miércoles, 30 de octubre de 2013

Capitulo 65 Me mata tu ausencia y haberte querido tanto...

El teléfono sonaba con insistencia y nadie parecía dispuesto a atenderlo. Luego de un minuto, calló, para que a los pocos segundos, volviera a rajar el silencio.
-¡Ay ya voy! –Eva, arrastrando los pies, se acercó maldiciendo, aún sabiendo que quien tenía la osadía de llamar a las nueve de la mañana  ni se enteraría de todo lo que le estaba diciendo. –Hola...
-Quisiera hablar con el señor John Lennon –dijo una voz femenina, seca, sin siquiera saludar.
-No vive acá –respondió automáticamente, ya que se había acostumbrado a mentir ante cada fanática loca que se hacía con el número de teléfono y llamaba.
-No es verdad.
Lejos de inmutarse ante la seriedad de la afirmación, dejó escapar una risita. A eso también se había acostumbrado.
-Trate de comprobarlo y listo. Por ahora, no moleste.
Iba a colgar cuando la voz contestó.
-Me dio este número el propio John, en la exposición.
Golpeó con los dedos el auricular del teléfono y tragó saliva.
-¿Usted es...?
-Yoko Ono –completó rápidamente –Lennon me dio este número para que lo llamara. ¿Usted es la secretaria?
-No, la novia –respondió con toda la intención del mundo.
-Ah. Le dejaré mi número así él me llama, ¿puede ser?
-Sí, claro, no hay problema.
Escuchó que le dictaba un número, que obviamente no copió y al que ni se molestó en prestarle atención.
-Gracias, cuando llegue le diré –colgó con asco y volvió a su habitación.
Sin embargo, no pudo conciliar el sueño, pese a que en la noche anterior se había acostado muy tarde y aún se sentía cansada.
Que una mujer rondara a John, aunque sólo hubiera sido un llamado, la molestaba mucho. Él estaba raro últimamente, y ella, para qué negarlo, también. Sentía que estaba llagando al final de su aventura con tristeza, pero también con alegría. No quería arriesgarse aún, pero si escuchaba a su corazón, ya tenía la respuesta. Eso quizás, también le estaba infundiendo fuerzas.
Ringo se movió a su lado, soltando un quejido.
-¿Qué hora es?
-Casi las diez.
-Uhh...
Se incorporó bostezando y buscando su ropa con la mirada. Enseguida se vistió con su bata y se fue a bañar.
Eva suspiró. Ringo...Estaba tan mareada que no sabía qué le pasaba con él. Lo quería, sí, pero no como la primera vez. Eso hacía que estuviera más segura de la certeza que abrigaba. Además, sabía que él tampoco sentía lo mismo. Le había pasado igual que a George y a Paul, y en parte se sentía culpable. Por llorar por los otros, lo había descuidado a él, y ahora estaba segura que en algo andaba con esa chica Maureen. A ella le había tomado odio, como a todas, aunque no tuvieran la culpa de nada, aunque la fuera responsable de todo fuera ella. Las odiaba y a la vez no, pero sabía que si no hubiera sido por ellas, jamás se habrían alejado así. Aunque...si no hubieran ido ellas, hubieran sido otras, o ninguna, pero todo se habría enfriado igual. Si tan solo todo hubiera seguido como al principio....De recordar esos primeros momentos se le llenaban los ojos de lágrimas. Sabía que la vida le había mostrado la felicidad y la tristeza casi al mismo tiempo, y por eso le estaba agradecida.




