-Buen díaaa! –canturreó Paul, entrando a la habitación de
Eva con una bandeja en las manos. Pero se llevó una gran sorpresa cuando vio
que de entre las sábanas, en vez de Eva, apareció George.
-Hola Macca, gracias por el desayuno.
-¿¿¿GEORGE QUE HACÉS ACÁ???
-A la vista está –respondió muerto de risa.
-Cállense, quiero dormir –rezongó Eva tapándose hasta la
cabeza.
-Mejor será que me vaya –Paul dio media vuelta, algo
ofendido
-¡No, volvé! –gritaron Eva y George
-Lo hacen sólo por la comida....
-¡Paulie no te enojes! ¡Vení!
Se giró y la vio, se le hacía imposible resistirse a una
súplica de ella, y mas si la veía así, toda despeinada, y con cara de sueño.
-Está bien....-se acercó nuevamente –Pero este desayuno es
sólo para vos, que este enano se lo prepare solo.
-Ufa! –se quejó George, cruzándose de brazos, pero luego le
robó una tostada a Eva.
-Te odio maldito Harrison, nos ganaste a todos.
-Eso les pasa por tontos
-¡Pero...!
-Oigan, oigan –interrumpió Eva –Si todas las mañanas va a
pasar esto, entonces restringiré la entrada a ésta habitación. O si no, me voy.
-¡No, no, no!
-Bueno, entonces no peleen –dijo seriamente
Paul y George sólo bajaron la mirada, hasta que Paul sacó
cualquier tema banal y comenzaron a charlar animadamente.
-¡HOLA! –gritó John, antes de lanzarse sobre la cama como si
de una piscina se tratara.
-¡Ey, volcarás todo! –gritaron.
-Ay, no se quejen tanto...
-Veo que llego tarde –Ringo entró restregándose los ojos y
bostezando.
-Nadie llegó tarde a nada –dijo Eva sonriendo –Oigan.....es domingo,
pero el día está horrible ¿qué hacemos?
Todos la miraron, casi con perversión.
-¡Ey! ¡No sean degenerados!
Los cuatro largaron una carcajada, mas que nada de ver la
cara de ella.
-Bueno, entonces ¿qué hacemos?
-Yo tengo que terminar una canción....-Paul se rascó la
cabeza.
-Vamos Paul, es domingo, terminala otro día –se quejó George
-¡Juguemos Monopoly!
-¿Todo el día? Me aburro.....-dijo Ringo –Mejor miremos
películas.
-Tengo algo mejor –John se puso de pie y se ató la bata –Ya
vuelvo.
Salió en silencio y con parcimonia, ante la mirada extrañada
de todos. Volvió casi enseguida, se notaba que en las manos escondía algo. Se
sentó junto a Eva, y abrió las manos.
-¿Qué es? –preguntó ella.
-Oh
no....-George miró a John
-¿Estás seguro? –preguntó Ringo
Eva los miró, no entendía nada. Sólo veía en las manos de
John cinco pequeños cuadraditos, de algo que podría ser cartón, con dibujos
animados.
-Es ácido –dijo John, al verla desorientada.
-¿Qué....?
-LSD.
-John...yo...-dijo al cabo de unos segundos. La verdad era
que tenía dudas respecto a ese famoso ácido del que muchos hablaban.
-No te preocupes –dijo Ringo sonriendo –Es genial.
-Si. Es otro mundo –agregó George.
-Yo no creo que sea conveniente....
-Vamos Paul ¿otra vez? –John lo miró –Tardaste muchísimo en
probarlo, cuando lo hiciste te gustó. ¿Qué te pasa ahora?
Paul sólo suspiró, mirado a otro lado.
-¿Y?- preguntó John mirándola -¿Te animarías?
-Déjenme pensar.
-De acuerdo. Nos vamos a
desayunar –John guardó las dosis en un bolsillo y se fue, junto con
Ringo y Paul.
-yo también me voy –George se destapó y comenzó a buscar su
ropa desparramada. Cuando la juntó, se acercó a Eva y le dio un sueve beso –Te
quiero bonita –le dijo con una sonrisa y se fue.
Mordió una tostada, pensativa. No sabía si era el momento o
no de entrar en “ese otro mundo” que supuestamente se abría al pasar por el
LSD. Le asustaba bastante, aunque sabía que se sentiría cuidada porque estaba
con los chicos. Sus miedos dieron paso a una sonrisa. Había comenzado el día en
la casa que compartiría con ellos, por mucho tiempo. Pese al enojo de Paul con
George, que por suerte se disipó enseguida, todo iba bien. Lo que menos quería
era que se pusieran rabiosamente celosos, aunque sabía que sería una tarea muy
difícil para ellos.
-Vaya Eva... en que lío te metiste....-sonrió, auque antes
lo podría haber dicho llena de tristeza o bronca. Eso le dio la pauta de que
estaba empezando a disfrutar de la aventura a la que se había subido.
