domingo, 30 de diciembre de 2012

Capitulo 49 Ella usó mi cabeza como un revólver


La estadía en Francia se estaba haciendo demasiado aburrida. No hacía ni dos días que estaba allí y ya se sentía fastidiada. Sarah, su compañera, no hacía mas que coquetear con todos y decir estupideces, aparte de reírse histéricamente de cualquier cosa. En una sola cosa coincidía con ella: en quejarse del hotel mugroso donde estaban parando.
-Eva, ¿podrías prestarme algo de shampoo? Olvidé el mío –dijo Sarah asomándose por la puerta del baño, tapándose con un toallón.
Suspiró y estiró su mano, para abrir el cierre de su maleta y sacar un frasco. Se puso de pie y se lo alcanzó.
-Gracias –sonrió la pelirroja antes de cerrar la puerta.
Se dejó caer en la cama y tomó su cámara, observándole todos sus detalles. En realidad no la observaba, su cabeza estaba en otra cosa: en los cuatro que había dejado en Londres.
Ni siquiera los había llamado avisándoles que ya estaba en su lugar de destino, pero sentía que quizás a ellos ni siquiera les importara. Sus dudas empezaron a asaltarla. Quizás, también, ella ya no fuera tan importante para ellos.
Se puso de pie, rebuscó en el bolsillo interno de su tapado que estaba colgado en una silla, y sacó un paquete. Lo abrió y a la vista quedó la hierba que se había traído. Comenzó a armarse un porro, pensando que lo único que tenía de ellos en ese momento era eso, un poco de hierba. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando por su mente cruzó una especie de presentimiento: quizás eso, la hierba y varios vicios que estaba adquiriendo fueran lo único que le quedaría de ellos.


-Ni siquiera llamó –dijo Ringo mirando el teléfono con insistencia.
-Que te olvides de ella Starkey, ya te lo dije –respondió George acomodándose la corbata frente al espejo.
-¿Cómo podés ser así?
-¿Así cómo?
-Parece que ya no te importara.
George se giró y miró a su amigo. Ringo se dio cuenta que lo de George eran puras palabras, su semblante demostraba que no la estaba pasando nada bien.
-No tendría que importarme porque a ella ya no le importamos. Pero bueno, la vida es así. El amor es así.
-Mejor vamos, Brian nos espera.
Cuando bajaron, el manager sólo hizo un suspiro de exasperación.
-Ustedes también. ¿No pueden cambiar esas caras de funeral?
-No. –respondió John.
-Lamento esto pero voy a pronunciar una frase que en este momento me regocija: “Se los dije”.
-Callate Brian –dijo Paul, sin poder ocultar su molestia –No hables como un padre. Y no te metas en esto.
-Muy bien, hagan lo que quieran. Pero esas caras las cambian.
Resignados, echaron a andar hacia la puerta.


-Hola Evita de mi amor.
-Salí de acá Robert, no me toques.
-Pero...
Se puso de pie, sin reprimir su cara de asco hacia su borracho compañero, que no había parado de molestarla.
-¿Te vas? –preguntó otro compañero.
-Si, me voy. Este bar apesta.
Tomó su chaqueta y se largó de allí, ante la mirada de desprecio de sus compañeros. Caminó hasta que salió de los suburbios y llegó al centro de París. Anduvo hasta cansarse y se sentó en el cordón de una vereda. No estaba permitido sentarse allí pero le daba igual. Vio que enfrente había un teléfono público y sin pensárselo dos veces cruzó la calle. Si embargo, al llegar, comenzó a dudar. ¿Llamar o no llamar? Miró a todos lados, impaciente sin saber porqué, como si esperara algo. Al fin se decidió y sacando unas monedas del bolsillo de su minifalda, se acercó y tomó el auricular, metiendo antes las monedas.
-Operadora, comuníqueme con Londres.