-¿Si aprendo a cantar bien, podré actuar en tu película?
Eva y Jenny soltaron una carcajada que no le hizo ni pizca de gracia a Dante.
-La película de Eva es muy loca, no te conviene.
-¡Pero Jenny! ¡Estará en le cine! ¡La gente famosa está en el cine, y yo quiero ser famoso!
-Mirá Dante, como están las cosas, dudo mucho que se estrene.
-¡Pero yo quiero...!
-Ay, ay, Dante –dijo Anne entrando con una taza de leche –Mejor será que tomes la leche y hagas las tareas. Las películas y la guitarra son para más adelante.
-No sé para qué te molestás en decirle eso al chico, si no te hará caso –rió Jenny –él imita a Eva y a Patrick, y bueno, a mí también.
-Imita lo que le conviene.
-Quizás esté necesitando un hermanito.
-¡Jenny! ¡No le des ideas!
-Anne, ¿por qué no? –intervino Eva –Sos muy joven, y Mark también, y...
-Alto ahí. No habrá más niños.
Todos resoplaron, incluido Dante, que pronto se fue con su taza a otra parte.
-¿Y Maureen? –preguntó Jenny, de repente.
Eva palideció y miró a Anne.
-¿Qué dije? –Jenny las miraba a las dos -¿Pasó  algo? Oigan, ¿de qué no estoy enterada? ¡Al final nunca me cuentan nada!
-Ey, ey  Jennifer, pará –Anne la miró, tranquilizándola –Lo que pasa es que Eva no estaba enterada de que Mo está en la ciudad.
-No, no sabía –afirmó con un hilo de voz.
-Ah bueno, ahora lo sabés. Es simpática, a mí me cae bien.
-Jenny...
-Ay, ¿y ahora qué pasa Anne? –preguntó, ya cansada.
-¡Pasa que Maureen sale con Ringo!
Callaron apretando los labios, Jenny roja de vergüenza. Eva suspiró y apoyó el rostro sobre sus manos.
-Perdón. –dijo al fin –Perdón por haber gritado así. Espero que Dante no haya escuchado.
-Está mirando televisión...
-Eva, yo no estaba enterada de eso.
-Lo sé Jenny, y perdoname. Es que acabo de darme cuenta el porqué de las salidas de Ringo durante estos días. Sé que hay algo entre ellos, pero ahora todo cierra.
-Eva, ¿estás segura? –preguntó Anne, temerosa.
-Sí, lo estoy. Y ahora sé que todo se está yendo a la mierda.




John guardó su guitarra y salió del estudio sin siquiera saludar. Paul suspiró, y miró a George, que desvió su vista.
-Sería mejor que siguiéramos sin él...
-No Paul, la canción era de él. Y se la arruinaste.
-¡Yo no la arruiné! Sólo le di un par de sugerencias.
-Como digas...-George se encogió de hombros y también comenzó a guardar su guitarra.
-¿Qué, también te vas?
-No hay mucho para hacer.
-Pero está Ringo y...
-Yo me voy.
Miraron a Ringo, George agradecido, y Paul sorprendido.
-Antes quisiera hablar con ustedes. Es sobre...algo.
Los tres se dirigieron al bar más cercano, tratando de pasar desapercibidos.
Cuando les pusieron las cervezas frente, Ringo decidió comenzar a hablar sin rodeos.
-Me está pasando lo mismo que a ustedes.
-¿Qué cosa? Ahh...ya. –dijo Paul –Te compadezco.
-Y yo. –agregó George.
-¿Quién es?
-Es una prima de Mark, el doctor marido de Anne.
-Ay no...-George se agarró la cabeza- ¿Justo una parienta de Anne? ¡Habiendo montones de mujeres!
-¿Te creés que no he pensado eso y me he detestado? Pero qué le voy a hacer...
-¿Y?
-Necesito que me ayuden porque ahora los entiendo. El problema también es John. ¿Alguien sabe si le pasa algo con ella todavía?
-¿Y quién puede saberlo? John siempre es un misterio....
Paul asintió mirando a George .Él, más que nadie sabía que John estaba más extraño que de costumbre, por lo tanto era imposible saber si quería u odiaba a alguien.
-Tampoco sé si Eva me quiere aún....-Ringo bajó la mirada. Algo en su interior le decía que Eva ya no sentía lo mismo, que se había volcado a John. Era doloroso, pero también le daba miedo, por ella. Si a quien amaba era a John y él le hacía lo mismo que el resto, acabaría destrozada.
Eso era, justamente, lo que pensaba ella. ¿Cómo saber si John no seguiría el mismo camino? A la vez se culpaba, si no hubiera dejado pasar el tiempo y hubiera tomado una decisión, no estaría pasando por eso. Era como si a una pena le sumaran otra pena. Pero también se negaba a dejar a Ringo, no quería perderlo como a todos.
-¡Mierda, mierda, mierda! –gritó desesperada, estrellando contra el piso el vaso con agua que tenía en la mano. –¿Por qué me pasa esto? ¿Por qué amo tanto?
Se dejó caer en el piso, llorando sin consuelo, buscando desesperadamente una solución.


