domingo, 30 de diciembre de 2012

Capitulo 49 Ella usó mi cabeza como un revólver


La estadía en Francia se estaba haciendo demasiado aburrida. No hacía ni dos días que estaba allí y ya se sentía fastidiada. Sarah, su compañera, no hacía mas que coquetear con todos y decir estupideces, aparte de reírse histéricamente de cualquier cosa. En una sola cosa coincidía con ella: en quejarse del hotel mugroso donde estaban parando.
-Eva, ¿podrías prestarme algo de shampoo? Olvidé el mío –dijo Sarah asomándose por la puerta del baño, tapándose con un toallón.
Suspiró y estiró su mano, para abrir el cierre de su maleta y sacar un frasco. Se puso de pie y se lo alcanzó.
-Gracias –sonrió la pelirroja antes de cerrar la puerta.
Se dejó caer en la cama y tomó su cámara, observándole todos sus detalles. En realidad no la observaba, su cabeza estaba en otra cosa: en los cuatro que había dejado en Londres.
Ni siquiera los había llamado avisándoles que ya estaba en su lugar de destino, pero sentía que quizás a ellos ni siquiera les importara. Sus dudas empezaron a asaltarla. Quizás, también, ella ya no fuera tan importante para ellos.
Se puso de pie, rebuscó en el bolsillo interno de su tapado que estaba colgado en una silla, y sacó un paquete. Lo abrió y a la vista quedó la hierba que se había traído. Comenzó a armarse un porro, pensando que lo único que tenía de ellos en ese momento era eso, un poco de hierba. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando por su mente cruzó una especie de presentimiento: quizás eso, la hierba y varios vicios que estaba adquiriendo fueran lo único que le quedaría de ellos.


-Ni siquiera llamó –dijo Ringo mirando el teléfono con insistencia.
-Que te olvides de ella Starkey, ya te lo dije –respondió George acomodándose la corbata frente al espejo.
-¿Cómo podés ser así?
-¿Así cómo?
-Parece que ya no te importara.
George se giró y miró a su amigo. Ringo se dio cuenta que lo de George eran puras palabras, su semblante demostraba que no la estaba pasando nada bien.
-No tendría que importarme porque a ella ya no le importamos. Pero bueno, la vida es así. El amor es así.
-Mejor vamos, Brian nos espera.
Cuando bajaron, el manager sólo hizo un suspiro de exasperación.
-Ustedes también. ¿No pueden cambiar esas caras de funeral?
-No. –respondió John.
-Lamento esto pero voy a pronunciar una frase que en este momento me regocija: “Se los dije”.
-Callate Brian –dijo Paul, sin poder ocultar su molestia –No hables como un padre. Y no te metas en esto.
-Muy bien, hagan lo que quieran. Pero esas caras las cambian.
Resignados, echaron a andar hacia la puerta.


-Hola Evita de mi amor.
-Salí de acá Robert, no me toques.
-Pero...
Se puso de pie, sin reprimir su cara de asco hacia su borracho compañero, que no había parado de molestarla.
-¿Te vas? –preguntó otro compañero.
-Si, me voy. Este bar apesta.
Tomó su chaqueta y se largó de allí, ante la mirada de desprecio de sus compañeros. Caminó hasta que salió de los suburbios y llegó al centro de París. Anduvo hasta cansarse y se sentó en el cordón de una vereda. No estaba permitido sentarse allí pero le daba igual. Vio que enfrente había un teléfono público y sin pensárselo dos veces cruzó la calle. Si embargo, al llegar, comenzó a dudar. ¿Llamar o no llamar? Miró a todos lados, impaciente sin saber porqué, como si esperara algo. Al fin se decidió y sacando unas monedas del bolsillo de su minifalda, se acercó y tomó el auricular, metiendo antes las monedas.
-Operadora, comuníqueme con Londres.


El teléfono sonaba y sonaba, pero no había nadie allí para atender. Los cuatro estaban en una fiesta que habían creído que sería aburrida, pero estaba resultando lo contrario. Esperaron a que Brian decidiera irse para soltarse del todo. Comenzaron por barrer con todo el alcohol que hubiera a su disposición, charlar o bailar con todas las mujeres,  y después terminaron encerrándose en un baño para fumarse unos porros.
-Me voy a volver loco –dijo John.
-Sólo se fue hace dos días y la extraño demasiado –agregó Ringo.
-No llamó, nada. No nos quiere.
-Paul no digas estupideces
-Es la verdad, George.
-Hari hace unas horas decias lo mismo.
-Pero ahora pienso lo contrario.....ay, no sé, no sé qué pensar.
-No pensemos nada, sigamos ahogando penas. Aprovechemos que es gratis.
Todos siguieron  a Paul no muy convencidos. Ni bien salieron, se separaron. Paul sólo se apoyó en una pared y cerró loso ojos, para calmar el mareo Cuando los abrió, tenía delante suyo a una chica rubia que lo miraba con curiosidad.
-¿Podría hacerte algunas preguntas? -dijo con tono amable.
-Ah, si, si, claro –trató de recuperar la compostura. –Primero decime tu nombre.
-Linda.


Colgó el teléfono con rabia y echó a andar, temiendo haberse perdido en aquella gran ciudad, aunque consideraba que si le pasaba eso sería un favor. Sólo tenía ganas de desaparecer.
Metió las manos en los bolsillos de su chaqueta, ya que tenía frío y caminó y caminó, a veces insultando a los automovilistas que le gritaban algo. La verdad que, siendo la hora de la madrugada que era, y estando sola en la calle, mas de uno la confundiría con una prostituta.
Cuando llegó al hotel, Sarah ya estaba dormida. Se desvistió mientras miraba a la chica, y pensaba qué habría hecho parta entrar a trabajar en la revista, cuando no sabía nada de nada. Evaluó si se habría acostado con el director o con el vice.
-Al fin llegás –se quejó la pelirroja cuando abrió los ojos, molesta por la luz del velador –mañana nos vamos a Lyon.
-Mirá que bien –contestó Eva sacándose las botas.
-Ey Sheels, ¿vos vivís sola? ¿Tenés novio? ¿Qué hacés de tu vida?
La miró bien, sin creerse que le preguntara eso, y se metió en la cama.
-Eso no es algo que te importe.


Después de un agotador, y según ellos, frustrante día de trabajo, los cuatro se sentaron a la mesa.
-Esta comida es horrible, ¿dónde la compraste John?
-Llamé a un teléfono que había pegado en la heladera. Comé y callate Harrison.
-Yo no tengo ganas –Ringo empujó su plato –Mejor me voy a dormir.
-Esperá –dijo Paul –Quiero mostrarles algo.
-La comida se enfría –John señaló el plato de Paul.
-Da igual –Paul revolvió sus bolsillos hasta que sacó una bolsita pequeña, con algo adentro envuelto en papel.
Abrió todo hasta que sobre la mesa quedó al descubierto un polvo blanco.
-¿Y eso? –preguntó George.
-Me la dio un amigo.
-No me digas que es.....
-Si John –completó Paul –Es coca, merca, piedra, la dama blanca....en fin, cocaína.
-Dame todo lo que tengas.
-Pará hombre, no te apresures....-con una sonrisita, fue armando una línea, y después comenzó a hacer un rollo con un billete. –Si tenemos dinero, podemos usarlo para cosas como estas, ¿no?
Al rato, todos estaban aspirando como locos, pero cuando el efecto se fue disipando, cayeron en un bajón que los deprimió aún mas.


Luego de tomar fotos a una banda que consideraba mediocre, Eva se sentó en la camioneta.
-Bien muchachos, es hora de partir hacia donde pasaremos la noche –anunció el chofer. Todos subieron precipitadamente.
-¿Podríamos....?-comenzó a decir, pero Robert, su compañero, la interrumpió hablando a los gritos sobre un partido de futbol que se disputaría esa noche en Inglaterra, el cual insistía en ver.
Cuando se calló, Eva volvió a hablarle al chofer.
-¿Podríamos pasar por un lugar donde haya teléfonos públicos?
-Claro que si Evita, ya busco uno.
Hizo una mueca, fastidiada por la forma en la que la llamaban, “Evita”. Diez minutos después, pedía comunicación, mientras  miraba a sus impacientes compañeros en la camioneta, al otro lado de la calle.
-Hola –dijo cuando escuchó que se descolgó el teléfono.
-¿Vos?
Reconoció enseguida la voz de George. Sonaba a rencor.
-George.....sí, soy yo.
-¿Recién ahora llamás?
-Perdoname....Llamé anoche pero nadie contestó.
-No estábamos.
Escuchó ruidos, y otras voces, pero no pudo reconocerlas debido al barullo de la calle.
-Eva...
-¿Ringo? ¿Sos vos?
-Te extraño.
Sonrió, le pareció tremendamente tierno, al menos él no estaba enojado. Pero también le pareció extraño.
-Ringo...¿te pasa algo?
-No....
-¿Estás drogado? –dijo lo mas bajo posible.
-Bueno....sí, algo así.....Cuando vuelvas la vas a probar, es co....
-Hola Victoria. –se escuchó de repente.
-John.
-¿Llamaste para decirnos lo bien que estás? ¿Ya no volverás?
Puso los ojos en blanco y suspiró profundo. No le diría que lo estaba pasando mal sólo para no darle el gusto.
-Llamé para ver cómo están. Y sí, volveré.
-Que bien, pero no sos nuestra madre para llamar por si estamos bien o mal. No estamos a tu cuidado.
-¡Eva apurate! –gritó Sarah desde la ventanilla de la camioneta.
-Tengo que irme, me están esperando.
-Da igual –dijo John, y colgó.
Casi azotó el auricular contra el aparato y cruzó la calle sin mirar, en dirección a la camioneta.
-¿Dijiste Ringo? ¿Hablabas con alguien que se llama Ringo? –preguntó Sarah con insistencia.
-Si, mi perro.
-¿Tu perro habla por teléfono?
-Ya vámonos –le dijo al chofer, que arrancó enseguida.

-¡¿Qué hiciste?! –exclamó Paul -¡Iba a  hablar yo!
-Tuvo que irse, la esperaban., o algo así dijo. Además, te recuerdo que hace unos minutos no parabas de insultarla.
-Pero....no sabía que llamaría –se dejó caer en un sillón, y se agarró la cabeza –Esto me va  a matar.
-Esa porquería te tira abajo....no sé si la volveré  a probar....-dijo George.
-No me refería a eso. Me refería a lo de Eva.
-Bueno si, también......
-¿A veces no sienten que todo se está yendo al carajo? –John miró a sus amigos, que sólo asintieron.



Los días pasaron con lentitud, una lentitud suficiente como para volverlos locos a los cinco. El humor no ayudaba, ya que era fluctuante. Todos pasaban del amor al odio en cuestión de minutos, lo mismo sucedía con las recriminaciones, las culpas, las excusas, los celos, las suposiciones.....
Eva concluyó que el viaje había sido el peor de su vida, ya que ni siquiera había apreciado los paisajes, debido a su constante preocupación.
Pero no quería reconocerlo, sentía que si lo hacía en cierto modo les estaría dando la razón a ellos. Se sentía dominada, pero a la vez incapaz de sobrevivir sin esa dominación.