El teléfono sonaba y sonaba, pero no había nadie allí para atender. Los cuatro estaban en una fiesta que habían creído que sería aburrida, pero estaba resultando lo contrario. Esperaron a que Brian decidiera irse para soltarse del todo. Comenzaron por barrer con todo el alcohol que hubiera a su disposición, charlar o bailar con todas las mujeres,  y después terminaron encerrándose en un baño para fumarse unos porros.
-Me voy a volver loco –dijo John.
-Sólo se fue hace dos días y la extraño demasiado –agregó Ringo.
-No llamó, nada. No nos quiere.
-Paul no digas estupideces
-Es la verdad, George.
-Hari hace unas horas decias lo mismo.
-Pero ahora pienso lo contrario.....ay, no sé, no sé qué pensar.
-No pensemos nada, sigamos ahogando penas. Aprovechemos que es gratis.
Todos siguieron  a Paul no muy convencidos. Ni bien salieron, se separaron. Paul sólo se apoyó en una pared y cerró loso ojos, para calmar el mareo Cuando los abrió, tenía delante suyo a una chica rubia que lo miraba con curiosidad.
-¿Podría hacerte algunas preguntas? -dijo con tono amable.
-Ah, si, si, claro –trató de recuperar la compostura. –Primero decime tu nombre.
-Linda.


Colgó el teléfono con rabia y echó a andar, temiendo haberse perdido en aquella gran ciudad, aunque consideraba que si le pasaba eso sería un favor. Sólo tenía ganas de desaparecer.
Metió las manos en los bolsillos de su chaqueta, ya que tenía frío y caminó y caminó, a veces insultando a los automovilistas que le gritaban algo. La verdad que, siendo la hora de la madrugada que era, y estando sola en la calle, mas de uno la confundiría con una prostituta.
Cuando llegó al hotel, Sarah ya estaba dormida. Se desvistió mientras miraba a la chica, y pensaba qué habría hecho parta entrar a trabajar en la revista, cuando no sabía nada de nada. Evaluó si se habría acostado con el director o con el vice.
-Al fin llegás –se quejó la pelirroja cuando abrió los ojos, molesta por la luz del velador –mañana nos vamos a Lyon.
-Mirá que bien –contestó Eva sacándose las botas.
-Ey Sheels, ¿vos vivís sola? ¿Tenés novio? ¿Qué hacés de tu vida?
La miró bien, sin creerse que le preguntara eso, y se metió en la cama.
-Eso no es algo que te importe.


Después de un agotador, y según ellos, frustrante día de trabajo, los cuatro se sentaron a la mesa.
-Esta comida es horrible, ¿dónde la compraste John?
-Llamé a un teléfono que había pegado en la heladera. Comé y callate Harrison.
-Yo no tengo ganas –Ringo empujó su plato –Mejor me voy a dormir.
-Esperá –dijo Paul –Quiero mostrarles algo.
-La comida se enfría –John señaló el plato de Paul.
-Da igual –Paul revolvió sus bolsillos hasta que sacó una bolsita pequeña, con algo adentro envuelto en papel.
Abrió todo hasta que sobre la mesa quedó al descubierto un polvo blanco.
-¿Y eso? –preguntó George.
-Me la dio un amigo.
-No me digas que es.....
-Si John –completó Paul –Es coca, merca, piedra, la dama blanca....en fin, cocaína.
-Dame todo lo que tengas.
-Pará hombre, no te apresures....-con una sonrisita, fue armando una línea, y después comenzó a hacer un rollo con un billete. –Si tenemos dinero, podemos usarlo para cosas como estas, ¿no?
Al rato, todos estaban aspirando como locos, pero cuando el efecto se fue disipando, cayeron en un bajón que los deprimió aún mas.