-Será mejor que me dejes acá –Maureen señaló una esquina.
-¿Te parece? Puedo llevarte hasta la casa de tu primo....
-Mmmm no, mejor no. Ya sabés, está Anne y ella le cuanta a...
-Ah sí. –Ringo asintió sin despegar la mirada de la calle.
Ya era de noche y caía una fina llovizna, a pesar de que el día había sido completamente soleado, lo que les había permitido pasear tranquilos durante la tarde.
Habían pasado dos días desde la charla con Paul y George, y pese a que los consideraba dos inútiles para darle consejos, hablar con ellos le había dado cierta seguridad.
Detuvo el coche a unos metros de la casa de Anne, por lo que Maureen lo miró, seria.
-Te dije que...
-Si, lo sé, perdón. Pero no te preocupes por Anna o tu primo.
-Es que es inevitable, ellos piensan que...bueno...que vos...
-Sí, que vos y yo estamos en algo. En cierto modo, tienen razón.
Lo miró sorprendida, con alegría pero también con susto.
-Ringo, yo...
-Seamos claros, Mo –la interrumpió- Está bien, yo estoy con Eva. Sabés la historia, ¿no?
-Algo...Bueno, nunca supe si era verdad lo que decían, de que era novia de los cuatro.
-Sí, es verdad. No la juzgues, pero es verdad. Paul y George ya no están con ella. El amor se acaba, o no sé...La verdad es que no sé qué pasa, todo fue muy raro siempre.
Maureen asintió, bajando la cabeza.
-Lo mío con Eva ya está como frío. No es lo mismo que antes y creo que ella ya no siente lo mismo. Sufrió mucho, y creo que por fin está dándose cuenta de a quién quiere.
-¿Y a vos? ¿Qué te pasa con ella?
Sonrió ante el repentino interés de la chica.
-La quiero, sí. Nunca se deja de querer a alguien, más cuando pasaron tantas cosas.
Otra vez bajó la cabeza, con el semblante triste.
-Pero a quien quiero más es a vos. No sé, me gustás y quiero estar con vos. Te digo todo esto para que evalúes si me das una oportunidad o no, no quiero mentirte
-Claro que te la doy –sonrió, ilusionada –Estaba esperando que lo dijeras, porque no me importa lo que tengas detrás, quién sos, con quién has estado...Me interesás vos y punto.
-Entonces..¿lo intentamos? –preguntó con una amplia sonrisa.
-¡Sí! –Mo se acercó y le dio un tierno beso en los labios.





Abrió los ojos de repente, al escuchar el ruido de las llaves en la puerta. Se había quedado dormida estudiando el guión, y en la penumbra de la sala, adivinó la figura de John. El teléfono comenzó a sonar y él encendió una lámpara. Sonrió, sorprendido al ver que ella estaba allí, y atendió.
Eva se sentó y comenzó a recoger las hojas que se le habían caído cuando escuchó algo que la dejó congelada: John aceptaba ir a una exposición. Por su manera de hablar, tan lacónica, quien estaba al otro lado de la línea era esa mujer. Se mordió los labios, angustiada: esa mujer seguía insistiendo, y a Ringo lo estaba perdiendo. Tenía dos frentes de batalla y todavía no sabía en cuál luchar.  




*-*-*-*-*-*-*-*-*
Hola!!! Acá yo otra vez, o al fin jajja
Espero que anden bien, aviso que el próximo capitulo es el de las DECISIONES chan chan! XD
La canción, como siempre. Temazo de Babasónicos:
Hasta mas vernos!