Cuando al fin se paró frente a la puerta de la casa con una maleta en cada mano, se debatía entre llamar o no. Quizás la echaran como a un perro.
Se decidió y  extendió su brazo para golpear, pero no tuvo tiempo, la puerta se abrió, y apareció George, que tampoco le dejó tiempo para hablar, ya que cuando quiso decir algo, él ya la estaba besando con desesperación.
Se separó de ella, para mirarla con sus profundos ojos, y acariciarle el rostro.
-¿Estás bien? ¿No te pasó nada?
-Si George, estoy bien....-dijo aún sorprendida -¿No....no estás enojado?
El chico sólo sonrió y volvió a acariciarle el rostro.
-Tantas veces me enojé y tantas te perdoné....Aunque ni sé si había algo para perdonar. Vení, entrá. Vi por la ventana que habías llegado, por eso corrí a abrirte.
Entró con una sonrisa, auque también temiendo por la reacción de los otros.
Vio que Paul bajaba las escaleras corriendo, y se alegró de inmediato. El sólo la besó casi con la misma pasión que George, y luego le besó el resto de la cara y el cuello.
-Ya Paul...-rió.
La abrazó, y le acarició el pelo.
-Te extrañé, ¿sabés?
-Yo también Paulie. A todos los extrañé.
-¿Segura? ¿A mí también?
Se soltó de Paul y vio a John, apoyado en el marco de la puerta de la sala de música. Curiosamente, la reacción que mas temía era la de él.
-Sí John.  A vos también.
Le sostuvo una mirada de hielo, hasta que al fin la relajó y le sonrió. Durante esos segundos, Eva temió lo peor.
-Vení Vicky –John extendió sus brazos y ella fue a él.
Se abrazaron con fuerza, y después se besaron, pero de una forma mucho mas tranquila.
-Te amo, ¿lo sabías?
-Claro que lo sé, John, y no lo dudo. Y yo también te amo.
John le regaló una sonrisa que ella pocas veces le había visto, una sonrisa llena de sinceridad y agradecimiento.
-¿Y Ringo? –preguntó.
-Por ahí...-contestó George sin darle importancia.
-¡Está en el jardín! Ni se debe haber enterado que llegaste, voy por él.
-No Paul, dejame a mí, voy a darle la sorpresa.
Salió al jardín y allí lo vio, sentado con su mirada confundida en el azul del cielo.
Se acercó de puntillas, por detrás, y le tapó los ojos.
-¿Quién soy?
Ringo quitó sus manos al instante y se giró rápidamente.
-¡Viniste!
-¡Claro que vine, amor! –le plantó un gran beso, y cuando intentó separarse, fue él quien la besó, con mas intensidad.
-Vamos adentro, ¿si? Hay mucho de qué hablar.



Pronto se hizo de noche, el tiempo pasó rápido mientras ellos le contaban todos los sufrimientos por los que había pasado. Se sintió culpable, pero luego siguió hablando ella. Sin darse cuenta, comenzó a hablarles de su viaje, no podía ocultarles nada a esos cuatro pares de ojos que la miraban con toda curiosidad e interés. Les habló de las condiciones, del acoso de sus compañeros, de Sarah....Sin embargo, ellos no le recriminaron nada, simplemente la escucharon y la consolaron de su desilusión. Mientras los escuchaba y aceptaba sus mimos, se le pasó por la cabeza lo que tantas veces le habían dicho. Dejar el trabajo. Comenzó a pensar que quizás no era una idea tan mala.  


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Hola! Ultimo capitulo del año! Espero que lo pasen lindo :)
Les dejo la canción que le da título al capi, una de mis canciones preferidas, que se puede usar para aplacarla a una mujer, pero dicen que en realidad está dedicada a la cocaína, o sea, está bien relacionada al capitulo jeje. 


domingo, 9 de diciembre de 2012

Capitulo 48 Presenté mis credenciales a tu risa, y me clavaste una lanza en el costado.


Parada al lado de un montón de desconocidos, sonreía nerviosa. Era la inauguración de la exposición, y Scott, el hombre mayor que prácticamente era dueño del instituto, pronunciaba unas palabras de bienvenida a todos los interesados que se habían acercado.
Además de ella, exponían unos diez fotógrafos mas, por lo tanto la galería de arte estaba llena, de punta a punta, de fotografías, que todos miraban con interés.
-Hola...-escuchó detrás suyo, y de inmediato reconoció la voz y se giró, asustada.
-¡George! –exclamó, aunque en voz baja -¿Qué hacés acá?
-Vinimos –dijo sonriendo con inocencia.
Eva miró a su alrededor hasta que distinguió a los otros tres, perfectamente disfrazados.
-¿Qué hacen acá? –le dijo a George -¡Los pueden reconocer y se armará un caos!
-Tranquila, no pasará nada.
-Hola Vicky –dijo John, acercándose –No suponías que te dejaríamos sola, ¿o si?
-Pues...ni siquiera lo habia pensado. Di por sentado que no venían
-Pero acá estamos. Te felicito, estás teniendo éxito. Esos tipos de allá miran muy bien tus fotos.
-John...esos son Paul y Ringo –dijo muerta de risa.
-Ah, mirá vos, están irreconocibles jaja. Bueno, hay mas tipos que también miran tus fotos.
-Es verdad, yo escuché a unos tipos cuchicheando sobre lo tuyo –dijo George.
Murray se acercó y miró con algo de curiosidad a los dos extraños.
-Son amigos míos –dijo Eva antes de que la mujer pronunciara una palabra.
-Un gusto –dijo Murray, con poca expresión –Eva, vení conmigo, hay gente que pregunta por vos.
Saludó con la mano a George y a John y se fue. Murray le presentó al resto de los fotógrafos, algunos simpáticos, otros un poco reticentes. Seguramente no les caería muy bien la entrada de una “nueva” al círculo casi exclusivo que parecía tener el instituto. Sin embargo, las buenas críticas, tanto de los fotógrafos como de otros hombres que se encontraban allí, le dieron mas confianza como para enfrentar a esas miradas displicentes.
Regresó junto a los chicos, que ni bien pisaron la casa descorcharon champagne.
-Hay que brindar –dijo Ringo sirviendo las copas –Eva tuvo un éxito rotundo en su primer exposición y nosotros....¡terminamos el disco!
-¿Ya? ¡Qué rápido! Los felicito.
-Claro que lo hicimos rápido, nosotros somos así –John le guiñó un ojo.
-Eso ya lo sé –respondió ella con una sonrisa picara.
-Ey Evy, tendrías que dejar tu trabajo y dedicarte solo a esto.
-Paul, lo de las exposiciones no es nada seguro, capaz que ni me vuelven a llamar.
-Brindemos de una vez –dijo George.




-Hola, soy Jenny –saludó la chica cuando Ringo abrió la puerta.
-Si, ya sé quién sos –rió -¿Buscás a Eva? Ya la llamo. Pasá, ponete cómoda.
-Ok, gracias –Jenny entró y al instante se quedó sola. Comenzó a mirar todo a su alrededor con mucha curiosidad. En otros épocas hubiera matado por entrar allí, y una vez dentro se hubiera llevado hasta el polvo de las alfombras, pero en ese momento de su vida ya no estaba para esas cosas de chiquilla.
-Ey Jen, ¿cómo estás? –saludó Eva, bajando las escaleras –Te esperaba en la exposición, y no fuiste. Mala amiga –dijo riéndose, pero Jenny se mantuvo seria.
-¿Podría hablar con vos de...un tema?
-Por supuesto, ¿pasó algo grave? –dijo preocupada al ver el semblante de su amiga.
-No, no.
-Vení, vamos a mi habitación.
Jenny siguió a Eva, subiendo por las escaleras, hasta que llegaron y se encerraron. Ambas se sentaron en la espaciosa cama.
-Contame qué te pasó.
-Es...Joseph.
-Me imaginé –dijo en un suspiro.
-Eva yo.....voy a volver con él.
-¿Qué? –preguntó sobresaltándose.
-Si, voy a hacer eso.
-Jenny....no, no lo hagas....
-Lo quiero, y no puedo evitarlo –dijo tratando de ocultar un sollozo.
-Pero, ¿y Patrick? ¿A él no lo querés?
-Si, claro que lo quiero. Pero lo de Joseph...es distinto, es mas....mas...
-Mas nada Jennifer –le cortó, enojada –No podés hacer esto, te vas a arruinar la vida.
-Es una decisión tomada.
-¡Que no! No podés hacerlo, te vas a arrepentir, ¿ya no recordás todo lo que te hizo?
-Si, claro que lo recuerdo. Eva vos también vas a arruinarte la vida, y sin embargo no te digo nada, cuando te lo dije no me hiciste caso, seguiste adelante. ¡Yo voy a hacer lo mismo!
-¡Pero es muy distinto! A ver....-respiró profundamente, tratando de calmarse para poder hablar bien –tenés que pensar no solo en vos, sino también  en Patrick, saldrá muy lastimado y no se lo merece.
-Ya lo sé. Estaré con Joseph, si las cosas no van bien seguiré con Patrick, y no se enterará nunca de nada. Y si todo va bien....bueno, buscaré la firma de decírselo.
-Jenny eso es muy egoísta. –la miró bien, tratando de reconocer a quien tenía enfrente. No era la misma Jenny de siempre.
-Vos también sos muy egoísta.
-No desvíes el tema hacia mí, estamos hablando de vos. Lo vas a usar, lo vas a engañar, o cornear, o como le digas, todo por volver con....¡con ese viejo!
-¡Basta Eva Sheels! ¡Basta de opinar y criticarme! No sé para qué vine  a contarte esto. Evidentemente, no me entendés. ¡Me voy!
Y sin darle tiempo a nada, Jenny desapareció dando un portazo. Pero Eva ni trató de retenerla. Sabía que en poco tiempo volvería. Rogaba que sucediera eso, antes  de que fuera demasiado tarde.
-¿Pasó algo? ¿Estás bien? –dijo George asomándose –Escuché a tu amiga que....
-Si, pasó algo malo –lo interrumpió, mientras trataba de aguantarse las lágrimas de rabia que querían escapársele.
-Uy no....-George entró, cerró la puerta y se sentó con cuidado a su lado. La abrazó y le dio un beso en el pelo –Contame todo lo que pasó. Y llorá todo lo que necesites, sabés que a mi no me importa.



Al día siguiente, entró al edificio buscando a su amiga hasta que se topó con su mirada. Las milésimas de segundos que la vio, notó una mirada fría, que luego Jenny desvió, para mirar hacia unos papeles que tenía en la mano. Igualmente se acercó.
-Jenny....
La chica ni levantó la vista, y justo comenzó  sonar uno de los teléfonos.
-Tengo que atender –fue todo lo que dijo, antes de descolgar.
Eva dio media vuelta y subió las escaleras. El día, en esas condiciones, le sería muy duro, y quien sabe hasta cuándo serian así. Jenny parecía ser la chica que conoció, había retrocedido al pasado. Seguramente Joseph ya le habría llenado la cabeza.
Caminaba por el pasillo pensando en todas esas cosas cuando se abrió la puerta de una de las oficinas y se apareció el director.
-Ah Eva, justo tenía que hablar con vos.
-Bueno, dígame –trató de hacer una sonrisa.
-Verás....tendrás que hacer un viaje.
-¿Un viaje?
-A Francia. Hay bandas y cantantes nuevos allí, y estaría bueno que hagamos una recorrida, así se nota que somos internacionales. No te preocupes, no irás sola con los muchachos –rió –también irá Sarah.
Saber que tenía que irse de viaje, y encima con Sarah, una pelirroja de ojos verdes por la que todos estaban locos aunque no sabía ni escribir sin faltas de ortografía, le hizo dibujar una mueca en la cara.
-Pero...¿tengo que ir yo?
-Así es, sos de lo mejor de acá. El viaje estaba planeado para hace tiempo atrás, pero como estabas enferma......Además, podrás tomarte unas mini vacaciones. ¿Alguna vez fuiste a Francia?
-No.
-Bueno, aprovechá. Salen en dos días.
-¿Cómo? ¿Dos días?
-Si, ¿para qué esperar mas? Te dejaré tu pasaje esta tarde. Ah, y recordá que te pagaré mas, ya sabés, los viáticos. ¡Nos vemos!
El director se alejó alegremente, mientras saludaba a todos los empleados que se le cruzaban. Eva se mordió el labio y se agarró la frente. En esos momentos odiaba su trabajo.