Luego de tomar fotos a una banda que consideraba mediocre, Eva se sentó en la camioneta.
-Bien muchachos, es hora de partir hacia donde pasaremos la noche –anunció el chofer. Todos subieron precipitadamente.
-¿Podríamos....?-comenzó a decir, pero Robert, su compañero, la interrumpió hablando a los gritos sobre un partido de futbol que se disputaría esa noche en Inglaterra, el cual insistía en ver.
Cuando se calló, Eva volvió a hablarle al chofer.
-¿Podríamos pasar por un lugar donde haya teléfonos públicos?
-Claro que si Evita, ya busco uno.
Hizo una mueca, fastidiada por la forma en la que la llamaban, “Evita”. Diez minutos después, pedía comunicación, mientras  miraba a sus impacientes compañeros en la camioneta, al otro lado de la calle.
-Hola –dijo cuando escuchó que se descolgó el teléfono.
-¿Vos?
Reconoció enseguida la voz de George. Sonaba a rencor.
-George.....sí, soy yo.
-¿Recién ahora llamás?
-Perdoname....Llamé anoche pero nadie contestó.
-No estábamos.
Escuchó ruidos, y otras voces, pero no pudo reconocerlas debido al barullo de la calle.
-Eva...
-¿Ringo? ¿Sos vos?
-Te extraño.
Sonrió, le pareció tremendamente tierno, al menos él no estaba enojado. Pero también le pareció extraño.
-Ringo...¿te pasa algo?
-No....
-¿Estás drogado? –dijo lo mas bajo posible.
-Bueno....sí, algo así.....Cuando vuelvas la vas a probar, es co....
-Hola Victoria. –se escuchó de repente.
-John.
-¿Llamaste para decirnos lo bien que estás? ¿Ya no volverás?
Puso los ojos en blanco y suspiró profundo. No le diría que lo estaba pasando mal sólo para no darle el gusto.
-Llamé para ver cómo están. Y sí, volveré.
-Que bien, pero no sos nuestra madre para llamar por si estamos bien o mal. No estamos a tu cuidado.
-¡Eva apurate! –gritó Sarah desde la ventanilla de la camioneta.
-Tengo que irme, me están esperando.
-Da igual –dijo John, y colgó.
Casi azotó el auricular contra el aparato y cruzó la calle sin mirar, en dirección a la camioneta.
-¿Dijiste Ringo? ¿Hablabas con alguien que se llama Ringo? –preguntó Sarah con insistencia.
-Si, mi perro.
-¿Tu perro habla por teléfono?
-Ya vámonos –le dijo al chofer, que arrancó enseguida.

-¡¿Qué hiciste?! –exclamó Paul -¡Iba a  hablar yo!
-Tuvo que irse, la esperaban., o algo así dijo. Además, te recuerdo que hace unos minutos no parabas de insultarla.
-Pero....no sabía que llamaría –se dejó caer en un sillón, y se agarró la cabeza –Esto me va  a matar.
-Esa porquería te tira abajo....no sé si la volveré  a probar....-dijo George.
-No me refería a eso. Me refería a lo de Eva.
-Bueno si, también......
-¿A veces no sienten que todo se está yendo al carajo? –John miró a sus amigos, que sólo asintieron.



Los días pasaron con lentitud, una lentitud suficiente como para volverlos locos a los cinco. El humor no ayudaba, ya que era fluctuante. Todos pasaban del amor al odio en cuestión de minutos, lo mismo sucedía con las recriminaciones, las culpas, las excusas, los celos, las suposiciones.....
Eva concluyó que el viaje había sido el peor de su vida, ya que ni siquiera había apreciado los paisajes, debido a su constante preocupación.
Pero no quería reconocerlo, sentía que si lo hacía en cierto modo les estaría dando la razón a ellos. Se sentía dominada, pero a la vez incapaz de sobrevivir sin esa dominación.