sábado, 5 de octubre de 2013

Capitulo 63 Los días que están por llegar

Los meses fueron sucediéndose con lentitud, hasta pasar casi un año. El vientre de Jenny creció hasta que un día de lluvia torrencial, Patrick Junior llegó a la familia, a alegrarle la vida a su madrina Eva y a jugar con su “primo” Dante.
Pese  a la reticencia de Patrick, Jenny había decidido llamarlo así, en honor al hombre que le había devuelto la fe en el amor y había enterrado su oscuro pasado en el olvido. El pequeño era un resumen de todo eso en la vida de Jenny. Por otro lado, ya no vivían en el pequeño departamento que compartían. Se habían mudado a una casa propia, que Patrick compró con el primer dinero grande que ganó junto a la banda. Ya eran bastante conocidos y tenían sus fans, a las que Jenny miraba con asco, aunque eso causara la risa de todos.
-Y entonces, el rey verde se casó con la reina azul –el pequeño esbozó una sonrisita y agitó sus piernitas, contento.
-No entiende nada del delirante cuento que acabás de contarle, Eva.
-Ya lo sé, pero se ríe. ¿O no, pequeño querubín? –el bebé hizo otra sonrisa –Este Patrick será todo un galán, con esa sonrisa conquistará mujeres a granel.
-No, no, que quiero que mi hijo sea un hombre bueno  y respetable, rompecorazones hay muchos.
Eva dejó al bebé en su cuna y se acercó a su amiga, que doblaba ropita y la metía en un cajón del armario.
-Todavía me cuesta creer que digas “mi hijo”.
-A mí también. –rió –Pero creerme que es lo más lindo del mundo.
-Claro que te creo. Si me ha cambiado la vida a mí, que soy su madrina, me imagino a vos.
Jenny asintió con una sonrisa soñadora y sincera.
-Al fin llegó lo que merecías. Sos una excelente persona y era hora de que fueras feliz. No como con...
-No lo nombres Eva –la interrumpió, seria –Nunca lo recuerdo y no me hace bien hacerlo, me arruina toda la felicidad.
-Entiendo. No lo diré más.
-¿Y vos?
Respondió encogiéndose de hombros. Podía decir que durante ese tiempo su vida no era feliz, pero sí tranquila. Aún vivía con John y Ringo, aunque la relación qui tenían era mas de amistad que otra cosa. A veces tenía la certeza de pasar el resto de su vida con uno, luego volvía a las dudas y le parecía estar segura con el otro. A veces volvía a pensar en George y Paul, pero recordaba que uno estaba recién casado y el otro era un feliz padre de familia. Últimamente, quizás por la entrada en su vida de su pequeño ahijado, pensaba mucho en su futuro. ¿Cómo sería? ¿Con quién? ¿O estaría completamente sola? A veces aventuraba respuestas, y a veces ni siquiera se animaba.
-Tengo que ir al trabajo –dijo al fin, dándole un beso a su amiga y saliendo casi como huyendo de todo lo que se le había cruzado por la cabeza.

Y sí, tenía trabajo, aunque no lo consideraba así. Un excéntrico director de cine estaba obsesionado con hacer una película psicodélica como la que habían hecho The Beatles. Para eso, buscaba cantantes y actores desconocidos y contactó a Eva. Dave Davis la había recomendado, aunque Eva no tenía ni idea de cómo se había enterado de que ella, en algún tiempo, cantaba. A Dave jamás lo había vuelto a ver, pero eso demostraba que seguía interesado en ella. Alguna vez pensó en terminar con todo lo  que estaba viviendo e irse con él pero, ¿amar tanto a cuatro para irse con uno que ni siquiera le atraía? No tenía sentido, y prefería quedarse sola antes de lastimarse a sí misma de semejante manera.
Sabía que la pelicula sería un fracaso, el director estaba lo bastante loco como para arruinarla, pero le pagaba y además se divertía ensayando, aunque el resto del elenco viviera quejándose de la desorganización. Duraría poco, pero ganaría bastante.
-¡Hola Evita! –gritó el director, dándole un beso en cada mejilla –Tomá, éste es tu guión.
-¿Otro más? Pero si ayer...
-Ayer ya pasó –contestó dándole una calada a su cigarrillo –Esto es lo que se me ocurrió hoy.
-Como diga, Sir Andrew.
El director en cuestión, además de todo lo que tenía en la cabeza, tenía un delirio casi enfermo por la nobleza y se hacía llamar “Sir”. Lo peor era que esperaba lograr verdaderamente el título gracias  a su película.
-¿Segura que se te da bien el francés?
-Sí. Bueno, hago lo que puedo.
-Poné cara de convencimiento, aunque lo hables mal. Recordá que sos una pobre chica francesa.
-Lo sé, aunque no sé si podré cantar....
-¡Por favor! Si sos la mejor.
Sonrió  y asintió, era mejor no llevarle la contraria y más cuando repartía halagos.
Ensayó una docena de veces el guión del día y luego cantó para Sir Andrew, que cada día, al finalizar los ensayos, quería escuchar la canción que ella cantaría para pulir detalles o simplemente por gusto.