-Muñeca....
-Ay Ringo soltame –dijo riendo –Estoy cocinando.
-Eso puede esperar –dijo besándole el cuello -¿Qué te parece?
-Ey, ey, está haciendo comida eso es importante, no la molestes –dijo George entrado a la cocina.
-Harrison el interrumpidor –Ringo soltó a Eva -¿Por qué no te casás con la comida y dejás de molestar?
-Pobre Georgie, seguro tenés hambre.
-Si mami.
-Ay “si mami” –se burló Ringo, pero por toda respuesta, George le sacó la lengua.
-Acá hay unos bocadillos, comé uno. O bueno, comé todos –Eva le dio una bandeja, que George comenzó a comer con entusiasmo.
-Mmm....está delicioso.
-Hola energúmenos –saludó John –Perdón, eso no iba  para vos Vicky.
-Mas te vale. ¿Ya terminaron?
-Si, solo era grabar las voces de Paul y la mía. Ya casi está terminada la canción.
-¿Y Paul dónde está?
-No sé, se quedó comprando “una cosa”. Así dijo.
-Que raro. Bueno, ¿me van  a ayudar con la comida? Miren que yo no soy su chef.
-Ayy...está bien, te ayudamos –dijeron de mala gana.
Los cuatro siguieron con la comida con tranquilidad, ya que cada uno estaba concentrado en una tarea, para así terminar mas rápido.
-Para mí que Paul se fue por ahí para no cocinar –dijo Ringo –Yo tendría que haber hecho lo mismo, así no luchaba con estas cebollas de mierda.
-Uy no...¿te hacen llorar? –Eva se acercó.
-Me hacen llorar como la puta madre.....las odio –se restregó los ojos –Ay....¡arde!
-Vení, vení, dejá eso, no quiero que esos ojazos se estropeen –le dio un beso en cada párpado, mientras él reía –Dejame que yo sigo.
-No, no, te va a hacer mal.
-¡Hola!
Todos se dieron vuelta y vieron a un gran ramo de flores de colores, y detrás, a Paul.
-¿Y esas flores? ¿Son para tu entierro? –dijo John.
-Idiota. Son para Eva.
-¿Para mi? ¡Paulie! ¡Gracias! –se abalanzó sobre él, para llenarle la cara de besos.
-¿Te gustan?
-¡Me encantan! Voy a ponerlas en mi habitación, ya vuelvo.
Subió corriendo con el ramo, y cuando entró a su habitación, buscó un florero, que llenó de agua. Mientras acomodaba las hermosas flores, recordó que tenía algo para decirles. Algo que seguramente no tomarían bien. Suspiró.


-Al fin, ya te estábamos por llamar a comer. Como ves, terminamos –dijo John –Y apurémonos porque tengo hambre.
-De acuerdo, pero...
-¡Vamos a comer! –George  se sentó a la mesa y miró impaciente a todos.
-Si, pero quería decirles algo...
-Puede esperar, hay que comer.
-Paren, paren, es algo importante.
Los cuatro la miraron inquisitivamente, ya que no distinguían la expresión de su rostro, parecía insegura, tímida, perdida....
-¿Pasó algo malo? –peguntó Paul con miedo.
-No....es....es que....
-Sin rodeos Vicky.
-Ok. En dos días me voy a Francia.
-¿Qué? –preguntaron al unísono.
-Me voy  por diez días.
-Pero...pero.....¿por qué? –peguntó George, canalizando el desconcierto de todos.
-Me mandan de la revista. Tengo que ir, no me queda otra opción.
-¿Vas a ir sola?
-No Rin. Voy  con mis compañeros.
-¿Compañeros? ¿Son hombres?
-Si....-dijo con miedo –Somos siete personas., cinco hombres y dos mujeres.
-¿Cinco tipos? ¿Diez días viajando con cinco tipos?
-Son muy buenos, no se preocupen, siempre trabajo con ellos.
-¡Pero Eva! –Paul se levantó de la silla –A ver, entiendo que sean buenos, que los conozcas, pero una cosa es trabajar una tarde a cinco cuadras de tu casa, y otra estar diez días en Francia.
-Ya sé que hay diferencias, pero la mayoría está casado y....
-Eso no tiene nada que ver –cortó John –Olvidate de ese viaje. No vas.
-Es mi trabajo, y tengo que cumplir, lo suspendieron antes porque estaba “enferma”
-Ah, ahora la culpa es nuestra.
-No estoy diciendo eso, Lennon –lo miró con severidad.
-¿Entendés porqué te decíamos que dejaras el trabajo? Te quita tiempo, y si ahora te mandan a Francia, mañana te mandarán a Alemania, pasado a América, y así.
-Y bueno...tendré que ir.
-Es que no vas a ir. Renunciá.
-¿Eh?
-Si, renunciá –dijo George.
-Otra vez este tema.....Ya les dije que no.
-¿Pero por qué? Podés seguir en ese instituto.
-Ya dije que no es algo seguro eso. Quiero trabajar, me gusta disponer de mi propio dinero.
-Cortala Eva –John se puso de pie, y se paró frente a ella –Cortala con esos delirios de independencia. No estás sola, no vivís sola. Cualquier mujer deja un poquito eso cuando tiene novio o se casa.
-Y no soy como otras mujeres.
-Eso salta a la vista. Estás con cuatro.
-¡Pero eso no les da derecho a...!
-Eva si querés trabajar, está bien. Pero te buscás otra cosa. Esto de que te vayas de viaje no me gusta. No NOS gusta.-dijo Paul
-A mi no me van a estar mandando ustedes, o soy su esclava.
-¡Nadie te dice eso! Empecemos a comportarnos como pareja. Está bien., somos una pareja un poco....rara. Pero estamos juntos.
-Cuando nosotros nos fuimos, te llevamos, no te dejamos sola –dijo Ringo.
-¡Pero yo no puedo llevarlos a ustedes!
-¡Nadie te pide eso, mujer! Te pedimos que no vayas.
-Voy a ir igual.
-No sabés lo que significa estar juntos –dijo John.
-No me hieras con eso.
-No me importa si te hiere o no, te estoy diciendo la verdad. No sabés estar con alguien. No todo es revocarse en la cama, ¿sabés? Pero veo que no entendés. Así que hacé lo que quieras.
-Pos supuesto que  voy a hacer lo que quiero.
-De eso no me quedan dudas –dijo Paul.
John dio media vuelta y se fue al jardín, junto a Paul. Ringo subió las escaleras, pasando a su lado sin siquiera mirarla, y George se levantó de la mesa arrojando una servilleta, y se metió en la sala a mirar televisión. Ella subió las escaleras con lentitud, se encerró en su habitación, y rebuscó en el cajón de su mesa de luz, hasta que encontró un porro. Lo encendió, y se echó en la cama.

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Hola! Perdonen por tardar en subir, pero acá les dejo este capitulo que me gustó mucho escribir, espero que se note jajaja, como ven, todos andan medios egoístas y caprichosos, nadie es santo acá XD
Les dejo el video con la canción que le da título al capítulo, seguro que la conocen

domingo, 25 de noviembre de 2012

Capitulo 47 Handle with care


Sentada en el avión, al lado de Paul, miraba por la ventanilla. Después de su tormenta con Brian, las cosas habian mejorado un poco. Por lo menos podía viajar con ellos en el regreso a casa y, siempre simulando, los últimos días de la gira los había acompañado en actuaciones o entrevistas.
El asunto de los anónimos estaba casi solucionado. Según Brian, eran producto de los empleados de los hoteles, que siempre se pasaban de chismosos. Había hablado con el dueño del último hotel, que advirtió a sus empleados y no apareció mas ningún papelito misterioso. La hipótesis se conformaría cuando la gira terminara, sino volvía a aparecer ningún anónimo mas, sería cosa de los hoteles.
-¿Estás bien? –preguntó Paul.
-Si, si, sólo pensaba.
-¿En qué?
-Que curioso sos –rió –Pensaba que las cosas mejoraron un poco.
-Es verdad. Y mejorarán mas cuando lleguemos a casa -le dio un beso rápido.
-¡Paul! ¡Que nos pueden ver!
-Ay pero si sólo fue un besito –contestó el haciéndose el inocente.

Pasaron dos días donde lo único que hicieron fue dormir, aprovechando el tiempo que les habían robado en la gira. Después, hubo que volver al trabajo.
-¡Eva! –gritó Jenny ni bien la vio –Que...que bien que estás...-dijo mirando a todos lados.
-Ah si, si, estoy mucho mejor –Eva trató de aguantarse la risa.
-Esta noche te invito a cenar con Anne. Y nos contás todo, todo. ¿Te parece bien?
-Buenísimo ¡reunión de chicas!
-Eva, ¿cómo estás?
Se giró y se encontró nada menos que con el director de la revista.
-Ya estoy muy bien, y lista para volver a trabajar.
-Excelente, ésta tarde acompañarás a los muchachos, entrevistarán a los Kinks.
Se sintió un poco nerviosa al oír eso, temía encontrase con Dave Davis y que volviera con sus sospechas, pero no le quedaba mas remedio.

El resto de la mañana lo pasó junto al trabajo atrasado que tenía. Legó la hora del almuerzo, pero Jenny estaba muy atareada, asi que Eva cruzó al bar de enfrente, donde siempre comían. No alcanzó a llegar, cuando se cruzó con un hombre que le pareció reconocer. Se giró  y se percató de que el hombre que la miraba. Se acercó a ella.
-Eva, ¿cómo estás?
Abrió grande sus marrones ojos. Por nada del mundo esperaba volver a encontrarse alguna vez con Joseph.
-Ho...hola Joseph. Estoy bien.
-Necesito ver a Jenny.
-¿Para qué? –preguntó, poniéndose  a la defensiva.
-Por favor....confirmame que sigue trabajando acá enfrente.
-No te voy a decir nada. Debo irme, se me hace tarde.
-Decile que la necesito. Me divorcié, al fin. Quiero que vuelva conmigo.
-No soy tu mensajera. Decile vos cuando la encuentres algún día.
Entró al bar y pidió el teléfono. Desde allí se comunicó con su amiga.
-Jenny soy Eva.
-Hola, tanto tiempo –rió la chica.
-Tengo que contarte algo. Me encontré con Joseph. Te está buscando, está en la puerta del edificio.
No escuchó nada mas, hasta que un ruido seco cortó la comunicación. Devolvió el teléfono y se sentó en la mesa de siempre. Por la ventana vigiló a Joseph y rogó que su amiga no hiciera ninguna locura. Sabía lo mucho que lo había querido, y no estaba segura de que hubiera dejado de quererlo. Si volvía con él se arruinaría la vida.