Cuando al fin se paró frente a la puerta de la casa con una maleta en cada mano, se debatía entre llamar o no. Quizás la echaran como a un perro.
Se decidió y  extendió su brazo para golpear, pero no tuvo tiempo, la puerta se abrió, y apareció George, que tampoco le dejó tiempo para hablar, ya que cuando quiso decir algo, él ya la estaba besando con desesperación.
Se separó de ella, para mirarla con sus profundos ojos, y acariciarle el rostro.
-¿Estás bien? ¿No te pasó nada?
-Si George, estoy bien....-dijo aún sorprendida -¿No....no estás enojado?
El chico sólo sonrió y volvió a acariciarle el rostro.
-Tantas veces me enojé y tantas te perdoné....Aunque ni sé si había algo para perdonar. Vení, entrá. Vi por la ventana que habías llegado, por eso corrí a abrirte.
Entró con una sonrisa, auque también temiendo por la reacción de los otros.
Vio que Paul bajaba las escaleras corriendo, y se alegró de inmediato. El sólo la besó casi con la misma pasión que George, y luego le besó el resto de la cara y el cuello.
-Ya Paul...-rió.
La abrazó, y le acarició el pelo.
-Te extrañé, ¿sabés?
-Yo también Paulie. A todos los extrañé.
-¿Segura? ¿A mí también?
Se soltó de Paul y vio a John, apoyado en el marco de la puerta de la sala de música. Curiosamente, la reacción que mas temía era la de él.
-Sí John.  A vos también.
Le sostuvo una mirada de hielo, hasta que al fin la relajó y le sonrió. Durante esos segundos, Eva temió lo peor.
-Vení Vicky –John extendió sus brazos y ella fue a él.
Se abrazaron con fuerza, y después se besaron, pero de una forma mucho mas tranquila.
-Te amo, ¿lo sabías?
-Claro que lo sé, John, y no lo dudo. Y yo también te amo.
John le regaló una sonrisa que ella pocas veces le había visto, una sonrisa llena de sinceridad y agradecimiento.
-¿Y Ringo? –preguntó.
-Por ahí...-contestó George sin darle importancia.
-¡Está en el jardín! Ni se debe haber enterado que llegaste, voy por él.
-No Paul, dejame a mí, voy a darle la sorpresa.
Salió al jardín y allí lo vio, sentado con su mirada confundida en el azul del cielo.
Se acercó de puntillas, por detrás, y le tapó los ojos.
-¿Quién soy?
Ringo quitó sus manos al instante y se giró rápidamente.
-¡Viniste!
-¡Claro que vine, amor! –le plantó un gran beso, y cuando intentó separarse, fue él quien la besó, con mas intensidad.
-Vamos adentro, ¿si? Hay mucho de qué hablar.



Pronto se hizo de noche, el tiempo pasó rápido mientras ellos le contaban todos los sufrimientos por los que había pasado. Se sintió culpable, pero luego siguió hablando ella. Sin darse cuenta, comenzó a hablarles de su viaje, no podía ocultarles nada a esos cuatro pares de ojos que la miraban con toda curiosidad e interés. Les habló de las condiciones, del acoso de sus compañeros, de Sarah....Sin embargo, ellos no le recriminaron nada, simplemente la escucharon y la consolaron de su desilusión. Mientras los escuchaba y aceptaba sus mimos, se le pasó por la cabeza lo que tantas veces le habían dicho. Dejar el trabajo. Comenzó a pensar que quizás no era una idea tan mala.  


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Hola! Ultimo capitulo del año! Espero que lo pasen lindo :)
Les dejo la canción que le da título al capi, una de mis canciones preferidas, que se puede usar para aplacarla a una mujer, pero dicen que en realidad está dedicada a la cocaína, o sea, está bien relacionada al capitulo jeje. 


domingo, 9 de diciembre de 2012

Capitulo 48 Presenté mis credenciales a tu risa, y me clavaste una lanza en el costado.