Llegó a la casa cuando ya era noche cerrada y se encontró con que sólo estaba Ringo con George.
-Hola a los dos –saludó.
-Hola, ¿qué tal ésa película? –preguntó George.
-Un desastre, como siempre –rió.
-¿Para qué te metiste n eso? –preguntó Ringo.
-Ni sé, pero me gusta. Con ese director nadie puede quejarse de la rutina. Cada cinco minutos te sale con algo distinto.
-Ay...-George se agarró la cabeza –Yo me enloquecería.
-Eso es porque sos muy metódico, Harrison.
-Me dijeron que el tipo siempre anda puestísimo de ácido.
-No lo conozco de otra forma que no sea ésa.
-¿Y vos te seguís metiendo eso?
Se quedó pensativa, mirando a George. Después, esbozó una sonrisa traviesa.
-A veces, con John.
-Uhh...John está dado vuelta. Bueno, me voy –se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla –Nos vemos.
-Chau George
Lo vio saludar a Ringo y después irse muy alegre. Nunca más se había acercado a ella para hablarle. No sabía si seguía sintiendo algo o ya no. Sobre ella, sí sabía: sus sentimientos estaban dormidos hasta que lo veía, a él o a Paul. Ya había comprendido que viviría con eso siempre, y que lo mejor era acostumbrarse.
-¿Y John? –le preguntó a Ringo cuando volvió a la sala.
-Fue a una exposición de no sé qué...Yo no fui porque esas cosas me aburren. Además, tengo que salir y...
-¿Adónde?
-Eric me invitó a cenar.
Levantó una ceja. Si algo había aprendido, era que Ringo mentía muy mal.
-Sos grande y no tengo porqué pedirte explicaciones –se encaminó hacia la escalera.
-Ey, ey, ¿por qué te enojás?
-No me enojo, pero me gustaría que me dijeras la verdad.
-Eva, no creerás que...
-Dejame que crea lo que quiera.
-A ver, te invito a que vengas conmigo, así no pensás cualquier cosa.
-Andá tranquilo, no voy.
Suspiró resignado y le dio un beso en la mejilla como despedida.




Se tomó el tiempo necesario para armarse un porro y fumárselo con tranquilidad, tirada en la alfombra de la sala. En su cabeza volvían y revolvía distintos sucesos de su vida y su eterna pregunta de “¿Cuál?”. Ringo se le estaba yendo de las manos, eso era seguro, y John....John estaba raro.
Estaba terminando su porro cuando, justamente, llegó John.
-Vicky, ¿qué hacés ahí tirada? Ah, ya veo....Traviesa. –se acostó a su lado, riendo –Convidame.
-Llegaste tarde.
-Muy bien, señorita egoísta. Ahora me fumo uno yo, y no te daré.
-No me importa.
-Qué peladora estás hoy.
-¿No me vas a contar de la exposición?
-Veo que ya te contaron esos chusmos. Bueno, era algo raro.
-Si vos decís que es algo raro, entonces es rarísimo. Debe ser una exposición de marcianos.
-No había marcianos, pero sí japoneses.
-¿Japoneses? ¿Qué hacen acá? ¿Todavía no se enteraron que terminó la guerra?
Soltó una carcajada y la abrazó.
-Yo qué sé si se enteraron o no, pero ahí había una exponiendo cosas raritas. Se llama Yoko Ono.
-¿Yoko Moco?
-No, bruta –rió otra vez –Veo que lo porros te ponen graciosita.
-Que me perdone la nación japonesa, pero eso no es un nombre. ¿Cómo se va a llamar así?
-Ella dirá lo mismo de tu nombre.
-No, porque no lo sabe.
-Lo sabrá cuando vea la película. Es seguro que la verá porque decís que es un delirio y a la vista está que le gustan esas cosas.
-Pero mi nombre es lindo, el de ella no.
-Cómo jodés con el nombre. Y claro que el tuyo es más lindo, llevás el nombre de la primera pecadora y eso es....incitante.
-Si querés te doy una manzanita.
-Me interesa que me des otras cosas.
-¡Idiota! –le dio un codazo, muerta de risa.




