...pero¿¿¿qué clase de mujer aceptaría semejante cosa??? ¡Solamente una cualquiera!
-¡Ey Brian no te pases! –advirtió John
-¿No se dan cuenta? ¡Nadie puede hacer algo así! Está claro que cedió al capricho de ustedes sólo por dinero ¡Y eso que les dije que se cuidaran!
-¡¿Por qué hablás así si ni siquiera sabés cómo es?! –Paul se puso de pie, evidentemente enojado –No tenés idea de lo  que significa para nosotros
-¡No me hagan reír! ¡Teniendo a todas las mujeres del mundo, van a caer en la trapa de una sola!
-¡No es ninguna trampa Brian! –esta vez fue Ringo el que se puso de pie, sorprendiendo a Brian con su reacción –Los cuatro la queremos  y ella nos quiere a nosotros. Eso es todo.
-¡Pero cómo los va a querer a los cuatro! No sean infantiles ¡Eso no puede pasar!
-Si, puede pasar. Y te informamos que hoy se vino  vivir con nosotros –el único que parecía calmo era George, y eso alteró aún mas a Brian, hasta que cayó en cuenta de algo.
-Entonces es....
-Si, es Eva. La chica que viste recién.
Brian se puso de pie, con lentitud, y se paró detrás de la silla, apoyando las manos en el respaldo.
-Ya mismo se va de ésta casa.
-¿QUÉ? –preguntaron los cuatro.
-¡El que se va sos vos! –gritó John -¡No sos nadie para hecharla porque la casa es nuestra! ¡Y tampoco te estamos pidiendo tu permiso ni tu opinión!
Los miró furioso. Aquellos mocosos se estaban pasando de la raya.
-Está bien, yo me voy –dijo al fin –Pero desde ya les digo: cualquier cosa, olvídense de que tape sus escándalos ¡esto se acabó! Y otra cosa: esa mujer los va a llevar a la ruina –dio un portazo y se fue.
Eva, que había escuchado todo desde las escaleras, conteniendose de no aparecer en escena, no puedo resistir las lágrimas y corrió a encerrarse en su habitación. En esos momentos, las palabras de Brian la habían hecho pensar, y si, quizás tuviera razón, quizás ella podría significar la ruina de la banda, y lo que era peor, de la amistad.
-¡Eva! ¿Podés bajar? –escuchó la voz de Paul detrás de la puerta
-N...no puedo, estoy ordenando cosas –contestó atropelladamente
-Por favor....
-Ok, ahora voy....-dijo luego de un suspiro.
Se secó las lágrimas, aunque todavía tenía muchas ganas de seguir llorando, y bajó.
-Ey, Evy...-Ringo notó que había estado llorando y la abrazó ni bien terminó de bajar las escaleras. Eva no pudo contenerse y se aferró a él, en un llanto desconsolado.
-Escuchaste todo, ¿no? –le preguntó John
Sólo asintió, con la cabeza hundida en el pecho de Ringo. Él la separó, y le secó las lágrimas con los dedos.
-No llores mas, no hagas caso a lo que dijo.
Pero....¿y si tiene razón? Miren si todo se termina por mi culpa....
-No, no –dijo John –No pasará eso.
-Brian es así,  toma mal las cosas –agregó George –Pero después, cuando vea que todo va bien, se le va a pasar.
-No te preocupes, es nuestra vida y estamos bien así ¿Vos?
-Yo también Paulie....
-Entonces perfecto. Ya está, ya le dijimos, cumplimos con informarle. El resto es cosa de él, pero no queremos verte llorar mas ¿de acuerdo?
-De acuerdo.
-¿Una sonrisita? –dijo John haciéndole una cara chistosa, de la que ella no pudo evitar reírse. -¡Muy bien, así me gusta!
-¡Ahora vamos a comer!
-Oh no, este Hari siempre pensando en comida...-rieron por su comentario, y se dispusieron, entre todos, a preparar algo para cenar.


Los resultados de la cocina habían dejado bastante que desear: Eva cocinaba, pero lo justo y necesario, y los chicos apenas algo para sobrevivir y no morir de hambre. Terminaron tomando una sopa de algo que no se sabía muy  bien qué era, y que además estaba demasiado salada. Pero aún así comieron, mientras seguían riéndose de sus ineptitudes y mirando una película que daban por TV, tantas veces repetida que se sabían los diálogos.
Después, armando el mismo lío, lavaron los platos y se despidieron para irse a dormir.


Eva salió tiritando luego de bañarse y se sentó en su nueva cama, mirando aún sorprendida su habitación. Se río un poco al recordar las locuras de esa noche,  y pensó que Brian no tenía razón en lo que había dicho. Ella no era una cualquiera, simplemente estaba enamorada; y tampoco causaría la ruina de nada, porque no era su intención. Jamás dejaría a esos cuatro, a ese inmenso amor que tenía. Sonrió y se acostó.

Estaba dormitando cuando le pareció escuchar algo, y de pronto, una leve caricia.
-¿George?
-¿Cómo sabías que soy yo?
-Porque reconozco tus manos. Mentira. –rió –te distinguí con la poca luz que entra desde afuera. ¿Qué...?
No la dejó continuar, ya que la besó apasionadamente.
-Me dejaste picado con lo que me dijiste hoy –susurró.
-Mmm....¿viniste por mí o por la habitación violeta? –preguntó traviesa.
-Adivina
-Creo que...
Pero él nuevamente no la dejó terminar su frase, sólo la besó, ésta vez con un beso interminable, que no paró ni cuando se acomodo sobre ella.
Eva sonrió para sus adentros, él no venía por nada violeta. Ese chico la podía demasiado.