Sentada en el avión, al lado de Paul, miraba por la
ventanilla. Después de su tormenta con Brian, las cosas habian mejorado un
poco. Por lo menos podía viajar con ellos en el regreso a casa y, siempre
simulando, los últimos días de la gira los había acompañado en actuaciones o
entrevistas.
El asunto de los anónimos estaba casi solucionado. Según Brian,
eran producto de los empleados de los hoteles, que siempre se pasaban de
chismosos. Había hablado con el dueño del último hotel, que advirtió a sus
empleados y no apareció mas ningún papelito misterioso. La hipótesis se conformaría
cuando la gira terminara, sino volvía a aparecer ningún anónimo mas, sería cosa
de los hoteles.
-¿Estás bien? –preguntó Paul.
-Si, si, sólo pensaba.
-¿En qué?
-Que curioso sos –rió –Pensaba que las cosas mejoraron un
poco.
-Es verdad. Y mejorarán mas cuando lleguemos a casa -le dio
un beso rápido.
-¡Paul! ¡Que nos pueden ver!
-Ay pero si sólo fue un besito –contestó el haciéndose el
inocente.
Pasaron dos días donde lo único que hicieron fue dormir,
aprovechando el tiempo que les habían robado en la gira. Después, hubo que volver
al trabajo.
-¡Eva! –gritó Jenny ni bien la vio –Que...que bien que
estás...-dijo mirando a todos lados.
-Ah si, si, estoy mucho mejor –Eva trató de aguantarse la
risa.
-Esta noche te invito a cenar con Anne. Y nos contás todo,
todo. ¿Te parece bien?
-Buenísimo ¡reunión de chicas!
-Eva, ¿cómo estás?
Se giró y se encontró nada menos que con el director de la
revista.
-Ya estoy muy bien, y lista para volver a trabajar.
-Excelente, ésta tarde acompañarás a los muchachos,
entrevistarán a los Kinks.
Se sintió un poco nerviosa al oír eso, temía encontrase con
Dave Davis y que volviera con sus sospechas, pero no le quedaba mas remedio.
El resto de la mañana lo pasó junto al trabajo atrasado que
tenía. Legó la hora del almuerzo, pero Jenny estaba muy atareada, asi que Eva
cruzó al bar de enfrente, donde siempre comían. No alcanzó a llegar, cuando se
cruzó con un hombre que le pareció reconocer. Se giró y se percató de que el hombre que la miraba.
Se acercó a ella.
-Eva, ¿cómo estás?
Abrió grande sus marrones ojos. Por nada del mundo esperaba
volver a encontrarse alguna vez con Joseph.
-Ho...hola Joseph. Estoy bien.
-Necesito ver a Jenny.
-¿Para qué? –preguntó, poniéndose a la defensiva.
-Por favor....confirmame que sigue trabajando acá enfrente.
-No te voy a decir nada. Debo irme, se me hace tarde.
-Decile que la necesito. Me divorcié, al fin. Quiero que vuelva
conmigo.
-No soy tu mensajera. Decile vos cuando la encuentres algún día.
Entró al bar y pidió el teléfono. Desde allí se comunicó con
su amiga.
-Jenny soy Eva.
-Hola, tanto tiempo –rió la chica.
-Tengo que contarte algo. Me encontré con Joseph. Te está
buscando, está en la puerta del edificio.
No escuchó nada mas, hasta que un ruido seco cortó la
comunicación. Devolvió el teléfono y se sentó en la mesa de siempre. Por la
ventana vigiló a Joseph y rogó que su amiga no hiciera ninguna locura. Sabía lo
mucho que lo había querido, y no estaba segura de que hubiera dejado de
quererlo. Si volvía con él se arruinaría la vida.
Su turno de tarde comenzó, intentó hablar con Jenny pero
estaba muy ida, distante. Sabía que no se habia encontrado con Joseph, pero
saber que la buscaba seguramente la había perturbado.
Esperaba junto a los entrevistadores en la casa de los hermanos
Davies, donde se realizaría la entrevista.
-Hola Eva –saludó Dave. Lo vio con un aspecto y actitudes
burlonas y sarcásticas, y así respondió a las preguntas.
Cuando todo finalizó, suspiró aliviada, había sido algo
incómodo para todos.
-¿Cómo estás?
-Estoy bien Dave, gracias –contestó indiferente, mientras
guardaba la cámara.
-¿Sabés? Tengo novia. Y...otras chicas mas. No necesito mujeres
que se acuestan con beatles.