Los cuatro estaban alrededor de la mesa, discutiendo. Se acercó con una fuente de comida y los miró uno por uno.
-Ya que tengo que hacer el almuerzo, por lo menos tengan la amabilidad de dejar de discutir.
-Sí mamá –respondió Ringo.-
-Hablo enserio. No me gusta cuando pelean. –se sentó en la cabecera, seria.
-Eva tiene razón, es un sinsentido –afirmó Paul –Nos juntamos para comer en paz y charlar, no para gritarnos.
-Claro, eso ya lo venimos haciendo en el estudio.
-John, no seas...
-Oigan eso no me lo contaron.
-Mejor que no te lo cuenten, Evy –dijo George con la boca llena.
-Bueno, ahora coman y no peleen.
Por suerte, todo transcurrió con normalidad, como si fueran buenos amigos. Cuando terminaron, Ringo se fue, alegando que tenía que “hacer cosas”. Pronto, un a uno de los que quedaban, partieron. Cuando se quedó sola, se dedicó a limpiar para no acordarse de la soledad. El teléfono sonó.
-Hola Eva, soy Pattie.
-Hola...
-¿Podemos ir a tu casa? Es para hablar  de un asunto.
Pestañeó rápido. No entendía porqué la llamaba y parecía que tenía urgencia. Al fin respondió afirmativamente con unos balbuceos.
Casi una hora después, Pattie y Linda estaban en la puerta.
-Lamento la molestia –dijo Linda ni bien entró.
-No se preocupen, ¿quieren café?
Ambas se miraron y asintieron.
-Ya se los traigo. Siéntense donde quieran.
Preparó el café, nerviosa. Ver a las dos en su casa era como ver a las parcas. Cuando volvió a la sala, Pattie y Linda charlaban y dejaron de hacerlo cuando la vieron.
-¿Y bien? –se sentó frente a ellas y tomó su taza. Por un momento sintió asco, se veían como tres señoras muy decentes tomando le té para hablar de temas importantes. O no tanto.
-Eh...eh...bueno, Eva....-comenzó a decir Pattie.
-Por favor, sin rodeos.
Se quedaron calladas y Linda decidió recomenzar.
-Vinimos para hablar con vos de un asunto.
-Eso ya me lo dijo Pattie.
-Bien. Por lo que hemos venido escuchando, los chicos no se están llevando muy bien.
-Bueno, nunca se llevaron perfectamente bien.
-¿No?
-No. Tienen caracteres muy distintos y es obvio que nunca todo puede ser color de rosa.
-Lo sé –dijo Pattie –peo creo que hay algo más. George está muy preocupado aunque no me lo diga.
-Y Paul también –agregó Linda.
-Bueno, John también anda raro, y si está así, seguramente tendrá choques con Paul.
-¿De verdad?
-Es más que seguro. Son así, se adoran pero no se soportan.
Linda y Pattie asintieron como si estuvieran en clase, delante de una profesora importante. Eva sólo las miró y tomó un sorbo más de café.
-Después...algo me comentaron sobre peleas en el estudio, sin ir mas lejos, hoy cuando almorzaban discutían. No eran las peleítas que siempre tienen, era un poco mas fuerte y parecía ser que de cosas importantes.
-Entiendo. Eva, si notás que las cosas empeoran...¿podrías decirnos? Así los ayudamos, o por lo menos entendemos lo que les pasa. Ellos no cuentan nada y vos...vos los conocés bien.
Miró a Linda con seriedad y lentamente asintió.
-Sé que es difícil lo que te pedimos pero...

-Tranquilas –la interrumpió. –Las ayudaré. Por mis chicos hago cualquier cosa.



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Hola!!! Acá estoy de vuelta! Como ven hay un nuevo personaje....Yoko muejejejje.
Me voy antes de que alguien me mate o le de algo (Cloquell...) 
Dejo la canción:
Saludos!!!