Su turno de tarde comenzó, intentó hablar con Jenny pero estaba muy ida, distante. Sabía que no se habia encontrado con Joseph, pero saber que la buscaba seguramente la había perturbado.
Esperaba junto a los entrevistadores en la casa de los hermanos Davies, donde se realizaría la entrevista.
-Hola Eva –saludó Dave. Lo vio con un aspecto y actitudes burlonas y sarcásticas, y así respondió a las preguntas.
Cuando todo finalizó, suspiró aliviada, había sido algo incómodo para todos.
-¿Cómo estás?
-Estoy bien Dave, gracias –contestó indiferente, mientras guardaba la cámara.
-¿Sabés? Tengo novia. Y...otras chicas mas. No necesito mujeres que se acuestan con beatles.
-¿Pero qué decís? –lo miró, escandalizada.
-¿Me va  a decir que no es verdad?
-Claro que te lo digo. Y otra cosa, me importa un rábano tu vida privada. No me molestes.
-Si, claro....
-Sos un histérico con la fama en la cabeza. ¿Porque una te dijo que no le inventás toda una historia?
-Ya te dije que digo la verdad. Sos asistente, todas las asistentes se acuestan por lo menos con dos de la banda. Sos una groupie, Eva querida.
Se colgó su bolso, indignada, y se fue junto a sus compañeros que la llamaban. En el viaje en camioneta, de regreso a las oficinas de la revista, no pudo sacarse de la cabeza lo que Dave le había dicho. Después de todo, tenía toda la razón.


John y George la miraron serios. En verdad, ni siquiera había pensado en como lo tomarían, era algo muy inocente y simple.
-¿Qué pasa? –peguntó con inquietud.
-Las “cenas de chicas” siempre me resultaron raras –respondió George.
-Chicos solo vamos Jenny, Anne, y yo. Hace mucho que no tenemos una charla entre las tres.
-Pero nosotros planeamos una super cena, ahora que por fin volvió todo a la normalidad –dijo John.
-Yo...no sabía.
-Hacé lo que quieras –George subió la escalera.
-¿Qué le pasa? –le preguntó a John.
-Tiene razón.
-Oigan no seas tan celosos, sólo es una cena –John no la escuchó, solo imitó a George y se fue.
-¿Pasó algo? –preguntó Ringo entrando desde la cocina.
-John y George se enojaron –respondió molesta.
-Ah...¿por la cena con tus amigas?
-Si. ¿Vos también? –lo miró con enojo, pero el chico sólo le dio una sonrisa dulce.
-Claro que no. No tengo motivos para enojarme –la tomó de la cintura y le plantó un gran beso.
-Veo que sos mas vivo que los otros dos –le dijo ella con picardía.
-Por supuesto, ¿tenías alguna duda?


En la cena, hablaron de todo, pero Jenny se veía incómoda, hasta que, presionada por las preguntas, decidió hablar.
-Me encontré con Joseph. Salí con la excusa de ir al bar para hablar con él.
-¿Y? –preguntó Anne.
-Me habló. Se separó de su mujer. Y...quiere volver conmigo.
-Pero vos estás con Patrick, y estás bien. Quiero imaginarme que lo querés.
-Si Anne, lo quiero pero....con Joseph viví muchas cosas.
-¡Por favor Jenny! –exclamó Eva –Ese tipo te usó, te jodió muchos años.
-Mirá quien habla. ¿Pensás que terminarás bien cuando todo se acabe con tus cuatro?
-¡No hay puntos de comparación!
-Chicas, no peleen por favor –Anne intentó calmar los ánimos –Jenny, pensá un poco. Eva tiene razón en algo, te arruinó pese a los momentos lindos que hayas vivido con él.
-Jenny pensá en Patrick, ese chico te adora, es bueno, tiene un gran futuro, le vas a destrozar el corazón.
-Estoy muy confundida.....-comenzaron a caerle algunas lágrimas -¡Mierda! ¡Ya estoy llorando!
-Tranquila, pensalo con la cabeza en frío.
-Eso haré, gracias por todo.


Se encerró en su pequeño laboratorio montado en la casa. Buscó los rollos y rollos que tenía. Era el momento de revelar las fotos.
La puerta se abrió lentamente y apareció George.
-Evy, teléfono para vos.
-Gracias George.
El chico cerró la puerta. Suspiró, algo molesta. Todavía no entendía qué les había pasado a George y a John. Después de su escenita de celos, pasaron casi dos días sin hablarle, dos días donde se comió la cabeza, se llenó de culpas y enojos, y ellos parecieron de los mas tranquilos. Y después, volvieron a hablarle, y a besarla, y a todo. Y ella no podía resistirse, ni poner una objeción. A veces pensaba que tenían la capacidad de dominarla sólo con la mirada.
-Hola....-dijo cuando se puso al teléfono.
-Soy Murray, del instituto de fotografía.
-Ah, hola señora Murray.
-Quería saber si ya tenía las fotos para al exposición.
-En este momento comenzaba a revelarlas....
-Tiene tiempo para traerlas hasta la semana que viene. Que no sean mas de 100, hay muchos que compiten por un lugar.
-De acuerdo...-respondió dudando, no sabía eso de “competir”. Pensaba que cuando le había ofrecido hacer eso ya tenia el lugar asegurado.
Se despidió y colgó con algo de desilución.

La semana pasó demasiado rápido, debía buscarse el tiempo para encerrarse y seguir revelando fotos a veces hasta altas horas de la noche.
Cuando al fin terminó, eran mas de 300. Comenzó una selección muy meticulosa, descartando lo que le parecia mediocre, ordinario, o simplemente malo. A la vez pensaba que eso de “competir” no le iba. Era una época donde todo el mundo sacaba fotografías, era casi pasión en todos, y ella no era una profesional en el ámbito artístico, así que no consideraba que llegaría a la exposición.
Luego de terminar la selección, contó lo que tenía: 200. Ya estaba cansada, así que, bostezando, salió del pequeño cuarto.
-Chicos....-los cuatro dejaron de mirar televisión y leer revistas -¿Podrían venir?


-¿Que hagamos qué? –preguntó Paul, sorprendido.
-Que seleccionen las que le parecen mejores
-¡Pero son un montón! –exclamó Ringo, tratando de abarcar con su mirada la cantidad de fotos dispersas y colgadas por todo el cuarto.
-Hay 200. Les daré 50 a cada uno, al azar. Traten de reducirlas a la mitad.
-O sea....¿que de 50 elijamos sólo 25? –preguntó John –Es imposible.
-Es posible, se los aseguro.
-¡Todas son muy buenas! Y te lo digo yo, que tengo ojo de fotógrafo –dijo George.
Eva juntó y contó las fotos, formando cuatro montoncitos de 50 fotos, y se los dió.
-Tienen dos días para hacer la tarea.


Luego de esos dos días, John golpeó con insistencia la puerta.
-Mmm..¿quién es? Pase....-respondió somnolienta -¡Ringo! ¿Qué hacés en mi cama?
-Dormía....
-Hora de levantarse –dijo John entrado –Veo que tenés compañía.
-John, buen día. Ringo ¿por qué no me avisaste que estabas acá? Esa costumbre que tienen de meterse sin decir nada...
-Señorita maestra, acá le traigo mi tarea. 25 fotos.
-Gracias John. Ringo....
-Uy ya voy, ya me levanto, hola a todos –se incorporó, rezongando.
-¿Terminaste tu tarea, Starkey? –preguntó John.
-Eva estaba dormida.
-¡No me refiero a eso, idiota! ¡Te hablo de las fotos!
-John, es temprano para que andes a los gritos.....Y si, ya tengo las fotos.
-Chicos, por favor, váyanse que me quiero levantar.


Mientras desayunaba, desparramó las fotos sobre la mesa, bajo la atenta mirada de los chicos.
-Fue un trabajo insalubre –dijo George –Una pena descartar algunas muy buenas.
-Quedan para la exposición que viene.
-Ojala haya “exposición”, Paul.
-Ay Eva, seguro entrás.
-Me estoy arrepintiendo un poco....
-No seas tonta Vicky, vas a ver que sí. Estaría bueno que te dedicaras sólo a esa cosas. Es mas independiente y no dependés de horarios de trabajo.
-Mmm....no sé, John. Es un mundo del que no sé nada. Bueno, les agradezco su colaboración, señores. Serán bien recompensados.
Metió todas las fotos en un sobre color madera y escribió los nombres de Murray y Scott, los directores del instituto. Antes de entrar a trabajar, dejó el sobre en la recepción, con pocas esperanzas.


-EVAAA!!!! –el grito desaforado de Ringo la hizo saltar de la silla. Se puso de pie, enojada.
-¿Qué mierda pasa?
-¡Teléfono! ¡Y son del instituto ese!
Corrió hasta el teléfono y le quitó el auricular de las manos. Sin embargo, cuando se dispuso a hablar, tuvo miedo. Miró a Ringo, que le sonrió, tranquilizándola.
-Hola....
-¿Señorita Shells? Soy la señora Murray.
-Hola señora Murray, ¿cómo le va?
-Muy bien, recién terminamos de ver su trabajo. En diez días la quiero en la inauguración de la exposición. Su trabajo es muy bueno.
Apenas pudo reprimir un gritito de emoción, y se despidió, agradeciéndole a la mujer. Ni bien colgó, se abalanzó sobre Ringo.
-¡Estoy en la exposición! ¡Entré!

domingo, 4 de noviembre de 2012

Capitulo 46 Hoy hagamos la excepción de romper las reglas


Sintió  que le acariciaban el pelo y entreabrió los ojos. Vio a Paul y sonrió al recordar la noche anterior.
-Buen día Paulie...
-Al fin despertás muñeca. Buen día –le dio un suave beso
-¿Es tarde?
-No, pero ya me tengo que ir –dijo fastidiado.
-Paul, no te enojes –lo abrazó –ya falta poco para que volvamos a casa y estemos....relativamente tranquilos.
-Si, es cierto....Pero aún así, no tengo ganas, me gustaría quedarme acá con vos. Aunque.....-repentinamente su expresión cambió, por una mas alegre –esta noche hay una fiesta con varias personalidades, pero nada de gente estirada ¡gente como nosotros! Y después....podríamos seguir la fiesta acá ¿qué te parece? –le guiñó un ojo.
-Me parece una idea genial –le dio un beso rápido –Ahora siento decirte que tenés que levantarte antes de que Brian te tire por la ventana.


La mañana transcurría tranquila, o mas bien, aburrida. Decidió llamar a Jenny, la única que sabía la verdad sobre su “pulmonía”.
-Hola...-contestó vacilante
-¡Jenny! –gritó Eva, casi dejando sorda su amiga.
-¡Eva! –la chica le contestó de la misma forma -¿Como va esa gira?
-Pues...aburrida. Encima Brian está ensañado conmigo, no sé qué le pasa.
-Ohh, y yo que pensaba que estabas pasándola en grande......Acá está todo bien, el director a veces me pregunta sobre tu salud y le digo que estás mejorando, pero en cama. Esa debe ser la única verdad, seguro estás todo el día en la cama con los cuatro.
-¡Jenny! –exclamó riendo –No digas esas cosas y habla mas bajo, que alguien ahí te puede escuchar.
-No hay nadie, hace un tiempo horrible y los clientes se han quedado en sus casas, supongo. Y los empleados están tomando café en la cocina.
-Bueno, te digo que en una semana estaré por allí, anda preparando el terreno.
-Ok, ya voy avisando.
-Dale saludos a Anne, y si querés contale todo, sé que ella no dirá nada.
-Como quieras, nos vemos. ¡Y mas vale que traigas regalos!