-¿Pero qué decís? –lo miró, escandalizada.
-¿Me va a decir que
no es verdad?
-Claro que te lo digo. Y otra cosa, me importa un rábano tu
vida privada. No me molestes.
-Si, claro....
-Sos un histérico con la fama en la cabeza. ¿Porque una te
dijo que no le inventás toda una historia?
-Ya te dije que digo la verdad. Sos asistente, todas las
asistentes se acuestan por lo menos con dos de la banda. Sos una groupie, Eva
querida.
Se colgó su bolso, indignada, y se fue junto a sus compañeros
que la llamaban. En el viaje en camioneta, de regreso a las oficinas de la
revista, no pudo sacarse de la cabeza lo que Dave le había dicho. Después de todo,
tenía toda la razón.
John y George la miraron serios. En verdad, ni siquiera
había pensado en como lo tomarían, era algo muy inocente y simple.
-¿Qué pasa? –peguntó con inquietud.
-Las “cenas de chicas” siempre me resultaron raras
–respondió George.
-Chicos solo vamos Jenny, Anne, y yo. Hace mucho que no
tenemos una charla entre las tres.
-Pero nosotros planeamos una super cena, ahora que por fin volvió
todo a la normalidad –dijo John.
-Yo...no sabía.
-Hacé lo que quieras –George subió la escalera.
-¿Qué le pasa? –le preguntó a John.
-Tiene razón.
-Oigan no seas tan celosos, sólo es una cena –John no la
escuchó, solo imitó a George y se fue.
-¿Pasó algo? –preguntó Ringo entrando desde la cocina.
-John y George se enojaron –respondió molesta.
-Ah...¿por la cena con tus amigas?
-Si. ¿Vos también? –lo miró con enojo, pero el chico sólo le
dio una sonrisa dulce.
-Claro que no. No tengo motivos para enojarme –la tomó de la
cintura y le plantó un gran beso.
-Veo que sos mas vivo que los otros dos –le dijo ella con
picardía.
-Por supuesto, ¿tenías alguna duda?
En la cena, hablaron de todo, pero Jenny se veía incómoda,
hasta que, presionada por las preguntas, decidió hablar.
-Me encontré con Joseph. Salí con la excusa de ir al bar
para hablar con él.
-¿Y? –preguntó Anne.
-Me habló. Se separó de su mujer. Y...quiere volver conmigo.
-Pero vos estás con Patrick, y estás bien. Quiero imaginarme
que lo querés.
-Si Anne, lo quiero pero....con Joseph viví muchas cosas.
-¡Por favor Jenny! –exclamó Eva –Ese tipo te usó, te jodió
muchos años.
-Mirá quien habla. ¿Pensás que terminarás bien cuando todo
se acabe con tus cuatro?
-¡No hay puntos de comparación!
-Chicas, no peleen por favor –Anne intentó calmar los ánimos
–Jenny, pensá un poco. Eva tiene razón en algo, te arruinó pese a los momentos
lindos que hayas vivido con él.
-Jenny pensá en Patrick, ese chico te adora, es bueno, tiene
un gran futuro, le vas a destrozar el corazón.
-Estoy muy confundida.....-comenzaron a caerle algunas lágrimas
-¡Mierda! ¡Ya estoy llorando!
-Tranquila, pensalo con la cabeza en frío.
-Eso haré, gracias por todo.
Se encerró en su pequeño laboratorio montado en la casa.
Buscó los rollos y rollos que tenía. Era el momento de revelar las fotos.
La puerta se abrió lentamente y apareció George.
-Evy, teléfono para vos.
-Gracias George.
El chico cerró la puerta. Suspiró, algo molesta. Todavía no
entendía qué les había pasado a George y a John. Después de su escenita de celos,
pasaron casi dos días sin hablarle, dos días donde se comió la cabeza, se llenó
de culpas y enojos, y ellos parecieron de los mas tranquilos. Y después,
volvieron a hablarle, y a besarla, y a todo. Y ella no podía resistirse, ni
poner una objeción. A veces pensaba que tenían la capacidad de dominarla sólo
con la mirada.
-Hola....-dijo cuando se puso al teléfono.
-Soy Murray, del instituto de fotografía.
-Ah, hola señora Murray.
-Quería saber si ya tenía las fotos para al exposición.
-En este momento comenzaba a revelarlas....
-Tiene tiempo para traerlas hasta la semana que viene. Que
no sean mas de 100, hay muchos que compiten por un lugar.