El domingo seguía frío, gris y húmedo, pero dentro de la casa
el clima era otro. Como si de un ritual religioso se tratara, los cinco estaban
sentados en la alfombra, con las piernas cruzadas, frente al fuego crepitante
de la chimenea.
John repartió las dosis y se sentó nuevamente.
-¿Listos? –preguntó
Todos asintieron con la cabeza y se colocaron la dosis en la
lengua. Cerraron los ojos y se recostaron.
Eva era consciente de que el “viaje” duraría mas de diez
horas, por lo tanto había decidido no pasárselas allí acostada. Quería
experimentar, ver, recorrer todo pero desde la nueva perspectiva que ahora
tenía.
Primero sintió que volaba. Era demasiado real, podría hasta
verse con alas, sobrevolando lugares hermosos y llenos de colores. Abrió los
ojos, pero ya la sala no era la misma. Las paredes, antes blancas, ahora
estaban recubiertas de algo tornasolado, que se movía con el viento, aunque no
lo había. Vio que George se había puesto de pie y miraba por la ventana. Ella
también se puso de pie, pero su objetivo era tocar las paredes, que parecían
suaves. Caminó sintiendo que flotaba, era una sensación mágica. Tocó las
paredes, sí, eran suaves, porque lo tornasolado eran plumas. Ahí le pareció que
aún tenía un poco de conciencia porque pensó, asombrada, que el LSD no sólo cambiaba,
distorsionaba o generaba imágenes, sino también sensaciones hasta táctiles.
-¿Qué ves? –dijo acercándose a George, que ahora miraba sorprendido
por la ventana.
-La calle.....-dijo alucinado –No es gris....
-Lo sé....-Eva quizás estaba teniendo las mismas visiones
que él –Tiene colores y manchas....
-¡NO!
Ambos, sobresaltados, miraron a quien gritó. Paul, sentado
en un sofá, miraba una pared, muy asustado.
-¡Mierda, está teniendo un mal viaje! –George corrió hacia él,
que parecía casi ponerse a llorar como
un niño.
-Hay....hay algo ahí....-señaló con un dedo.
-Paulie, tranquilo –Eva lo tomó por los brazos y lo recostó
–No hay nada, yo no veo nada.
Paul le sonrió agradecido, antes de que ella le diera un suave
beso. Pareció calmarse, sus malas visiones habían finalizado de sólo verla a
ella. Eva se quedó sentada en el suelo, con la espalda apoyada en el sofá en el
que estaba Paul. Desde allí vio como John y Ringo se ponían de pie, los veía
demasiado normales.....
Luego de un rato, que no pudo determinar cuánto tiempo era,
comenzó a caminar por la casa, sorprendiéndose o asustándose de cosas totalmente
comunes y cotidianas. Salió al jardín, alucinada con lo que podía sentir al
caerle la lluvia, al tocar el césped o las flores empapadas, o simplemente al
ver la nubosidad del cielo.
Abrió los ojos. No sabía si se había quedado dormida o si el
viaje había terminado. Veía que era de día, aunque el clima siguiera igual.
Trató de recordar qué había pasado como para amanecer sentada en el piso, apoyada
en la pared, abrazada a Ringo. Notó que el chico estaba despierto, aunque seguía
con la cabeza apoyada en su hombro.
-Ey, Ringo....
Él la miró, sonriendo.
-Qué hermosa estás....
Compendió que el viaje de Ringo aún no había terminado, pero
se preguntaba si el suyo sí. Le parecía estar normal, aunque con la experiencia
del dia anterior, dudaba acerca de qué era real o qué no. Se levantó, como
pudo, y casi obligó a Ringo a hacerlo también, para luego recostarlo en su
cama.
Miró el reloj: era increíblemente tarde. Mas de una hora de
retraso en el trabajo.
Corrió a su habitación, se vistió con lo primero que encontró
y bajó las escaleras. Vio a Paul dormido en el mismo sofá, se acercó y le dio un
beso, pero él ni se movió. En la cocina, John y George desayunaban.
-¿Te gustó? –peguntó John sin siquiera saludarla, pero con una
gran sonrisa.
-Fue....demasiado fantástico y genial.
-Mmm....creo que todavía te dura –rió George –Lo digo por tu
cara.
-Es que no lo sé....No sé si ésto es real o qué.
-Mejor no salgas así a la calle –dijo John, preocupado.
-Tranquilo, estoy bien. Me voy porque es tardísimo.
Cuando salió a la calle, se dio cuenta que George tenía
razón. Estaba viendo las cosas demasiado distintas, y eso le dio risa: aparte
de llegar muy tarde, llegaría drogada. A veces, sentirse rebelde le gustaba mucho.
Luego de dos horas se dio cuenta que había vuelto a la
normalidad, aunque estaba un poco mareada.
-¿Y qué se siente? –preguntó Jenny casi con la boca llena,
mientras almorzaban.
-Todavía está todo bien, espero que siempre sea así.
-Seguro que sí. Aunque no entiendo....¿no se ponen celosos?
-Y...sí. Pero hacen el esfuerzo por controlarse, y valoro
mucho eso.