Luego de cortar, tomó su cámara y se disponía a salir cuando lo recordó. Así que volvió a avisarle a Brian.
-Pase –contestó él al escuchar los golpecitos en la puerta.
-Buen día Brian. Voy a salir, volveré al mediodía –dijo asomada a la puerta.
-No salgas.
-¿Qué?
-Que no salgas. Te vas a quedar acá. Es una orden.
-Pero....¿por qué?
-Porque yo lo digo.
Indignada, cerró la puerta de un golpe, y decidió salir igual. Brian no era su jefe ni nadie, así que salió y tardó mucho mas en su paseo, ya que volvió casi al anochecer. Llegó de regreso al hotel satisfecha, con tres rollos de fotografías en sus bolsillos y casi sin recordar el incidente con Brian. Hasta que se lo cruzó en el pasillo, cuando se dirigía a su habitación.
-¡Eva ¿recién volvés?!
-Si –contestó calmada, algo que al manager enfurecía.
-¿Y lo decís así? ¡Te prohibí que salieras!
-Brian, déjeme tranquila, no soy su empleada, sabe bien quién soy.
-Te prohibí que salieras por tu seguridad y la de todos.
No le contestó, sólo giró la llave en la puerta, entró y se la cerró en la cara. Cinco minutos después, golpeaban y atendió ya mas enojada, pensando que sería Brian. Sin embargo., se encontró con la enorme sonrisa de Ringo.
-¿Te dijeron de la fiesta? –le preguntó ansioso.
-Si Rin...
-¡Preparate, en una hora nos vamos!
-Pero....¿yo voy a ir?
-¡Claro! Pensé que Paul te había dicho...
-Si, me lo dijo...
-¿Y? Vamos, se supone que sos “la asistente” –le guiñó un ojo y se fue.
Comenzó a dudar en si debía o no ir, tenía miedo de que alguien sospechara algo.
John abrió la puerta
-Se golpea antes de entrar –le dijo riendo.
-Perdón, vinimos a decirte que te apures. Yo y él –señaló a George, que entró con un paquete.
-Antes fumate uno
-Chicos, ¿van a ir a la fiesta ya con porros encima?
-Si no pasa nada....-dijo George despreocupado –Dale, agarrá uno.
Tomó uno, George se lo encendió y comenzaron a fumar juntos, sentados en la cama. Cuando se dieron cuenta de que la hora pasaba demasiado rápido, ella se puso de pie y abrió las puertas de su armario.
-No sé qué ponerme...
-El eterno drama de las mujeres –dijo John hurgando en sus cosas -¿Qué tal éste? –sacó un vestido azul
-Mmm.....no....
-Mirá, me queda bien –John se miró al espejo, poniéndose el vestido encima.
-Uy Lennon, que buena estás –bromeó George –Con ese vestido se te marcan tus sensuales curvas.
Rieron hasta que ella sacó otro vestido, esta vez rojo.
-¿Este les gusta? A mí me parece un poco escandaloso.
-Está buenísimo ¡rojo infierno! –exclamó John.
-El rojo es el color favorito de Ringo, se le van a cruzar los ojos cuando te vea
-Bueno asesores de moda, váyanse que me tengo que cambiar
-¿Y por qué no podemos quedarnos? –preguntó John lleno de picardía.
-Porque no, fuera degenerados –entre risas, les dio empujoncitos hasta que salieron. Cerró la puerta pero se abrió enseguida.
-Esto es tuyo –John le tiró el vestido azul y cerró.

Cuando llegaron a la fiesta, ya estaban todos un poco mareados por los porros, pero para su sorpresa, el resto de los asistentes también estaba en un estado un poco anormal. Así que comenzaron a tomar y bailar, pero siempre cuidándose, marcando una línea imaginaria que los separaba de su “asistente”. Hasta que no aguantaron mas.


Sentado frente a su escritorio, leía una pila de papeles y también los diarios que no había podido leer en la mañana. Se estaba arrepintiendo de haber dejado ir a los chicos solos a esa fiesta, pero ya estaba harto de escuchar sus quejas.
-¿Señor? –escuchó luego de un pequeño golpe en la puerta.
-Pase –contestó con indiferencia.
Un empleado del servicio entró con el carrito con la cena.
-¿Lo dejo por aquí?
-Sí, si, ahí –con la mano señaló un rincón, sin siquiera despegar la vista del diario.
El empleado se quedó unos segundos mas, destapando una botella de vino y luego Brian le agradeció y se fue. Cinco minutos después, volvieron a golpear.
-Señor, vengo por la ropa –dijo una mucama joven, de baja estatura y uniforme rosa.
-Ah sí, está por ahí –contestó sin mirarla. La chica entró y cambió las toallas del baño y metió la ropa sucia que encontró en un canasto.
Después que terminó de ordenar y guardar sus papeles se dispuso a cenar. Calculó que la comida ya se habría enfriado, pero estaba cansado y no quería esperar a que le trajeran comida mas caliente. Aún parado, probó un bocado y no le pareció que estuviera tan fría.


-George soltame, recordá que soy....
-Si, si, la asistente. Pero ya no me importa, mejor dicho, no nos importa –le dio un apasionado beso al que en un principio no se resistió, pero después lo separó.
-No, no George....
-¿Qué pasa? –preguntó Paul acercándose con dos copas de champagne en la mano
-Chicos no se pasen, estamos delante de toda esta gente...
-No te preocupes –Paul le dio un beso rápido y le entregó una de las copas –Tomá y olvidate.
-Pero....
-Están peor que nosotros –rió George.
-¿Por qué no volvemos? Ustedes mañana tienen que actuar....
-Vicky –de la nada apareció John –ya dejá de ser tan responsable, lo rebelde te queda bien. Estos tipos ni nos están mirando, y mañana no se acordarán de nada si vieron algo. Por lo tanto ¡hay que disfrutar de la fiesta! ¡Vamos a bailar!
Salieron  a bailar, mientras seguían tomando. Cuando se cansaron, Ringo llegó a su rescate con unas pastillas en la mano.
-Con esto aguantamos toda la noche –le dijo, antes de ponerle una en la boca –Tomala y vas  a ver.
Cuando la fiesta les empezó a parecer aburrida, decidieron volver, aunque ya no estaban en buen estado. Por eso, entraron al hotel a los gritos, sin ningún reparo en que la vieran a ella.
Entraron a la habitación de ella, a hacer algo que estaban esperando con ansias: ponerse de ácido como si no hubiera mañana. Sin dudas, esa fiesta era mucho mejor que la que acababan de ir. Tenían ganas de, al fin, sacar afuera todo lo que habían reprimido. Por lo tanto ni les importó donde estaban, aunque ya casi ni lo sabían. Todo era risas, cantos locos, gritos y besos. Las fiestas que antes los cuatro se habían hecho con varias chicas, ahora eran con una, con la que amaban. Y ya nadie los detendría.

Se estaba sirviendo un vaso de whiskey, tratando de no hacerse problemas por el desastre que estaba escuchando, cuando vio sobre una mesita un papel celeste, doblado. Le llamó la atención, ya que no recordaba haberlo puesto ahí, y lo desdobló. Cuando lo leyó sintió que el alma se le iba a los pies: “La asistente es la amante de uno o dos de ellos”.


Casi estaba tirada sobre Ringo, besándolo, cuando la puerta se abrió y entró Brian como una fiera, con el papel en la mano. De inmediato, todos parecieron recuperar la sobriedad de repente, incluso George apagó la música.
-¡Vos! –le gritó Brian -¡Vos nos vas a arruinar!
-¿Qué?
-Brian ¿qué te pasa? ¡No le grites!
-Tranquilo John, esto ya es algo entre él y yo –intentó calmarlo -¿Qué te pasa? ¿Qué querés?
-¡Quiero que desaparezcas! ¡Alguien, o varias personas, saben quién sos! –le tiró a la cara el papel, que ella leyó y dejó caer al suelo
-Se equivocan, dice que estoy con uno o dos, y estoy con los cuatro –le dijo burlándose.
-¡Callate! ¡Nos estás arruinando!
-A ver Brian, yo no hago nada
-¿Ah no? ¡Sos una trepadora! ¡Maldita sea la hora en la que estos estúpidos te conocieron!
-¡Ya Brian, te estás pasando! –le gritó Paul, pero Eva lo miró de tal forma que se calló. Y es que sí, era un gran problema entre ellos dos, y nadie mas debía meterse.
-No me grites, o me harás explotar
-¿Que no te grite? ¿Pero quién te creés que sos? ¡Sos una basura Sheels! Lo estás consiguiendo, ¿éste era tu plan? ¿Tirarnos todo a la mierda?
-No vengo a tirarte nada, y debés saber que ellos no son de tu propiedad, ni vengo a quitarte algo.
-¡No sabés cuánto te odio!
-¿Sabés qué? ¡Yo también!
-¡Ojalá te mueras, puta de mierda!
-¡Ojalá te mueras vos, marica, gay reprimido!
Se hizo un silencio sepulcral y Brian se la quedó mirando, sorprendido por lo que le había gritado la chica.
-¿Qué? –dijo ella desafiante -¿Te pensás que no lo sabía? ¡Pues lo sé! A ver, ¡decime a cuántos tipos se la comiste!
-Eva....-dijo Brian, nervioso pero tratando de calmarla –por favor, no digas nada....
-¿Que no diga nada? ¿Ahora me tenés miedo, nenita? Te dije que no me provocaras, que sabía algo ¡ahí lo tenés!
-Hagamos un trato....
-Esto no es ningún negocio
-Mirá, vos no decís nada y yo no te molesto mas.
-No me convence
-Evy –Paul la tomó de los brazos.
-Dejame Paul, dejame que haga negocios con la señorita esta, ya parece que eso es lo que quiere.
-En serio Eva, calmate.
-¡Paul, te dije que no...!
-¡Basta Eva, basta!
Miró a Paul, no podía creer que le hubiera gritado y que estuviera tan enojado, pero cedió.
-Está bien. Olvidemos todo esto –le dio una mirada de odio a Brian y se encerró en el baño.