-De acuerdo...-respondió dudando, no sabía eso de
“competir”. Pensaba que cuando le había ofrecido hacer eso ya tenia el lugar
asegurado.
Se despidió y colgó con algo de desilución.
La semana pasó demasiado rápido, debía buscarse el tiempo
para encerrarse y seguir revelando fotos a veces hasta altas horas de la noche.
Cuando al fin terminó, eran mas de 300. Comenzó una
selección muy meticulosa, descartando lo que le parecia mediocre, ordinario, o
simplemente malo. A la vez pensaba que eso de “competir” no le iba. Era una
época donde todo el mundo sacaba fotografías, era casi pasión en todos, y ella
no era una profesional en el ámbito artístico, así que no consideraba que
llegaría a la exposición.
Luego de terminar la selección, contó lo que tenía: 200. Ya
estaba cansada, así que, bostezando, salió del pequeño cuarto.
-Chicos....-los cuatro dejaron de mirar televisión y leer
revistas -¿Podrían venir?
-¿Que hagamos qué? –preguntó Paul, sorprendido.
-Que seleccionen las que le parecen mejores
-¡Pero son un montón! –exclamó Ringo, tratando de abarcar
con su mirada la cantidad de fotos dispersas y colgadas por todo el cuarto.
-Hay 200. Les daré 50 a cada uno, al azar. Traten de reducirlas a
la mitad.
-O sea....¿que de 50 elijamos sólo 25? –preguntó John –Es
imposible.
-Es posible, se los aseguro.
-¡Todas son muy buenas! Y te lo digo yo, que tengo ojo de
fotógrafo –dijo George.
Eva juntó y contó las fotos, formando cuatro montoncitos de
50 fotos, y se los dió.
-Tienen dos días para hacer la tarea.
Luego de esos dos días, John golpeó con insistencia la puerta.
-Mmm..¿quién es? Pase....-respondió somnolienta -¡Ringo! ¿Qué
hacés en mi cama?
-Dormía....
-Hora de levantarse –dijo John entrado –Veo que tenés
compañía.
-John, buen día. Ringo ¿por qué no me avisaste que estabas
acá? Esa costumbre que tienen de meterse sin decir nada...
-Señorita maestra, acá le traigo mi tarea. 25 fotos.
-Gracias John. Ringo....
-Uy ya voy, ya me levanto, hola a todos –se incorporó,
rezongando.
-¿Terminaste tu tarea, Starkey? –preguntó John.
-Eva estaba dormida.
-¡No me refiero a eso, idiota! ¡Te hablo de las fotos!
-John, es temprano para que andes a los gritos.....Y si, ya
tengo las fotos.
-Chicos, por favor, váyanse que me quiero levantar.
Mientras desayunaba, desparramó las fotos sobre la mesa,
bajo la atenta mirada de los chicos.
-Fue un trabajo insalubre –dijo George –Una pena descartar
algunas muy buenas.
-Quedan para la exposición que viene.
-Ojala haya “exposición”, Paul.
-Ay Eva, seguro entrás.
-Me estoy arrepintiendo un poco....
-No seas tonta Vicky, vas a ver que sí. Estaría bueno que te
dedicaras sólo a esa cosas. Es mas independiente y no dependés de horarios de trabajo.
-Mmm....no sé, John. Es un mundo del que no sé nada. Bueno,
les agradezco su colaboración, señores. Serán bien recompensados.
Metió todas las fotos en un sobre color madera y escribió
los nombres de Murray y Scott, los directores del instituto. Antes de entrar a
trabajar, dejó el sobre en la recepción, con pocas esperanzas.
-EVAAA!!!! –el grito desaforado de Ringo la hizo saltar de
la silla. Se puso de pie, enojada.
-¿Qué mierda pasa?
-¡Teléfono! ¡Y son del instituto ese!
Corrió hasta el teléfono y le quitó el auricular de las
manos. Sin embargo, cuando se dispuso a hablar, tuvo miedo. Miró a Ringo, que
le sonrió, tranquilizándola.
-Hola....
-¿Señorita Shells? Soy la señora Murray.
-Hola señora Murray, ¿cómo le va?
-Muy bien, recién terminamos de ver su trabajo. En diez días
la quiero en la inauguración de la exposición. Su trabajo es muy bueno.
Apenas pudo reprimir un gritito de emoción, y se despidió,
agradeciéndole a la mujer. Ni bien colgó, se abalanzó sobre Ringo.
-¡Estoy en la exposición! ¡Entré!