Parada al lado de un montón de desconocidos, sonreía nerviosa. Era la inauguración de la exposición, y Scott, el hombre mayor que prácticamente era dueño del instituto, pronunciaba unas palabras de bienvenida a todos los interesados que se habían acercado.
Además de ella, exponían unos diez fotógrafos mas, por lo tanto la galería de arte estaba llena, de punta a punta, de fotografías, que todos miraban con interés.
-Hola...-escuchó detrás suyo, y de inmediato reconoció la voz y se giró, asustada.
-¡George! –exclamó, aunque en voz baja -¿Qué hacés acá?
-Vinimos –dijo sonriendo con inocencia.
Eva miró a su alrededor hasta que distinguió a los otros tres, perfectamente disfrazados.
-¿Qué hacen acá? –le dijo a George -¡Los pueden reconocer y se armará un caos!
-Tranquila, no pasará nada.
-Hola Vicky –dijo John, acercándose –No suponías que te dejaríamos sola, ¿o si?
-Pues...ni siquiera lo habia pensado. Di por sentado que no venían
-Pero acá estamos. Te felicito, estás teniendo éxito. Esos tipos de allá miran muy bien tus fotos.
-John...esos son Paul y Ringo –dijo muerta de risa.
-Ah, mirá vos, están irreconocibles jaja. Bueno, hay mas tipos que también miran tus fotos.
-Es verdad, yo escuché a unos tipos cuchicheando sobre lo tuyo –dijo George.
Murray se acercó y miró con algo de curiosidad a los dos extraños.
-Son amigos míos –dijo Eva antes de que la mujer pronunciara una palabra.
-Un gusto –dijo Murray, con poca expresión –Eva, vení conmigo, hay gente que pregunta por vos.
Saludó con la mano a George y a John y se fue. Murray le presentó al resto de los fotógrafos, algunos simpáticos, otros un poco reticentes. Seguramente no les caería muy bien la entrada de una “nueva” al círculo casi exclusivo que parecía tener el instituto. Sin embargo, las buenas críticas, tanto de los fotógrafos como de otros hombres que se encontraban allí, le dieron mas confianza como para enfrentar a esas miradas displicentes.
Regresó junto a los chicos, que ni bien pisaron la casa descorcharon champagne.
-Hay que brindar –dijo Ringo sirviendo las copas –Eva tuvo un éxito rotundo en su primer exposición y nosotros....¡terminamos el disco!
-¿Ya? ¡Qué rápido! Los felicito.
-Claro que lo hicimos rápido, nosotros somos así –John le guiñó un ojo.
-Eso ya lo sé –respondió ella con una sonrisa picara.
-Ey Evy, tendrías que dejar tu trabajo y dedicarte solo a esto.
-Paul, lo de las exposiciones no es nada seguro, capaz que ni me vuelven a llamar.
-Brindemos de una vez –dijo George.