sábado, 20 de octubre de 2012

Capitulo 45 Siempre seremos prófugos


Era un aeropuerto, pero parecía el infierno, estaba aturdida por tantos gritos.
-Disculpe, ¿usted es...? –preguntó un joven empleado de seguridad.
-Sheels, Eva –respondió mientras abría su cartera y buscaba casi con desesperación su credencial –¡Mierda! ¿Donde la habré metido?
-Es asistente –escuchó la voz de Brian,  y levantando la vista de su cartera lo vio, detrás del empleado.
-Ah, ok, pase –el empleado dejó que pasara las vallas de contención y ella caminó hasta un pasillo que la llevaría hasta la pista.
-Eva –sintió que la tomaban del brazo, era Brian. –Escuchame bien, un paso en falso y todo se viene a pique. No sé si me entendés.
-Claro que entiendo. Entiendo perfectamente –respondió sosteniéndole la mirada –Ahora suélteme.
Brian la soltó y avanzó, seguido por ella. Se metieron dentro del avión unos cinco minutos después, y se ubicaron en sus lugares. Supo que el viaje sería aburrido, estaba sentada juntó a él y tenía terminantemente prohibido acercarse a los chicos.
Comenzó a sentir miedo, jamás había viajado en avión, y en momentos como ese necesitaba alguien que la tranquilizara, aunque sea sólo con un brazo. Pero se encontró con la mirada de hielo de Brian, quien lo único que le dijo fue que se abrochara el cinturón de seguridad.
Luego de dos horas de viaje, el miedo se había disipado un poco, pero no tanto como para dormirse. Brian no decía una palabra, iba concentrado en sus papeles y los chicos se paseaban por ahi, de vez en cuando se acercaban, pero sólo para cruzar unas pocas palabras, ya que no había que levantar sospechas en el resto de os acompañantes.
Cuando llegaron a destino, otro infierno los esperaba, eso hizo que Eva deseara llegar al hotel lo antes posible, aunque sabía de sobra que estaría separada de ellos. Comenzaba a pensar que el haber viajado juntos para seguir viéndose sólo había sido una ilusión, porque estarían muy ocupados, y cuando no, los mantendrían separados. Ni que fueran criminales.....
Cuando entró a su habitación se dejó caer en la cama y soltó un suspiro, mientras contemplaba el techo. De repente, se soltaron todos sus pensamientos. Hacía mucho tiempo que la pregunta que tanto la había torturado no aparecía y en ese momento se hizo presente. ¿Cuál? ¿Cuál de los cuatro? Estaba mas que bien con ellos, pero algo le decía que no sería para siempre. Apretó los párpados y se giró en la cama, acurrucándose para no sentir frío. Quería dormir y hacer desaparecer ese maldita duda.


Luego se dos días, lo que había presentido se estaba cumpliendo. Lo único que hacía era aburrirse dentro del hotel, y contadas veces había visto a los chicos. Se sentía un poco mal, hasta se consideraba un estorbo.
Pensaba en esas cosas, sentada en la cama con la cabeza apoyada en las manos, mirando sin ver a través del ventanal, cuando golpearon la puerta.
-Pase, está abierto –contestó con desgano.
Escuchó que la puerta se abría con lentitud pero ni se molestó en mirar. Seguramente sería Brian con otra de sus estúpidas advertencias.
-¿Aburrida? –se giró sobresaltada, pero con una sonrisa. Era Paul.
-Algo. Bueno, bastante. En realidad, muchísimo.
-Ey...-dijo él, con tono tranquilizador, mientas se sentaba a su lado -¿Sabés qué? Yo no te veo aburrida, te veo triste.
-¿Triste? Por favor....
-A mi no me engañás –la rodeó con un brazo y le dio un beso en el pelo –Vamos, decime la verdad.
Soltó un largo suspiro y se quedó en silencio. Después, decidió hablar.
-Está bien, sí. Estoy triste. Aunque no sé muy bien porqué. Supongo que debe ser porque al final los veo poco y nada. Como que estoy desilusionada.
-Nosotros también. O sea, sabíamos que tendríamos que cuidarnos y que estaríamos ocupados, pero no tanto. Pero pensalo así: el hecho de  saber que estás acá, con nosotros, nos hace sentir bien, aunque no te veamos. No es lo mismo que si estuvieras a un montón de kilómetros de distancia. Pensá igual y vas a ver que no se te hace tan difícil esto.
-Mmm.....sí, tenés razón. Por lo menos los puedo ver aunque sea un ratito, si me hubiera quedado en casa sólo los vería en la tele jaja.
-Es verdad. Y ahora ¡basta de tristezas! ¡A la fiesta!
-¿Fiesta?
-Bueno, en realidad no es una fiesta. Veamos, son las.....-miró su reloj pulsera –ocho y media de la noche. Bajaremos a cenar, simularemos todo lo que tengamos que simular y después.....a la habitación de John.
-¿Habitación de John? Uy, eso me suena mal....jaja


Era la medianoche y los cinco estaban encerrados en la habitación. Recién habían entrado luego de una estresante cena, y Ringo ya estaba armando porros.
-¿Y si nos clavamos un poco de ácido?
-John, mañana tienen que actuar, no van  a ir todos drogados.
-Relajate Vicky, no pasa nada. Dale, tomá un poco, aunque sea un poquitín de ácido.
-Que no. Bueno, un porro sí –rió.
-Vamos a poner música, esto así es aburrido –George comenzó a seleccionar discos.
-Sí, Brian no dirá nada, al fin cedió un poco en sus prohibiciones –dijo Paul sirviendo whiskey.
-Ay John, salí.
Los tres miraron a Eva, que entre risas, quería sacarse de encima a John, que ya estaba un poco cargoso. Sin embargo, ella no parecía muy convencida de querer hacerlo, y solo se reía.
-Emmm....
Miró a George y se dio cuenta que los observaban, recuperó la compostura y alejó a John.
-Disculpen –dijo incómoda.


Una hora después, lo único que hacían era reírse de cualquier cosa y gritar y cantar. Eran cinco pero parecían cien. Los porros habían circulado y hecho efecto, y el alcohol también, asi que se dedicaban a bailar o a decir estupideces sin sentido. Parecía que no se habían visto en años.
En un momento, se le cruzó por la cabeza un pensamiento: se estaba pasando de alcohol y drogas. Últimamente lo hacía a menudo. Pero no le dio importancia, mas cuando lo estaba pasando tan bien. John logró convencerla de que tomara una pequeña cantidad de ácido  y después no supo bien qué pasó, pero los chicos se fueron. Cuando se dio cuenta se estaba acostando con John, ambos drogados, lo que le pareció una experiencia totalmente diferente.


-Johnny....¡Johnny! –lo sacudió, pero el chico apenas hizo un gruñido –Levantate, es tarde.
-¿Tarde para qué? –dijo entreabriendo los ojos –Para mí es temprano....
-A las 10 tenían que estar levantados ¡y son las 9.30!
-Y bueno, es temprano.
-No si tenemos en cuenta que tardás mas de una hora en sentarte en la cama. ¡Vamos!
-Insisto en que es temprano, por eso, para despertarnos bien, podríamos hacer otras cositas.....-le dio un apasionado beso que ella correspondió, y después ya no pudo resistirse y se dejó llevar.
Lo hicieron otra vez y estaban a punto de dormirse cuando la puerta se abrió de golpe y entró Paul, como un huracán.
-¡Mierda John! ¡Te estamos esperando!
-¡Siempre interrumpiendo!
-Brian ya está molesto y si se entera que estabas con Eva.....¡Hola Eva! –la saludó cuando la vio asomarse entre las sábanas.
-Hola Paulie...-respondió somnolienta.
-Continúo: si se entera que estabas con ella empezará a sermonearnos a todos.
-Mmmm......ya voy, ya voy, decile que estaba descompuesto o algo de eso. Macca, buscame los zapatos, no sé dónde los dejé.
Paul casi le revoleó los zapatos por la cabeza y entre risas, John terminó de vestirse como pudo. Los dos se despidieron de Eva con un beso y se fueron.
Levantó sus brazos, desperezándose, y comenzó a buscar su ropa. Cuando la encontró, se duchó y luego fue a su habitación. Decidió no desayunar, los porros de la noche anterior le habían sacado el hambre.
Cuando terminó  de hacerse una cola de caballo con su cabello, tomó su cámara y salió a la calle. Le alegraba poder pasear sin ninguna custodia, al contrario de los chicos. Era hora de andar por ahí, hacer turismo por su cuenta, perderse, sin preocuparse de donde estaba ni cuanto tiempo, eso le permitiría sacar buenas fotos para la exposición. Lo bueno de tener un trabajo “fantasma” como el que tenía, era eso: salir sin preocupaciones.
Pero otra vez sus pensamientos volvieron: la droga, su madre, y la eterna pregunta. Pero no les dio lugar, quería disfrutar de lo que veía y tomarle fotos, porque en esos momentos, cada vez se estaba apasionando mas por la fotografía.




-¡¿Por qué te fuiste?! –gritó Brian, histérico.
-No se ponga así, sólo fui  a dar una vuelta
-¡Pero no avisaste!
-Ustedes ya se habían ido...
-¡Podrías haber avisado en recepción!
-Está bien, perdón, no volverá a pasar. Pero no es necesario que me grite.
Brian la miró, furioso, pero respiró y trató de hablar mas calmo.
-No hagas que te recuerde tus obligaciones.
-No hace falta.
-Entonces obedecé, porque no tengo ganas de pelearme con aquellos cuatro por culpa de una groupie.
-No me llame así, no lo soy. Y no me provoque, porque puedo hablar varias cosas de usted. –se sorprendió de escucharse a sí misma diciendo eso.
-No sé que tendrás para decir de mi,  lo que sé es que ya no quiero hablar mas sobre esto –dio media vuelta  y se fue de la habitación.
Sintió como la sangre le hervía en las venas, le estaba tomando odio. Pero tendría que contenerse, no quería que los chicos pagaran los platos rotos. Aunque sabia que si un día la encontraba de malas, explotaría y no se privaría de pegarle unos cuantos gritos. Ojalá ese día nunca llegara....
Brian entró a su habitación y dio un portazo. Le tenía un odio cada vez mas fuerte a esa chica, que apenas si era mayor de edad. Se recriminaba el hecho de no haberse puesto firme para que la dejaran. O aunque sea para que no viajara con ellos. Una gira era el momento donde mas rumores aparecían, porque mas gente los rodeaba, y con Eva ahí podría suceder cualquier cosa. Eso se confirmó cuando, de entre los papeles de su escritorio encontró un sobre con una nota dentro. Se puso pálido al leerla: “Sabemos quién es Eva Sheels”. La caligrafía no pertenecía a nadie que conociera, y optó por tranquilizarse. Al día siguiente partirían al próximo destino. Esperaría que allí nadie supiera nada ni mandaran anónimos. Si seguía, tendría que empezar a preocuparse. Lo mejor sería tener sangre fría.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Capitulo 44 Separarse de la especie por algo superior


Después de un suspiro, decidió  contestarle.
-Mamá....
-Hija ¿no estás contenta? –interrumpió la mujer
-S, si, claro, pero hay un problema, ya no vivo con Anne y ....
-Ya me dijo ella cuando llamé y me dio éste número. ¿Dónde vivís ahora?
Engañarla sería difícil, su madre siempre había sido astuta, no se dejaba embaucar por nadie y sospechaba ante un mínimo cambio en el tono de voz. Lo mejor sería decirle la verdad, aunque eso le costara que su madre no le hablara nunca mas, ya que estaba segura que no aceptaría su relación.
Tomando aire, volvió a hablar.
-Mamá, es...complicado. Preferiría contártelo personalmente.
-¿Pasó algo malo?
-No, no, todo lo contrario. Pero quiero que hablemos cara a cara, por teléfono no me gusta.
-Me asustás.....
-No te preocupes. El fin de semana próximo estaré desocupada, viajaré a Manchester.
-¡Este fin de semana viajaría yo a Londres!
-Posponé tu viaje, iré yo.