-Eva.....-Jenny la miró pícara- Y.....¿en la cama?
-¡Jenny! –Eva le tiró con una servilleta, mientras Jenny se
mataba de risa.
-¡Es que tengo curiosidad!
-¿Acaso yo te pregunto por Patrick?
-No.....Pero es distinto, yo sólo estoy con uno, no puedo
establecer comparaciones, como vos que estás con cuatro....
-¡Jennifer! ¡Te puede escuchar alguien!
Jenny seguía riéndose de su amiga, y Eva no pudo evitar
reírse también.
-Jenny....¿podrías acompañarme a un lugar?
-Tenemos que entrar a trabajar, y yo tengo que terminar mi
helado.
-Ahora no. Cuando salgamos del trabajo.
-¿Y adónde?
-Quiero visitar a Bill.
-¡Volverás a cantar! –gritó casi arrojando helado por todas
partes.
-No, no, sólo es una visita que le estoy debiendo.
Luego de revelar unas fotos, y de ir a tomar otras junto con
los entrevistadores, el día de trabajo terminó. Estaba muy ansiosa por volver a
casa, SU casa, pero quería realizar la visita.
Bajó hasta donde estaba Jenny, también finalizando su día, y
abrió su bolso para buscar dinero para tomar el bus. Allí se encontró con algo
extraño, hasta que vio bien: era un porro. Quien sabe cuál de los cuatro se lo
habría dejado allí. Sonrió, pero a la vez sintió un cierto miedo, no sabía
cuáles serían las consecuencias si seguía en ese camino. Para tranquilizarse,
se dijo a sí misma que una joven como ella no debía pensar en consecuencias,
mas en la época en la que estaba viviendo, donde al fin todo parecía estar
permitido.
Mientras esperaba a Jenny, el Director pasó a su lado.
Tembló de pensar qué le diría por su llegada tarde, pero el hombre no se dio
cuenta que ella estaba ahí. Al parecer, tenía bastantes problemas como para
preocuparse por una fotógrafa que llegaba tarde.
Cuando Jenny terminó con todo, salieron juntas a la calle.
-Creo que te esperan –dijo Jenny con una sonrisita.
Eva miró hacia el lugar donde Jenny miraba. De inmediato
reconoció el auto de Paul.
-Vine a buscarte –dijo él abriendo la ventanilla ni bien Eva
se acercó.
-Pero.....debo ir a otro lado.
-No importa, te llevo.
Eva miró a Jenny, y le indicó que subiera. La chica parecía
sorprendida, y alucinada, y Eva lo sabía, Paul era el amor platónico de Jenny,
y viajar en auto con él, podía producirle un ataque, por mas novio que tuviera.
Sin embargo, Jenny se controló, porque entendió que era la “venganza” de su
amiga por molestarla preguntando intimidades. Subió con tranquilidad,
sentándose en el asiento trasero.
-¿Y adónde las llevo, hermosas damas? –preguntó Paul.
-Al bar donde trabajaba.
-¿Ahí?
-Quiero saludar a Bill.
-De acuerdo –Paul encendió el auto, poco convencido.
Cuando llegaron, Eva se sorprendió: Patrick tenía razón, el
bar había cambiado mucho. Era mas grande, mejor pintado y con buenas luces.
Además, estaba abierto todas las noches de la semana.
Cuando entró, aún no había nadie, pero vio a Bill acomodando
botellas detrás de la barra.
-¿Pero qué ven mis ojos? –dijo al darse vuelta y verla -¿Sos
Eva?
-¡Si, si, lo soy! –respondió ella riendo y corriendo hacia
él
-¿Volvés a cantar?
-No, no, sólo vine a visitarte, hace mucho que no sé nada de
vos.
-Lo mismo puedo decir sobre vos. ¿Que tal tu vida?
-Mejor....imposible. Estoy muy bien. ¡Bill te quiero
felicitar! ¡Me encanta el cambio del bar!
-Gracias Eva, costó mucho esfuerzo, pero valió la pena. ¿Ya
viste el escenario?
-Si, está mas espacioso, mejor iluminado.
-Ese es tu lugar.
-Oh vamos Bill, el canto ya no es lo mío. Fue un sueño de
pequeña, acá lo hice realidad, ya está.
-Si vos lo decís.....pero igual, te invito a que subas.
-No sé....
-Vamos, yo mientras preparo unas cervezas para que tomemos.
-No puedo, me están esperando.
-Bueno. Pero te subís igual.
Eva rió, y accedió a subir.
-¡Hola mundo! –dijo al micrófono, aunque el lugar seguía
vacío –Ey Bill, ¡es mas grande de lo que parece!
Bajó riéndose, charlaron sobre otras cosas mas, lo saludó y
prometió volver para tomar las cervezas.
Sin embargo, cuando salió de allí, sintió algo. Volver a ese
lugar le había traído muchos recuerdos. No estaría mal volver pero....no, lo
mejor sería dejar las cosas como estaban. Aquello había sido una etapa superada
en su vida.