-Hola, soy Jenny –saludó la chica cuando Ringo abrió la puerta.
-Si, ya sé quién sos –rió -¿Buscás a Eva? Ya la llamo. Pasá, ponete cómoda.
-Ok, gracias –Jenny entró y al instante se quedó sola. Comenzó a mirar todo a su alrededor con mucha curiosidad. En otros épocas hubiera matado por entrar allí, y una vez dentro se hubiera llevado hasta el polvo de las alfombras, pero en ese momento de su vida ya no estaba para esas cosas de chiquilla.
-Ey Jen, ¿cómo estás? –saludó Eva, bajando las escaleras –Te esperaba en la exposición, y no fuiste. Mala amiga –dijo riéndose, pero Jenny se mantuvo seria.
-¿Podría hablar con vos de...un tema?
-Por supuesto, ¿pasó algo grave? –dijo preocupada al ver el semblante de su amiga.
-No, no.
-Vení, vamos a mi habitación.
Jenny siguió a Eva, subiendo por las escaleras, hasta que llegaron y se encerraron. Ambas se sentaron en la espaciosa cama.
-Contame qué te pasó.
-Es...Joseph.
-Me imaginé –dijo en un suspiro.
-Eva yo.....voy a volver con él.
-¿Qué? –preguntó sobresaltándose.
-Si, voy a hacer eso.
-Jenny....no, no lo hagas....
-Lo quiero, y no puedo evitarlo –dijo tratando de ocultar un sollozo.
-Pero, ¿y Patrick? ¿A él no lo querés?
-Si, claro que lo quiero. Pero lo de Joseph...es distinto, es mas....mas...
-Mas nada Jennifer –le cortó, enojada –No podés hacer esto, te vas a arruinar la vida.
-Es una decisión tomada.
-¡Que no! No podés hacerlo, te vas a arrepentir, ¿ya no recordás todo lo que te hizo?
-Si, claro que lo recuerdo. Eva vos también vas a arruinarte la vida, y sin embargo no te digo nada, cuando te lo dije no me hiciste caso, seguiste adelante. ¡Yo voy a hacer lo mismo!
-¡Pero es muy distinto! A ver....-respiró profundamente, tratando de calmarse para poder hablar bien –tenés que pensar no solo en vos, sino también  en Patrick, saldrá muy lastimado y no se lo merece.
-Ya lo sé. Estaré con Joseph, si las cosas no van bien seguiré con Patrick, y no se enterará nunca de nada. Y si todo va bien....bueno, buscaré la firma de decírselo.
-Jenny eso es muy egoísta. –la miró bien, tratando de reconocer a quien tenía enfrente. No era la misma Jenny de siempre.
-Vos también sos muy egoísta.
-No desvíes el tema hacia mí, estamos hablando de vos. Lo vas a usar, lo vas a engañar, o cornear, o como le digas, todo por volver con....¡con ese viejo!
-¡Basta Eva Sheels! ¡Basta de opinar y criticarme! No sé para qué vine  a contarte esto. Evidentemente, no me entendés. ¡Me voy!
Y sin darle tiempo a nada, Jenny desapareció dando un portazo. Pero Eva ni trató de retenerla. Sabía que en poco tiempo volvería. Rogaba que sucediera eso, antes  de que fuera demasiado tarde.
-¿Pasó algo? ¿Estás bien? –dijo George asomándose –Escuché a tu amiga que....
-Si, pasó algo malo –lo interrumpió, mientras trataba de aguantarse las lágrimas de rabia que querían escapársele.
-Uy no....-George entró, cerró la puerta y se sentó con cuidado a su lado. La abrazó y le dio un beso en el pelo –Contame todo lo que pasó. Y llorá todo lo que necesites, sabés que a mi no me importa.



Al día siguiente, entró al edificio buscando a su amiga hasta que se topó con su mirada. Las milésimas de segundos que la vio, notó una mirada fría, que luego Jenny desvió, para mirar hacia unos papeles que tenía en la mano. Igualmente se acercó.
-Jenny....
La chica ni levantó la vista, y justo comenzó  sonar uno de los teléfonos.
-Tengo que atender –fue todo lo que dijo, antes de descolgar.
Eva dio media vuelta y subió las escaleras. El día, en esas condiciones, le sería muy duro, y quien sabe hasta cuándo serian así. Jenny parecía ser la chica que conoció, había retrocedido al pasado. Seguramente Joseph ya le habría llenado la cabeza.
Caminaba por el pasillo pensando en todas esas cosas cuando se abrió la puerta de una de las oficinas y se apareció el director.
-Ah Eva, justo tenía que hablar con vos.
-Bueno, dígame –trató de hacer una sonrisa.
-Verás....tendrás que hacer un viaje.
-¿Un viaje?
-A Francia. Hay bandas y cantantes nuevos allí, y estaría bueno que hagamos una recorrida, así se nota que somos internacionales. No te preocupes, no irás sola con los muchachos –rió –también irá Sarah.
Saber que tenía que irse de viaje, y encima con Sarah, una pelirroja de ojos verdes por la que todos estaban locos aunque no sabía ni escribir sin faltas de ortografía, le hizo dibujar una mueca en la cara.
-Pero...¿tengo que ir yo?
-Así es, sos de lo mejor de acá. El viaje estaba planeado para hace tiempo atrás, pero como estabas enferma......Además, podrás tomarte unas mini vacaciones. ¿Alguna vez fuiste a Francia?
-No.
-Bueno, aprovechá. Salen en dos días.
-¿Cómo? ¿Dos días?
-Si, ¿para qué esperar mas? Te dejaré tu pasaje esta tarde. Ah, y recordá que te pagaré mas, ya sabés, los viáticos. ¡Nos vemos!
El director se alejó alegremente, mientras saludaba a todos los empleados que se le cruzaban. Eva se mordió el labio y se agarró la frente. En esos momentos odiaba su trabajo.