-¿Vas a decirle la verdad? –Ringo abrió de par en par sus ojos azules.
-Créanme que será lo mejor...-Eva se veía preocupada –A mi madre hay que irle con la verdad, si trato de engañarla se dará cuenta y será peor.
-¿Y como creés que lo tomará? –preguntó George, también asombrado.
-¿Como creen que puede tomarlo una mujer criada con las rígidas normas morales de su pueblo,  y que además es ultracatólica? Pues mal, muy mal.
-Oh no Eva.....-Paul la abrazó -¿Cómo podemos ayudarte?
-Siendo así como son....-les sonrió –No se preocupen chicos.
-Si querés, nosotros te llevamos, incluso podemos hablar con ella...
-No John, gracias pero no. Ustedes quédense tranquilos acá, yo tomaré el tren del viernes a la noche.
-Está bien, pero si cambiás de idea nos avisás.


Disfrazados, se despedían con un abrazo de ella. Era la primera vez que tenían que separase desde que vivían juntos, y por mas que fuera por sólo un fin de semana, los hacía sentir mal, no tanto por el viaje en sí, sino por la circunstancia. Eva subió al tren y desde allí los saludó con la mano, asomada a la ventanilla.
El tren comenzó su marcha, llegaría a Manchester al día siguiente, así que trató de dormirse. Pero fue en vano, los nervios y la preocupación le ganaban. Comenzó a leer un libro, y eso pareció darle, poco a poco, algo de sueño, hasta que al fin pudo dormir.
La despertaron las primeras luces de la mañana que se colaban por la ventanilla, y comprobó que ya no estaba muy lejos. Eso hizo que se pusiera mas nerviosa, al punto de sentir náuseas. Joder, era a su madre a quien iba a ver, no a un ogro, pero temía mucho su reacción. Hizo una especie de control mental y sus náuseas cesaron.
-¡Manchester! –gritó el guarda, minutos antes que el tren comenzara a frenar.
Tomó su pequeña maleta y echó a andar por el pasillo, en dirección a la puerta.
Cuando bajó en la estación y comenzó a caminar, vio que nada había cambiado, todo seguía igual que el día que se fue.
Su casa quedaba a pocas cuadras de la estación, así que fue caminando. Al llegar, también la encontró exactamente igual, la puerta seguía despintada, y el resto de las casas de su vecindario seguian tan descuidadas como siempre.
Estaba a punto de golpear la puerta cuando ésta se abrió.
-¡Hija! –su madre le dio un abrazo.
-Hola mamá.
-Supuse que llegarías en este tren, asi que ya te estaba esperando. Pasá.
Eva entró a su antigua casa, en el interior tampoco había cambiado nada. Dejó su maleta al lado de la chimenea de la sala.
-¿Por qué no la subís a  tu habitación?
-Luego lo haré. Veo que todo está igual.
-Si.....Vaya, ¡qué sofisticada estás!
-Jaja, puede ser.
-Seguro que aún no desayunaste, prepararé  té. Ahí tenés galletitas.
Se sentó en uno de los sillones de la pequeña sala, frente a una mesita y al lado de la ventana, por la que extrañamente entraba el sol. Esperó que su madre regresara de la cocina, sentía que tardaba mucho aunque sólo estaba preparando té. Quería que volviera para hablarle, y a la vez no queria. En realidad, deseaba salir de allí corriendo.
-¡Ya está listo! –la mujer volvió con una bandeja con una tetera y dos tazas.
Miró bien  a su madre, estaba sólo un poco mas avejentada, apenas unas mínimas arrugas mas, y también algunas canas. Sin embargo, seguía conservando la belleza que ella misma había heredado,  pero su rostro seguía demostrando rectitud, quizás mas que antes.
-¿Como están todos acá? –preguntó mientras su madre le servía.
-Bien, todos igual. Salvo mi tía Frances, bueno, ella siempre estuvo enferma. ¿Y vos?
-Ya sabés, bien, el trabajo no puede ir mejor, me lleva casi todo el día, pero gano bien y me gusta, además....
-Hija –la mujer la interrumpió, sentándose frente a ella con la taza en la mano –Hablá de una vez.
Sintió como dentro suyo se hacía un nudo, y a la vez un vacío, acentuado por la penetrante mirada que su madre le había clavado.
-Mamá....Verás....Yo...yo....no vivo mas con Anne, vivo....
-Con otra persona., tenés pareja –su madre insistía en interrumpirla, pero seguía manteniéndole la mirada, y un tono casi escéptico, como si ya estuviera enterada de todo.
-Algo así....
-¿Quién es él?
-Bueno, no es “él”, sino....
-¿Estás con una mujer? –se inclinó hacia adelante, su rostro lucía escandalizado.
-No, no –casi rió por la pregunta -¿Conocés a The Beatles?
-Como para no conocerlos, si están por todos lados...
-Bueno yo....vivo con ellos.
La mujer levantó una ceja, y se echó hacia atrás.
-¿Sos empleada de ellos? ¿No era que trabajabas en una revista?
-Si, trabajo en la revista. Pero no soy empleada de ellos. Soy...soy la novia.
Se la quedó mirando, algo que casi hizo que Eva se desesperara, porque no le decía nada.
-¿De cuál de los cuatro? –preguntó al fin.
-De...los cuatro. Lo sé, te sonará raro y loco, pero los amo mamá, y ellos me aman a mí, no puedo estar sin ellos y sé que puede ser algo común que varios hombres gusten de la misma chica, pero no que la misma chica de todos ellos, pero es así, yo los quiero y....
-Te vas de mi casa –la voz glacial de su madre le cortó todo el argumento que estaba diciendo casi sin respirar.
-¿Eh? –fue lo único que atinó a decir.
-Que te vayas. No quiero seguir escuchándote mas –la mujer se puso de pie.
-Pero mamá....
-¡No me llames así! ¡Yo no parí ni crié a una....puta!
-¡No me trates así! –Eva también se puso de pie, y se acercó a su madre, desafiante -¡No lo entendés! ¡Los quiero, y no es pecado amar así!
La mujer levantó una mano y Eva apretó los párpados, sabía que le pegaría. Sin embargo, la bofetada se quedó en intención, porque su madre se quedó como petrificada.
-¡Te vas de mi casa, carajo!
Apretó la mandíbula, sin quitarle la mirada de encima. Jamás había mirado a su madre así, porque jamás habia sentido tanto odio. Sin embargo, que la echara no le resultó extraño, presentía que eso sucedería. Dio media vuelta, tomó su maleta, y se fue de la casa dando un portazo. 

George la consolaba, abrazándola, mientras miraba preocupado a los otros.
-Joder, -dijo John –lo único que hemos hecho es arruinarte la vida.
-No digas eso –se separó de George, secándose las lágrimas con las manos –Yo a ustedes los quiero, y al que no le gusta que se vaya a la mierda.
-A veces las cosas no son así...
-¿Qué estás diciendo? –preguntó Paul, mirando a John.
-Que desde que aparecimos no hicimos otra cosa que darte vuelta la vida.
-Chicos no se culpen. Ustedes son lo mejor que me pasó. Y lo de mi madre.....me lo esperaba, sí. Quizás en un tiempo se le pase. Sigamos con nuestra vida.
-¿Y si le cuenta a alguien sobre lo nuestro? –se notaba que Ringo estaba inquieto.
-No, no será capaz, después de todo es mi madre y no creo que quiera arruinarme.


Pasaron tres días. Salió de una pequeña habitación que estaba bajo la escalera. No la usaban para nada, salvo para amontonar algunas porquerías y juntar polvo. Estornudó por quinta vez y se sonó la nariz.
-Tendré que limpiarle bien si no quiero morir de alergia –dijo en voz alta.
Miró el interior nuevamente, antes de cerrar la puerta., era perfecta sólo tenía una pequeña ventana junto al techo. Era lo que necesitaba, y si les pedía permiso, se la darían sin problemas.
Escuchó los autos de los chicos, y enseguida el torbellino que significaba que ellos entraran  a la casa.,
-¡Hola! –gritaron los cuatro al verla, y luego cada uno le dio un beso. Le encantaba esa parte del día.
-¿A que no saben qué? Salí mas temprano del trabajo y les preparé la cena: ¡Pasta!
-¡¡¡¡SIII!!! –gritaron como si fueran niños pequeños.
-Necesitan hidratos de carbono.
-Y si, hay que tener energía para...para.....bueno, ya sabés –John le guiñó un ojo, y George le dió un codazo -Ey, ¿qué te pasa, enanín?
-¿Por qué estás tan sucia? –George hizo caso omiso de John
-Estaba mirando un poco esa habitación, y bueno, me ensucié.
-Eso no es una habitación, es un cuartucho –dijo Paul
-Bueno señorito –rió –como usted diga.
-¿Y para qué mirabas ese cuartucho? –Ringo quizo saber.
-Emm....sobre eso quería hablarles....Necesito pedirles permiso para usarlo –notó como sus caras cambiaban, estaban extrañados –A ver, será mejor que me explique: quiero revelar allí mis fotografías.
-¿No hacés eso en tu trabajo?
-Si Ringo, pero en el trabajo revelo fotos del trabajo –remarcó bien las últimas palabras –Pero si voy a tomar fotos para la exposición esa, que calculo que serán muchas, no puedo usar cosas del trabajo. Uno, no sería honesto. Dos, si me descubren pueden despedirme.
-Entonces perfecto. Usala ¿no? –John miró a los otros
-Obvio que si, eso ni se pregunta –dijo Paul
-¡Gracias! –los abrazó –Bueno, vamos a comer.
-Esperá –dijo Ringo –Ese cuarto está muy abandonado, hay que ponerlo en condiciones....
-¡Yo puedo sola! Ahora vamos a comer, que tengo mas hambre que George jaja.


Luego de un rato de comer, charlar y bromear, pareció que los chicos recordaran algo de repente.
-Mm! Mm! –Paul intentaba hablar pero tenía la boca llena de comida, por lo tanto hacía señas locas. Los otros parecieron entender.
-Señoras y señores....-anunció John, y luego imitó el sonido de una corneta, mientras Ringo hacía un redoble con los cubiertos en la mesa –...con ustedes....¡el certificado médico!
George sacó del bolsillo de su saco un papel, que blandió en el aire. Luego se lo entregó a Eva.
-“Certifico que la señorita Eva V. Sheels debe hacer reposo por DOS MESES. Diagnóstico: pul....¿pulmonía?
-Fue lo primero que se nos ocurrió –se excusó Paul.
-¿De dónde sacaron esto?
-Je, somos una pequeña mafia, querida. Paso a explicarte –John encendió un cigarrillo y la rodeó con un brazo –Al estudio fue el doctor que nos hace los controles mensuales. George le robó el anotador donde escribe los diagnósticos y recetas, yo escribí eso....
-Porque es el que peor letra tiene –interrumpió Paul –y ya sabemos que los médicos tienen una letra horrible
-Si –continuó John –Después Ringo le robó el sello –Ringo hizo una cara de satisfacción –Le inventamos una firma cualquiera y ¡voilá! ¡Un certificado! Sólo falta ponerla la fecha. ¿No es genial?
-Ya lo creo....-dijo entre risas –ok, si nos vamos a ir en una semana, será mejor que comienze a hacerme la enferma a partir de ahora. Así a nadie le parece sospechoso que de un día para el otro tenga pulmonía.
-Muy bien, se nota que vivís con nosotros.