-Muñeca....
-Ay Ringo soltame –dijo riendo –Estoy cocinando.
-Eso puede esperar –dijo besándole el cuello -¿Qué te parece?
-Ey, ey, está haciendo comida eso es importante, no la molestes –dijo George entrado a la cocina.
-Harrison el interrumpidor –Ringo soltó a Eva -¿Por qué no te casás con la comida y dejás de molestar?
-Pobre Georgie, seguro tenés hambre.
-Si mami.
-Ay “si mami” –se burló Ringo, pero por toda respuesta, George le sacó la lengua.
-Acá hay unos bocadillos, comé uno. O bueno, comé todos –Eva le dio una bandeja, que George comenzó a comer con entusiasmo.
-Mmm....está delicioso.
-Hola energúmenos –saludó John –Perdón, eso no iba  para vos Vicky.
-Mas te vale. ¿Ya terminaron?
-Si, solo era grabar las voces de Paul y la mía. Ya casi está terminada la canción.
-¿Y Paul dónde está?
-No sé, se quedó comprando “una cosa”. Así dijo.
-Que raro. Bueno, ¿me van  a ayudar con la comida? Miren que yo no soy su chef.
-Ayy...está bien, te ayudamos –dijeron de mala gana.
Los cuatro siguieron con la comida con tranquilidad, ya que cada uno estaba concentrado en una tarea, para así terminar mas rápido.
-Para mí que Paul se fue por ahí para no cocinar –dijo Ringo –Yo tendría que haber hecho lo mismo, así no luchaba con estas cebollas de mierda.
-Uy no...¿te hacen llorar? –Eva se acercó.
-Me hacen llorar como la puta madre.....las odio –se restregó los ojos –Ay....¡arde!
-Vení, vení, dejá eso, no quiero que esos ojazos se estropeen –le dio un beso en cada párpado, mientras él reía –Dejame que yo sigo.
-No, no, te va a hacer mal.
-¡Hola!
Todos se dieron vuelta y vieron a un gran ramo de flores de colores, y detrás, a Paul.
-¿Y esas flores? ¿Son para tu entierro? –dijo John.
-Idiota. Son para Eva.
-¿Para mi? ¡Paulie! ¡Gracias! –se abalanzó sobre él, para llenarle la cara de besos.
-¿Te gustan?
-¡Me encantan! Voy a ponerlas en mi habitación, ya vuelvo.
Subió corriendo con el ramo, y cuando entró a su habitación, buscó un florero, que llenó de agua. Mientras acomodaba las hermosas flores, recordó que tenía algo para decirles. Algo que seguramente no tomarían bien. Suspiró.


-Al fin, ya te estábamos por llamar a comer. Como ves, terminamos –dijo John –Y apurémonos porque tengo hambre.
-De acuerdo, pero...
-¡Vamos a comer! –George  se sentó a la mesa y miró impaciente a todos.
-Si, pero quería decirles algo...
-Puede esperar, hay que comer.
-Paren, paren, es algo importante.
Los cuatro la miraron inquisitivamente, ya que no distinguían la expresión de su rostro, parecía insegura, tímida, perdida....
-¿Pasó algo malo? –peguntó Paul con miedo.
-No....es....es que....
-Sin rodeos Vicky.
-Ok. En dos días me voy a Francia.
-¿Qué? –preguntaron al unísono.
-Me voy  por diez días.
-Pero...pero.....¿por qué? –peguntó George, canalizando el desconcierto de todos.
-Me mandan de la revista. Tengo que ir, no me queda otra opción.
-¿Vas a ir sola?
-No Rin. Voy  con mis compañeros.
-¿Compañeros? ¿Son hombres?
-Si....-dijo con miedo –Somos siete personas., cinco hombres y dos mujeres.
-¿Cinco tipos? ¿Diez días viajando con cinco tipos?
-Son muy buenos, no se preocupen, siempre trabajo con ellos.
-¡Pero Eva! –Paul se levantó de la silla –A ver, entiendo que sean buenos, que los conozcas, pero una cosa es trabajar una tarde a cinco cuadras de tu casa, y otra estar diez días en Francia.
-Ya sé que hay diferencias, pero la mayoría está casado y....
-Eso no tiene nada que ver –cortó John –Olvidate de ese viaje. No vas.
-Es mi trabajo, y tengo que cumplir, lo suspendieron antes porque estaba “enferma”
-Ah, ahora la culpa es nuestra.
-No estoy diciendo eso, Lennon –lo miró con severidad.
-¿Entendés porqué te decíamos que dejaras el trabajo? Te quita tiempo, y si ahora te mandan a Francia, mañana te mandarán a Alemania, pasado a América, y así.
-Y bueno...tendré que ir.
-Es que no vas a ir. Renunciá.
-¿Eh?
-Si, renunciá –dijo George.
-Otra vez este tema.....Ya les dije que no.
-¿Pero por qué? Podés seguir en ese instituto.
-Ya dije que no es algo seguro eso. Quiero trabajar, me gusta disponer de mi propio dinero.
-Cortala Eva –John se puso de pie, y se paró frente a ella –Cortala con esos delirios de independencia. No estás sola, no vivís sola. Cualquier mujer deja un poquito eso cuando tiene novio o se casa.
-Y no soy como otras mujeres.
-Eso salta a la vista. Estás con cuatro.
-¡Pero eso no les da derecho a...!
-Eva si querés trabajar, está bien. Pero te buscás otra cosa. Esto de que te vayas de viaje no me gusta. No NOS gusta.-dijo Paul
-A mi no me van a estar mandando ustedes, o soy su esclava.
-¡Nadie te dice eso! Empecemos a comportarnos como pareja. Está bien., somos una pareja un poco....rara. Pero estamos juntos.
-Cuando nosotros nos fuimos, te llevamos, no te dejamos sola –dijo Ringo.
-¡Pero yo no puedo llevarlos a ustedes!
-¡Nadie te pide eso, mujer! Te pedimos que no vayas.
-Voy a ir igual.
-No sabés lo que significa estar juntos –dijo John.
-No me hieras con eso.
-No me importa si te hiere o no, te estoy diciendo la verdad. No sabés estar con alguien. No todo es revocarse en la cama, ¿sabés? Pero veo que no entendés. Así que hacé lo que quieras.
-Pos supuesto que  voy a hacer lo que quiero.
-De eso no me quedan dudas –dijo Paul.
John dio media vuelta y se fue al jardín, junto a Paul. Ringo subió las escaleras, pasando a su lado sin siquiera mirarla, y George se levantó de la mesa arrojando una servilleta, y se metió en la sala a mirar televisión. Ella subió las escaleras con lentitud, se encerró en su habitación, y rebuscó en el cajón de su mesa de luz, hasta que encontró un porro. Lo encendió, y se echó en la cama.

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Hola! Perdonen por tardar en subir, pero acá les dejo este capitulo que me gustó mucho escribir, espero que se note jajaja, como ven, todos andan medios egoístas y caprichosos, nadie es santo acá XD
Les dejo el video con la canción que le da título al capítulo, seguro que la conocen