Luego de una semana de tos y dolores fingidos, Eva terminaba de preparar su maleta. Tenía algo de nervios, y también miedo, temía que alguien descubriera “El Gran Secreto”, como los chicos lo llamaban. También le temía a Brian, sabía que ella no le caía bien ni en lo mas mínimo. Pero también estaba ansiosa porque sabía que sería una gran experiencia. Algo le decía que no sería un simple viajecito.



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Hola! Como están? Bueno, notarán que ahora el blog tiene música. Copia de otros blogs? Sí, un plagio total jajaja. La explicación es la siguiente: quería ponerle music al blog, y ya que la mayoría de los capitulos tienen títulos que pertenecen  a letras de canciones, las puse acá. También hay canciones que no son títulos de capitulos, pero que por ahi fueron importantes. Casi todas son bandas o cantantes argentinos, asi que pueden conocerlos, a medida que avanzan los capitulos, iré agregando canciones. Díganme si les gusta o no, si las molesta  lo saco jajajjaa
saludos!

jueves, 20 de septiembre de 2012

Capitulo 43 Porque en esta vida no quiero pasar un día entero sin ti


El despertador sonó, ruidoso, y Eva recordó que era lunes. Refunfuñando, le dio un manotazo para que dejara de hacer escándalo. Se dio vuelta, aún tapada hasta la cabeza, y sintió algo. Se incorporó, asustada.
-¿PAUL?
-¡Buen día!
-¿Qué hacés acá? ¿Querés matarme del susto?
-Tenía miedo de la tormenta de anoche y vine acá....-respondió, haciendo su mejor carita de niño.
-Assh....me hubieras despertado.
-Es que mi idea era que pasara esto que pasó. Te sorprendí ¿no?
-Ya te dije que casi me matás. Ay....¿por qué es lunes? ¡No tengo ganas de levantarme!
-Mmm....y yo tampoco –dije acercándose y besándola con pasión.
-No, no –lo separó –No puedo, llegaré tardísimo.
-Ummm....
-Vamos Paulie, no te pongas así. Quizás esta noche...-lo miró, traviesa.
-¡Fantástico!
Rió y se levantó de mala gana para abrir el armario y buscar ropa. Paul, por su parte, la miraba, hasta que se quedó dormido. Le dio un beso y salió. La casa estaba en total silencio, los otros seguramente dormirían tan plácidamente como Paul.


-¡Eva llegás tarde!
-¡Lo sé Jenny, el bus se atrasó!
-¡Ya te están esperando!
Corrió hacia el ascensor y subió al segundo piso. Cuando llegó, los dos periodistas y el chofer la estaban esperando.
-¡Al fin! –dijo uno de ellos.
-Discúlpenme, salí a horario, pero no sé qué le pasó al bus.
-Bien, salgamos ya. Tenemos mucho para hacer.

Bajaron de la camioneta, y luego el chofer la estacionó. Estaban en las afueras de la ciudad, en un galpón abandonado. El director de la revista había pedido mas fotografías en locaciones y no todas dentro de un estudio.
Eva, como siempre, ni sabía a quiénes tendría que fotografiar, pero suponía que sería a alguna banda nueva, como venía haciendo desde hacía unos quince días.
Estaba preparando la cámara, apoyada en una despintada pared cuando lo escuchó.
-Vaya, vaya, no sabía que la asistente de The Beatles también era fotógrafa.
Se giró asustada y ahí lo vio: Dave Davis, otra vez.
-Ho....hola Dave.
-¿Cómo estás, linda?
-Bien...bien.....Veo que me descubriste, sí, tengo dos trabajos.
-¿Tan poco te pagan los fabulosos? –rió.
-No es eso, es que hay días que no tienen mucho para hacer...-respondió nerviosa, temía que sus compañeros de trabajo escuchan algo sobre su supuesto “trabajo” con The Beatles.
-Eva, tenemos que comenzar –dijo uno de los periodistas.
Dave se sentó junto al resto de la banda para contestar las preguntas que les hacían, mientras ella los fotografiaba, y observaba todo, buscando el mejor lugar donde podría tomarles mas fotos. Mientras tanto, notaba como Dave no le quitaba los ojos de encima, y eso la incomodaba.
-Bien, eso es todo –uno de los periodistas apagó el grabador.
-Acompáñenme –Eva caminó hacia el fondo del galpón, seguida por ellos.
Allí los acomodó, y luego de tomarles unas diez fotos, les hizo señas de que había terminado.
-Ya está chicos, será una excelente portada.
-Espero que hayamos salido lindos –bromeó Avory.
-¡Por supuesto! –Eva se extrañó, al parecer el único que la había reconocido era Dave, los demás no. Aunque quizás fuera porque la noche de la fiesta ellos estaban demasiado borrachos.
-Eva...-se giró y vio a Dave, muy cerca suyo. Notó que los demás, junto con los periodistas, estaban afuera, fumando y conversando. Sólo habían quedado ellos dos dentro del galpón.
-¿Qué pasa? –preguntó algo nerviosa, mientras desarmaba el trípode de su cámara.
-Mirá, me da igual que seas la asistente de The Beatles......o lo que seas de ellos –lo miró, casi asustada, pero él continuó –Quiero invitarte a salir esta noche ¿Podés?
Le desvió la mirada, simulando que nada pasaba, mientras guardaba la cámara en su estuche. Entrecerró los ojos, como para pensar rápido y mejor. Dave era lindo, sí, y ante ella tenía la posibilidad de convertirse en una perfecta groupie. Pero no quería eso para ella. Si bien mantenía una relación mas que extraña, eso no le daba el pase libre para hacer cualquier cosa, por ejemplo, salir o algo mas, con Dave. No podía hacerles eso a los chicos, porque a ellos los quería.
-Lo lamento Dave, pero no puedo.
-¿Y el sábado?
-No puedo ni hoy, ni el sábado, ni ningún otro día. Tengo novio.
-Ah...no sabía. Supongo que tendría que haber empezado por preguntarte eso...Aunque a la fiesta del sábado fuiste, y que yo sepa, no había ningún novio tuyo...¿o me equivoco?
Lo miró, otra vez asustada. Le parecía que Dave sospechaba o quizás habia visto algo. Si era eso, estaba perdida. Así que decidió parecer lo mas segura y natural posible, como para que a él se le fueran todas las dudas.
-Mirá Dave, si estás insinuando que tengo algo con algún beatle, debo decirte que estás equivocado. Son mis amigos desde hace mucho tiempo. Mi novio es un chico que nada tiene que ver con este ambiente, y el sábado no pudo acompañarme porque estaba enfermo. Eso es todo. ¿Alguna pregunta?
-No, no. Ehh....perdoname por andar metiéndome en asuntos que no me importan.
-No es nada. Si me disculpas, tengo que irme.
-Claro, adiós ¡y saludos!
Salió de allí completamente segura de que lo había convencido, pero también asombrada por su capacidad de mentir.


Cuando entró a la casa, sintió un penetrante olor a marihuana. Pensó que estarían los cuatro, pero sólo encontró a uno.
-¡Ringo pará de fumar!
-Hola ¿no? –le contestó el chico, recostado en un sofá.
-Hola, hola.
-Te ves nerviosa, tomá –le convidó, y dudando unos segundos, lo tomó.
-Fue un día fatal. ¿Y vos? ¿Por qué estás solo?
-Ya grabé mi parte, así que vine a dormir, me siento cansado.
-Yo no te veo durmiendo –rió.
-Cuando llegué me acordé que hay cosas mejores que dormir.
-¿Y cuándo llegarán los chicos?
-En una hora ya estarán acá. No te preocupes por la cena, ya la encargué.
-¡Perfecto! Auch, me sacaré estos zapatos, me están matado –se los quitó y los arrojó, desparramados.
-Vení –Ringo la tomó de la mano y la hizo sentar en su regazo -¿Sabés qué? Tenemos una linda noticia
-¿Si? ¿Cuál?
-No te puedo decir
-¡No me dejes intrigada! –protestó, dándole golpecitos en el pecho.
-Si hablo me matan. Pero es algo lindo, te gustará.
Ambos bostezaron casi al mismo tiempo. Eva se recostó sobre él, que la abrazó, y se quedaron dormidos.


-¡Ey dormilones! ¡Despierten! –Paul los sacudía.
-¡Ringo te fumaste todo! ¡Incluso mis reservas! –se quejó John
-Después te compro....
-¿Qué pasa? –Eva se restregándose los ojos, soltándose de Ringo.
-Llegó la cena., y es mejor que nos apuremos antes de que las pirañas arrasen con todo –Paul la ayudó a ponerse de pie, y Ringo se levantó como pudo.
Cuando llegaron a la cocina, John y George ya estaba comiendo.
-Suelten esos tenedores –dijo Ringo con voz pastosa –Teníamos que hablar, ¿no?
-¡Ah, cierto! –Exclamó George, masticando.
Eva se sentó a la mesa y ellos le sirvieron. Los miró, expectante.
-Tenemos una noticia –anunció John
-Sí una noticia linda
-Ya abrió la boca el enano....
-No peleen y díganme de una vez qué pasa
-Nos vamos de gira
-¿Eh? –dijo luego de unos segundos –Eso no es una linda noticia....por lo menos para mí. Los voy a extrañar.
-¿Y por qué nos vas a extrañar si nos vamos a seguir viendo? –dijo Paul, sonriendo –Te venís con nosotros.
Los miró, se encontró con cuatro caras llenas de emoción.
-Chicos...¿cómo me van a llevar a mí?
-Asistente. En la fiesta funcionó.
Hubiera querido decirle a George que con Dave Davis el truco muy bien no había funcionado, pero no quiso alarmarlos.
-No sé...
-Vamos Eva, por favor, es genial. Nadie sospechará nada –dijo Ringo
-¿Y Brian?
-Ya le dijimos. No le gustó nada la idea, pero simulará que eres empleada suya. Y dijo que nada de acercamientos en público y esas cosas, pero es obvio, nadie cometerá ese error.
-Bueno....si es así....Aunque no sé que diré en el trabajo.
-Mmmm....¡Licencia por enfermedad! Podemos conseguir un certificado médico falso.
-Paul, parecés de la mafia –rió
-Es “la cosa nostra” –dijo John, también riendo.
-Será fácil, sólo será un certificado por dos meses y....
-¿¿¿Dos meses???
-Si....
-Es mucho tiempo, pensé que serían dos semanas o algo así.
-¡Por favor Victoria! –John seguía rogando.
-Bueno....está bien.
-¡Si! –exclamaron todos.
-Además creo que estaría bien conocer otros ligares, y también podría tomar fotos para la exposición esa.....y lo mejor de todo ¡no tendría que separarme de ustedes!



El teléfono sonaba y sonaba, pero no podía atender. Estaba revelando fotos, no podía dejar todo porque se arruinarían. Sin embargo, el odioso ruido continuaba. Con cuidado, acomodó las cosas como para que no ocurriera ningún accidente, y atendió.
-Hola...-saludó de mala gana.
-¡Hola Eva!
-¿Ma....Mamá?
-¡Si, soy yo! ¿Cómo estás?
-Bi...bien mamá, estaba trabajando.....¿Pasó algo? Es raro que me llames.....
-Es que tengo una noticia –por su tono de voz no parecía que estuviera sucediendo algo malo.
-¿Qué pasa?
-¡Iré a visitarte!